Juegos Olímpicos

Atletismo

Javi Guerra, así es el confinamiento de un maratoniano, “como cuando a un animal lo metes al zoo”

Dice que ahora lo que toca es “quedarse en casa”, donde intenta mantenerse activo con una cinta, garrafas que hacen de pesas... El aplazamiento de los Juegos de Tokio a 2021 le da tranquilidad para llegar en forma al sueño que tanto ha perseguido

Javi Guerra, campeón de España de maratón, permanece en casa. En 2021 estará en los Juegos de Tokio
Javi Guerra, campeón de España de maratón, permanece en casa. En 2021 estará en los Juegos de TokioInstagram

Javi Guerra (Segovia, 1983), al menos, mira por la ventana y... “Tengo una pequeña terraza en la que podemos salir a tomar un poco el aire. Vivo en un chalet a las afueras de Segovia, en un piso entiendo que sería más complicado. Soy un afortunado en ese sentido. Abro la puerta y puedo estar respirando aire fresco”, cuenta el atleta. Eso no quita que añore la calle. Como todos en estos tiempos de confinamiento por el coronavirus, pero él si acaso un poco más, porque necesita el asfalto, los parques, el campo, para ejercer su trabajo, que es poner su cuerpo al límite y prepararlo para correr una maratón, 42 kilómetros y 195 metros, en poco más de dos horas. En 2h07:27 lo hizo la última vez, más rápido que nunca, la tercera mejor marca en la historia de un español, lo que le valió para ganarse la plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio. Fue hace nada, el 23 de febrero, pero parece que ha pasado un mundo. Febrero, el mes de la ilusión para él. Marzo, el mes robado a todos, y por el mismo camino va abril. Javi Guerra, ahora, más o menos, sólo puede mirar. “Es una sensación como cuando a un animal lo metes al zoo y no puede moverse o sólo puede moverse un poco y se siente un poco prisionero. Necesitas esa actividad, intentas hacerla en casa, pero evidentemente no es lo mismo”, explica Guerra.

Se las apaña como puede, como todos los deportistas estos días raros que toca vivir por la pandemia, aunque unos tienen más facilidades que otras en función de lo que practiquen. Para un nadador, por ejemplo, es casi imposible. Para un fondista, pues más o menos. Guerra suele hacer unos 160 o 180 kilómetros a la semana en circunstancias normales. Ahora ni cuenta la distancia que recorre. Lo que intenta es mantenerse activo para que cuando vuelva esté "lo más decente posible”. Y lo hace con los elementos que tiene a mano. Para hacer cardio, un rodillo, que en los últimos tres días ha cambiado por una cinta. “Me estoy adaptando, llevo un tiempo sin correr y hay que tener cuidado, hacerlo progresivo, y más yo que no he entrenado mucho en cinta”, asegura. “A mí la sensación que me da es que en la cinta los ritmos son más rápidos. Es todo más monótono, el movimiento, la mecánica, la técnico, es el mismo, no hay curvas, ni una subida y una bajada, aquí siempre es la misma posición, la misma zancada... Si corres muy agresivo parece que usas las mismas cadenas musculares que al hacer series, por eso hay que minimizarlo lo máximo posible para tratar de que sea una técnica más depurada”, analiza. Y de la cinta a instrumentos más caseros para los ejercicios de fuerza: se las arregla con una pelota de Fitball, gomas, bosus e incluso unas garrafas de agua que le sirven como pesas... El objetivo es no perder demasiado y, en cuanto todo esto quede atrás, ir volviendo poco a poco y con cabeza: “Porque si te pasas y no controlas bien las cargas pueden aparecer lesiones”, afirma. Hay que tener en cuenta que el parón va a ser más largo incluso que cuando tienen vacaciones.

Incredulidad, preocupación, aceptación, alivio...

Pero lo que toca ahora es estar en casa después de un mes en el que el pupilo de Antonio Serrano ha pasado por varias fases.

Lo primero, “incredulidad”. “No terminábamos de creer lo que estaba sucediendo y las noticias no eran claras”, desvela.

Más tarde pasó a la “preocupación” y la “tensión” porque quedaba poco para los Juegos: “Cuando se decretó el estado de alarma al principio veíamos que nosotros también somos trabajadores y queríamos poder entrenar porque estaban los Juegos. Hablamos con atletas italianos que sí tenían permiso”.

Lo siguiente fue la aceptación: “Al final comprendes que la situación era muy grave y nuestro sitio es estar en casa, no tiene ningún sentido estar entrenando en cualquier otro lugar en el que te puedes hacer una torcedura o cualquier imprevisto y eso te supone ir al hospital, donde ahora no están para atender cosas de estas porque hay otra más importante”.

Y por último, el alivio, cuando se confirmó que Tokio se aplazaba hasta 2021: “Respiramos tranquilos con la noticia porque ya no teníamos que estar en cuatro meses al máximo nivel. Ahora sabes que hay margen”.

Javi Guerra tendrá que esperar un poco para cumplir su sueño, que ya es “un poco cabezonería”, como dice él, un empeño después de que hace cuatro años no pudiera disputar los Juegos de Río. Había logrado la clasificación, pero una tromboflebitis en la zona baja del gemelo izquierdo estando ya en la ciudad brasileña le impidió correr el maratón. Un ciclo olímpico después ha vuelto todavía con más fuerza y ahora está mentalizado para ser todavía un poquito mejor en 2021. Superar aquello le curtió. Lo mismo que fortalece su trabajo. “La maratón es muy agónica, en la preparación vives muchas subidas y bajadas... Eso te ayuda también en la vida diaria para afrontar esos problemas que se puedan presentar. Los duros entrenos, la vida renunciando a mucho, ir día a día a dar el máximo rendimiento... Es un buen aprendizaje”, opina. Espera que el premio añadido a este aplazamiento sea que la prueba vuelva a disputarse en Tokio en lugar de en Sapporo, donde se había trasladado por miedo al calor y la humedad que hay en la capital de Japón en verano. “Que lo lleven a 900 kilómetros no es la misma magia. Las condiciones serán muy duras, pero podemos tener más posibilidades porque se iguala un poco, los africanos no tienen muy controlado que haya tanta dureza, corren sin preparar condiciones climáticas, pero hay técnicas para combatir el calor y si te adaptas... Mira Dani Mateo en el Mundial de Doha [fue décimo]”, recuerda el fondista segoviano.

El campeón de España de maratón intenta ver poco la televisión. “La situación es triste y no es el mensaje que te quieres meter en la cabeza, porque te puede acabar influyendo”, admite. En casa espera cada día la llegada de Marta, su mujer, que es policía y está centrada en tratar que la gente no cometa infracciones. Porque no todo el mundo está concienciado.