Sección patrocinada por: sección patrocinada

Tenis

Djokovic gana a Schwartzman, conquista Roma y supera a Nadal a una semana de Roland Garros

El serbio se sobrepuso a un mal comienzo (3-0 con dos breaks) y se impuso al verdugo de Nadal por 7-5 y 6-3

Djokovic celebra un punto en la final del Masters 1.000 de Roma contra el argentino Schwartzman
Djokovic celebra un punto en la final del Masters 1.000 de Roma contra el argentino SchwartzmanRiccardo Antimiani / POOLAgencia EFE

Djokovic parece vivir al borde de la histeria, atormentado, como si estuviera en un relato de terror de Edgar Allan Poe o H.P. Lovecraft. Pero si en esas historias el protagonista suele acabar mal, fuera de sí, el tenista serbio no deja que sus demonios se lo terminen comiendo. Y gana. El número uno del mundo está convirtiendo últimamente la victoria en un arte. Da igual cómo juegue. Gana. Como es lógico, mal del todo no puedes estar cuando enfrente hay un tenista como el argentino Diego Schwartzman, pero Nole no es el jugador consistente de siempre. Vive con picos buenos y otros incomprensibles, arriba y abajo, entre la brillantez y la desesperación, está saltón y se enfada con todo y con todos, también con él mismo. Pero al final, en Roma, 7-5 y 6-3 para él. Otro triunfo más en 2020, y ya son 31. Su única derrota fue en el US Open ante Pablo Carreño, cuando lo descalificaron por el pelotazo sin querer que dio a la juez de línea. Todavía no ha superado ese episodio y se le nota. Pero, lo dicho gana. Otro Masters 1.000 a sus vitrinas, y ya son 36, superando el empate que tenía con Nadal en este tipo de torneos, al que además distanciará un poco más en la lucha por el número uno. El español estará a 1.410 puntos. Djokovic ha tenido una buena manera de celebrar que supera a Pete Sampras en el número de semanas como número uno. Ya lleva 287 y ahora va a por el récord de Federer, 310. Muy bestia todo y un aviso para Roland Garros, la próxima gran cita a partir del domingo.

Y eso que no empezó bien el partido para él. Otra vez más en la capital italiana, como en todos sus encuentros. Su revés, que es un tesoro, disparaba como una escopeta de feria mal calibrada: una bola en la red, otra larga... En un momento, Schwartzman, debutante en una final de Masters 1.000, aunque en cuartos pudo con Nadal en el “mejor partido de su vida”, según sus palabras, se puso 3-0 con dos breaks. El set podía parecer hecho contra casi cualquiera. No contra Djokovic, por muy irritado que esté. El tenis es un deporte en el que los errores castigan, pero sobre todo importa en qué momento se produzcan. El pequeño argentino que iba a por el primer parcial cometió una doble falta en el primer punto de rotura en contra. Y el partido ya iba 3-1. Nole ganó después fácil su saque y después mostró que su derecha tampoco es cualquiera. A falta de precisión con su mejor golpe, el que da a dos manos, brilló con su otro mejor golpe, y ya estaba 3-3.

No es que eso intimidara a Schwartzman, un tenista que vive de sus piernas y de su solidez, porque con el metro y 70 centímetros que mide su saque no es un arma y la potencia, tampoco. El duelo entró en otra dimensión, una batalla desde el fondo, una competición de dejadas, recurso que los dos manejan de maravilla. A la hora de ser valiente, el “Peque” lo fue con su primera pelota de set en contra en el 5-4. Dos derechas cruzadas desmontaron a su rival: la primera para sacarlo de sitio y repitiendo el lugar para buscar el contrapié. El primer parcial seguía. Pero la selección se los errores volvió a ser fatal para Schwartzman. Qué deporte el tenis: casi todo bien hecho durante una hora y en el último saque para forzar el tie break: un fallo por aquí, otra doble falta, un revés fuera y 0-40. Demasiada ventaja que no desaprovechó Novak.

El número uno parecía volver a las andadas al comienzo del segundo set. A veces pasa, ese momento de relajación después de ganar. Comenzó con otro break Schwartzman, pero esta vez su oponente equilibró el partido pronto y en los momentos calientes el argentino volvió a temblar. Con 4-4, servicio delicado y otro 0-40 para el break definitivo. A veces parece que el serbio juega al gato y al ratón con sus rivales. Parece que le tienes, pero no. Acelera y adiós.

Djokovic habla en sus discursos más de karma, de amor y de energía que de derechas o reveses. De lo primero no atraviesa su mejor momento: estuvo todo el partido gesticulando y levantando los brazos y mirando al cielo cuando fallaba. De lo segundo también ha tenido mejores momentos, pero siempre gana.