Opinión

Benzema, Ancelotti y Yolanda Díaz

Carletto, en la celebración del título de Liga, era el padrino de la boda

Carlo Ancelotti, en La Cibeles
Carlo Ancelotti, en La CibelesPaul WhiteAgencia AP

Yolanda Díaz dice que su Gobierno hace cosas chulísimas; Benzema asegura que el Madrid el miércoles hará una cosa mágica; otros no tienen ni idea de lo que hacen y yo hago unos carbonara que los firmaría un cocinero del Trastevere. Será por hacer cosas en este mayo de Feria, isidril y polideportivo que se avecina.

Después de la fiesta liguera promovida por Ancelotti lo único que preocupa de la vuelta de semifinales de Champions es si Alaba tendrá localizada la silla blanca de camping que levantó el día del PSG mejor de lo que Ramos levantó aquella Copa del Rey que todos recuerdan. Hay que instaurar nuevas tradiciones en el reformado Bernabéu.

Los del Atlético presumen, así como dándose importancia, de que su sentimiento «no pueden entenderlo». Traten de entender lo del Madrid en Europa. Lo de la Liga ha sido sencillo. Lo de la Champions, más allá de soltar un «sujétame el cubata» y hablar de Benzema, Courtois y Modric, no hay humano capaz de explicarlo. El antimadridismo está ofreciendo síntomas de rendición que no ha logrado Putin en Ucrania. Lo del City-Real Madrid de la ida en un grupo de «guasap» eran comentarios dignos de un Racing Lermeño-Medinense del Grupo VIII de la Tercera División en los ochenta. Y si eso sucede en un grupo de gente futbolera sensata imaginen otros escenarios. En el centro del Foro la tarde del sábado olía a calles cortadas y Decimocuarta.

Y eso pese a Guardiola. Lo de Pep es caso aparte. Para la próxima conferencia de prensa que vaya Leo Harlem a ver si le saca una sonrisa. No es bonito que el gurú del buen fútbol sea menos agradable que el ministro de exteriores ruso. En eso Carletto es un ejemplo. En la celebración del título era el padrino de la boda. No se toma las cosas a la tremenda. Disfruta y se preocupa en su justa medida. Aplica una lógica muy de abuela que te acaba de preparar un cocido sin darse importancia. «Hay que defender mejor» o «Intento manejar las cosas de la forma más simple posible. El fútbol no es complicado. Hay dos cosas: defender y atacar». Y a ver quién le dice al campeón de Liga lo contrario.