FC Barcelona

Clásico

Barcelona-Real Madrid: un Clásico para definirse

Koeman busca confianza para su proyecto y Zidane, que nunca ha perdido en el Camp Nou, tranquilidad tras dos derrotas. El partido llega demasiado pronto y se juega sin público

Barcelona-Real Madrid
Barcelona-Real MadridJ. L MontoroLa Razón

Decir que un partido entre el Barcelona y el Real Madrid un 24 de octubre va a ser decisivo sería mentir, pero el Clásico siempre es especial, y esta vez diferente porque no habrá público en las gradas del Camp Nou por culpa de la pandemia. No será eso lo único extraño de este duelo. Es la primera vez en años que pasado el verano, da la sensación de que los dos grandes del fútbol español cotizan a la baja respecto a temporadas anteriores. Siempre se les exige lo máximo, pero este curso están todavía por definirse y el cara a cara les puede servir para empezar a conocerse y a despejar dudas.

La Champions convirtió al Barcelona la temporada pasada en poco más que un cadáver, tras el 2-8 del Bayern y después de haber perdido la Liga, con la puntilla del lío de la marcha de Messi que finalmente no se concretó. Se habló de catarsis. Koeman llegó para liderar un nuevo proyecto con algunos de los antiguos jugadores (Piqué, Alba, Busquets, Leo...) y la esperanza de jóvenes como Ansu Fati o Pedri, que poseen talento y recorrido, aunque quizá todavía estén un poco verdes para grandes hazañas. Tiene otra pinta el equipo respecto a años anteriores, más comprometido y más intenso y con más alternativas aparte de la habitual de Messi.

Decía Piqué en su entrevista en «La Vanguardia» que habían «desatendido la rutina», denunció cierta dejadez de la plantilla, un despropósito porque lo único que se le puede pedir a jugadores a los que se les paga tanto dinero es que pongan actitud, más allá de que estén más o menos acertados. Recuperado el entusiasmo, falta por ver si es suficiente: ha dado señales de vida el Barça, pero también demostró que todavía le falta en duelos exigentes como el del Sevilla y el Getafe. Y nadie más exigente que el Madrid. «Si ganas partidos se gana en confianza», asegura Koeman. «Los jugadores lo merecen por el trabajo que están haciendo cada día. Demuestran mucha ambición para adaptarse a un sistema diferente del habitual», añade el holandés, que ahora mismo se agarra al «partido a partido» de Simeone para intentar crecer. Convencido de poner a los futbolistas que lo merezcan más allá de lo que diga su DNI, de si son niños u hombres, el nuevo preparador azulgrana tiene todavía varias piezas que encajar. Una es lograr la mejor versión de De Jong, un medio que lo tiene todo para triunfar como azulgrana y que este año con un entrenador que ya lo ha dirigido parecía que iba a volar, pero de momento le sigue costando, pese a que él sí está acostumbrado a este nuevo sistema con dos pivotes. Griezmann es quizá el gran desafío de Koeman, porque el francés sigue estancado mientras los jóvenes que le rodean ofrecen cada vez más. «Tiene opciones de jugar. Es un hombre importante y queremos que todos los jugadores estén al mejor nivel», se mostró algo ambiguo el preparador del Barça ante la titularidad o no del francés. Jordi Alba es la gran incógnita, porque está recuperado y con el alta, pero el partido puede que le llegue demasiado pronto.

Si el duelo le puede servir al Barcelona para empezar a creérselo, el Real Madrid lo puede tomar como punto de inflexión. Le sucede últimamente al equipo de Chamartín que le cuesta arrancar las temporadas, algo perezoso hasta que coge cierta velocidad de crucero. El año pasado a estas alturas ya había tenido algunos tropiezos y casi siempre se mira al banquillo. «Es lo que se dice, no lo voy a negar», admitió Zidane. «El año pasado igual, en la primera etapa igual... Lo que yo tengo que hacer es mi trabajo, el resto nada», continuó el entrenador francés, que tiene unos números buenísimos en el Camp Nou como técnico, con tres empates, dos victorias y ninguna derrota. Ya como jugador blanco marcó en el estadio barcelonista el 0-2 definitivo en el partido de ida de semifinales de la Champions de 2002, rompiendo la racha de casi diez años que llevaba el Real Madrid sin ganar allí. Se le da bien y es el lugar ideal para despertar. «Es un buen sitio para reivindicarnos, para cambiar la situación», admite «Zizou». «El Madrid ha tenido altibajos siempre. Mañana [por hoy] es un escenario importante para cambiar nuestra imagen, de un mal a un buen partido», añadió.

Si la duda del Barcelona es saber hasta dónde puede llegar el nuevo proyecto, la del Madrid es alargar el «viejo» proyecto hasta donde pueda. Sin caras nuevas importantes en forma de fichajes, Zidane parecía haber encontrado la fórmula el curso pasado: seguridad en la parte de atrás, que ya llegará el gol. No es que no le marcaran goles, es que apenas le creaban ocasiones, y a partir de ahí era más fácil ganar. Pese a que Courtois sigue en un gran momento, el equipo ha perdido esa solidez y se ha mostrado vulnerable tanto en los partidos que perdió como en los que terminó sacando adelante. Un alivio puede ser el regreso de Sergio Ramos, que se tuvo que marchar al descanso del partido con el Cádiz (derrota por 0-1) y se perdió el de la Champions del Shakhtar (2-3). «Sergio es nuestro capitán y nuestro líder y no vamos a arriesgar nada. Está recuperado y va a estar con nosotros. Se trata de estar al cien por cien, y Sergio ya lo está», desveló Zidane. Si soluciona sus problemas defensivos (que son de todo el equipo por la distancia entre líneas, la presión desordenada, cuando la hace...) espera aprovechar el buen momento de Benzema, que además suele protagonizar buenos partidos en el Camp Nou, y la velocidad de Vinicius. El brasileño ya sabe lo que es brillar en un Clásico.