Fútbol
Una despedida que suena hueca en el Metropolitano
La Real Sociedad se mete en Europa con el gol de Januzaj en los últimos minutos. El Atlético de Madrid llegaba con los deberes hechos
Las despedidas son tristes. Y más ante un estadio vacío, sin nadie de quien despedirte. Algo así debió de sentir el Atlético al terminar este campeonato. Sin nada más en disputa que terminar tercero o cuarto, algo deportivamente irrelevante desde que los equipos españoles no tienen que pasar por la fase previa para llegar a la Liga de Campeones.
Algo parecido debió de sentir también el Mono Burgos, homenajeado antes del encuentro. Burgos se marcha para comenzar su carrera en la élite como entrenador titular. El club puso todo de su parte. El capitán, Koke, y el presidente, Enrique Cerezo, le entregaron una placa y una camiseta enmarcada. Y por los videomarcadores se vieron las imágenes que repasaban su carrera como rojiblanco. Del anuncio que celebraba el ascenso a Primera en el que se le veía saliendo de una alcantarilla a los abrazos que festejaban los títulos conseguidos al lado de Simeone.
El último partido del campeonato es siempre un momento propicio para las despedidas. En los últimos años se han marchado jugadores importantes como Tiago, Gabi o Godín entre manteos y cariños de la afición que coreaba sus nombres. Y leyendas como Fernando Torres, que se marchó a la vez que el Vicente Calderón con discurso, vídeo y lágrimas. Muchas lágrimas. Suyas y de todos los que estaban allí. El Atlético se despedía del estadio y de su “Niño”. Demasiada tristeza junta. Demasiada emoción.
Pero eran otros tiempos en los que una pandemia como la que está sufriendo el planeta sólo se imaginaba en las películas de ciencia ficción. Tiempos en los que se escuchaban los aplausos y los gritos de ánimo. Ahora se escucha a los entrenadores, a los suplentes, a los narradores de la radio -a algunos, mucho- y hasta el toque de balón como nunca se puede escuchar. Pero el único aplauso es un aplauso enlatado al que llaman infinito. Y los que se han marchado, que han sido muchos, no se han podido despedir.
El “speaker” hace esfuerzos por megafonía para no perder la costumbre. Y la inercia le hace elevar el tono cuando anuncia que Joao Félix va a entrar en el campo, esperando una ovación que no va a llegar.
Tampoco llegan los aplausos cuando marca Koke. El gol del capitán abrió el marcador en la primera parte. Un ensayo para Simeone, que probó por primera vez desde el regreso de la Liga con sus dos delanteros en el campo, Morata y Diego Costa. En el fondo son complementarios, pero al Cholo siempre le gusta guardarse uno por si acaso. Un taconazo de Morata fue el prólogo del gol y el delantero madrileño había estado a punto poco antes de conseguir otro. Pero no marcó ninguno de los delanteros. Tampoco Marcos Llorente, que entró en la segunda parte.
La obligación, en realidad, era de la Real, que sí se jugaba la entrada en Europa. Salió del confinamiento siendo equipo de Liga de Campeones y casi termina el campeonato fuera incluso de la Liga Europa. La metió el gol de Januzaj en los últimos minutos, un zurdazo que ni siquiera Oblak pudo detener.
El equipo que entrena Imanol era el más atractivo del campeonato antes del encierro, pero ha digerido mal la inactividad. Aunque ha mantenido el buen gusto y la insistencia por llegar a Europa. Antes de que marcara Januzaj Oblak tuvo que demostrar que está entre los mejores porteros del mundo para despejar un disparo de Odegaard desde fuera del área. Casi acababa el partido cuando tuvo que hacer lo mismo con un remate cruzado de Portu. Januzaj llegó donde no habían llegado sus compañeros.
Los gritos de la expedición realista retumbaron contra las gradas vacías. “De ‘lao’ a ‘lao’”, se escuchaba gritar a Imanol después cuando sus centrales se pasaban la pelota para asegurar la posesión.
Pero la despedida seguía sonando hueca.
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