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Eurocopa 2020

El triunfo de Luis Enrique

Cada una de sus decisiones lo ha reforzado y ha conseguido que España rinda por encima de lo que se esperaba

Luis Enrique aplaude a los aficionados españoles en Wembley después de perder en los penaltis contra Italia la semifinal de la Eurocopa
Luis Enrique aplaude a los aficionados españoles en Wembley después de perder en los penaltis contra Italia la semifinal de la EurocopaKiko HuescaEFE

Luis Enrique ha conseguido trasladar su personalidad a la selección y salir reforzado de cada una de las decisiones que ha tomado en la Eurocopa. La última fue la de prescindir del delantero centro en la semifinal contra Italia. Un riesgo que él explicaba con naturalidad después del partido. Dejó a Morata en el banquillo y situó a Dani Olmo como falso «9», igual que había hecho Del Bosque con Cesc en los dos partidos contra los italianos en la Eurocopa 2012. «Dani Olmo ha estado descomunal. Es un jugador inteligente, con mucha clase. Hemos intentado quitarle la referencia a Chiellini y a Bonucci, ya vimos lo que hicieron con Lukaku», explicaba. «Hemos querido ser cuatro contra tres y que el nueve jugara a la altura del pivote», añadía. Y así, Dani Olmo fue el mejor jugador de España en el partido y Morata, cuando entró en la segunda mitad, marcó el gol del empate.

«Dani Olmo es un jugador muy importante para nosotros porque puede jugar en varias posiciones, tiene gol y es muy completo», reconoce el técnico español. Es uno de los futbolistas que salen reforzados del torneo. Su rendimiento ha crecido a medida que aumentaba la dificultad de los partidos, dio los pases de los goles de España en la prórroga contra Croacia y fue el más destacado contra Italia. Fue Robert Moreno el que le hizo debutar en la selección, pero Luis Enrique le ha hecho sentirse importante.

La decisión más complicada la tomó Luis Enrique antes de anunciar la lista de convocados cuando dejó fuera a Sergio Ramos. Era el capitán, el hombre al que había regado de elogios desde que se hizo cargo de la selección. Pero se ha pasado medio año lesionado y su preocupación en las últimas convocatorias con la Roja era más sumar partidos que le acercaran al récord mundial de internacionalidades que el desarrollo del juego.

Parecía que sin Sergio Ramos España temblaba, pero la decisión se entiende mejor con algunas declaraciones del seleccionador durante el campeonato. «Soy un líder, evidentemente», decía antes de enfrentarse a Italia, aunque admitía que también hay líderes en el campo. Pero la dimensión de Ramos había superado a la de la propia selección. Paulo Futre hacía una reflexión hace muchos años después de abandonar el cargo de director deportivo del Atlético, al que había conseguido devolver a Primera. «Hay nombres en el Atlético que superan la dimensión del club y eso no es bueno para su crecimiento», decía. Uno era él, los otros dos eran Jesús Gil y Luis Aragonés.

Sin Ramos la selección se ha convertido en un grupo de iguales, algo parecido a lo que sucedió cuando Luis Aragonés dejó de contar con Raúl, y ha permitido el crecimiento de muchos futbolistas. Incluso de los veteranos como Busquets y Koke, convertidos en referencias absolutas dentro del vestuario.

Durante el torneo ha seguido reforzando sus decisiones más comprometidas. Una de ellas era la portería, con Unai Simón. Desde que lo eligió nunca ha dudado de él. Le permite fallar, pero no dejar de ser él. Y Unai ha acabado siendo mejor portero de lo que era cuando llegó. Nunca había tenido ocasión de demostrar su personalidad en partidos tan comprometidos como los que ha vivido en la Eurocopa. En ningún partido fue tan evidente ese crecimiento como en el partido contra Croacia.

Él mismo admitía en sus primeros partidos como titular con la Roja que le costaba hacer la transición entre el juego que le pide Luis Enrique y el que le pide Marcelino en el Athletic. Le costaba jugar con los pies, pero después de más de un mes de concentración con la selección ha interiorizado de tal manera el juego con los pies que ni siquiera aquel gol de los croatas le ha hecho desistir. En ese mismo partido acabó haciendo paradas decisivas, igual que contra Suiza en los cuartos de final.

De Morata dijo que jugaría con él y diez más después de las críticas del primer partido contra Suecia. Marcó el «7» en el siguiente encuentro contra Polonia y se fue a abrazar a su entrenador. Ha insistido siempre en su apoyo al delantero, que también ha salido reforzado al final del torneo a pesar de su error en el penalti decisivo contra Italia. «Ha estado a un nivel bestial», dijo después el seleccionador.

Luis Enrique ha tratado de crear una familia y lo ha acabado consiguiendo. «He sido cercano [a los jugadores] toda mi vida. Siempre he sido cercano con el jugador, es una de las cosas que más me gustan, empaparme de la juventud de los jugadores», reconocía antes de la semifinal. Confía en este grupo y el grupo confía en él. Y espera que tenga continuidad en el Mundial. «No es que sea el bloque del Mundial, ojalá lo sea. Me gustaría llevar un bloque tan unido y tan potente como este», asegura.

Por el momento ha conseguido que España salga reforzada después de tres torneos sin pasar de octavos. Y que cuando le preguntan si ha visto algún equipo mejor que el suyo nadie discuta su «no».