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Copa del Rey

Fútbol

La pasión resiste una pandemia

Me quedo con Imanol rompiendo el protocolo y siendo el fan número uno de la Real Sociedad

Iker Muniain con el Athletic. RFEFRFEF

Con un año de retraso se disputó la final de la Copa del Rey mas importante de la historia del País Vasco. Fue algo más, en realidad bastante más, que un partido de fútbol, jugado en las calles desde hace días y que estará por siempre en el recuerdo de todos. Primero, y la actualidad manda, por la demora de un año provocada por la pandemia. Pero, principalmente, por enfrentar a dos equipos históricos que rara vez se juegan un título de tú a tú. Nunca un partido vivió un previo tan eterno, en «stand by» y tan bien llevado.

El partido en sí quizá fue lo de menos. Como en casi todas las finales, hubo más miedo a perder que ganas de ganar y terminó decidiéndose por un penalti que cometió un ex del equipo ganador. Un clásico. Me quedo con la imagen de Illarramendi, capitán de la Real Sociedad, recogiendo el trofeo cojo. Con Muniain e Iñigo Martínez aplaudiendo en el campo como su rival levantaba el trofeo de campeón. Con De Marcos reconociendo en televisión con honestidad, minutos después de acabar la final, que el penalti que decidió el partido lo era. Con la deportividad que demostraron los presidentes de ambos clubes. Con Jokin Aperribay pidiendo a la gente que celebre el título en su domicilio para no favorecer la propagación del virus.

Y, principalmente, con la rueda de prensa de Imanol, entrenador de la Real Sociedad, que siempre ha puesto en valor a su equipo de una manera envidiable y ayer, previo aviso, se convirtió en el fan número uno del equipo, rompiendo el protocolo habitual de las ruedas de prensa en el momento mas oportuno. Chapeau.

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