LaLiga
El Atlético gana por necesidad (1-0)
Los rojiblancos fueron mejores que el Real Madrid, con muchos cambios en el once. Pudo marcar más tantos el conjunto local, pero acabó sufriendo en su área los últimos minutos
Pudieron ser muchos los goles del Atlético y pudieron llegar de otro modo, pero le bastó con uno de penalti para derrotar al Real Madrid y mirar más de cerca a la Liga de Campeones. Marcó Carrasco después de que el árbitro señalara los once metros por un pisotón de Vallejo a Matheus Cunha. Un penalti de esos modernos que los árbitros tienen que ver repetidos catorce veces en el monitor antes de pitar. Un penalti que marcaba la diferencia entre dos equipos que viven ahora mismo en universos diferentes.
El Real Madrid hubiera preferido estar en otro sitio, librarse de estos trámites antes de llegar a París. Jugaba por obligación el equipo de Ancelotti, pensando en no perder a nadie para la final de la Liga de Campeones. El Atlético, por la necesidad de encontrar su lugar en la máxima competición continental la próxima temporada. Era diferente la manera de los dos equipos de enfrentarse a cada balón. Unos se jugaban la vida y otros sólo le pedían al partido salir ilesos.
Y lo normal era que ganara el que jugaba por su supervivencia. Aunque no supo marcar esa diferencia sobre el césped. Tuvo oportunidades, muchas. Especialmente en la primera mitad, a partir de la inspiración de Carrasco. El belga es más peligroso cuanto más cerca está del área contraria. Pero el Madrid parecía capaz de resistir cualquier ataque del Atlético.
La agilidad mental y física de Carrasco contrastaba con el aturdimiento de Correa, que no acertó con ninguna de las oportunidades que tuvo. Tan evidente era que no era su día que Simeone lo dejó en el banquillo en el comienzo de la segunda mitad para que entrara Griezmann. El Cholo se decidió a poner en el campo a los delanteros que más problemas le han resuelto en la temporada una vez asumida la ausencia de Joao Félix. Por eso Griezmann y Suárez veían desde el banquillo a Cunha y a Correa. Ninguna de las oportunidades que había tenido el argentino fueron tan claras como el remate que mandó Cunha a las manos de Lunin en la segunda mitad.
Al brasileño le debe el Atlético la victoria, aunque el gol lo marcara otro. El portero ucraniano debutaba en el campeonato. La alineación era una señal de lo que le importaba al Real Madrid este partido. Era poco más que una molestia. Y el Atlético, en lugar de hacer sangre con el rival, dejó que el Real Madrid le ganara terreno en la segunda mitad. Que jugara en su campo mientras iba sumando titulares para que no se olviden de jugar antes de la final de la Liga de Campeones. Pero las oportunidades seguían llegando para los rojiblancos. Esta vez no era una dimisión como en partidos anteriores. Era una manera de esperar a hacerle daño al contraataque. Un homenaje a la historia. Fueron varias de Griezmann, un disparo desde lejos, una media vuelta en el área, que pudieron marcar la diferencia. O el remate de Carrasco al poste, cuando Lunin ya parecía superado.
La del Atlético era una pelea contra su propia fatalidad, que se ha multiplicado esta temporada. Contra esa leyenda que dice que cuanto más fáciles son las cosas para él más posibilidades hay de que salgan mal. Porque no son muchas las oportunidades en los últimos años de hacer daño con una goleada al máximo rival. La última fue con Ancelotti en el banquillo madridista, pero era otra vida, antes de que el Vicente Calderón fuera un descampado en obras que hace que se desvíe la M-30 a su paso. Aquel día Nacho y Varane eran los centrales de emergencia en el Real Madrid. Varane ya no está, después de dejar unos cuantos millones en las cuentas y Nacho ha dejado de ser un meritorio para ser el capitán en el partido del Metropolitano.
Y el Atlético no superaba el miedo de que apareciera el Madrid de los últimos minutos. El que resuelve partidos no se sabe cómo ni por qué. Y los fantasmas aparecieron en los instantes finales cuando Oblak tuvo que despejar un lanzamiento de falta de Asensio o cuando Nacho se sintió Sergio Ramos rematando de cabeza en el área un centro de Vinicius desde la izquierda. Pero Sergio Ramos está en París y todavía no se había llegado al minuto 93. Antes ya había avisado Valverde con un disparo lejano que salió no muy lejos del poste.
No se jugaba nada el Real Madrid pero no permitió que su rival se librara de la angustia de los últimos minutos. Como si fuera un entrenamiento para la final de la Liga de Campeones. Una manera de comprobar si la magia también funciona fuera de su estadio, de ver si el encanto está en el edificio o en la camiseta.
El edificio ayuda y la camiseta da miedo. No había ninguna razón sobre el césped para que el Atlético no hubiera llegado cómodamente a los últimos minutos en lugar de pelear contra el miedo. Pero el temor crece cuando la distancia es pequeña y el contrario busca en el banquillo para meter en el campo a Vinicius y a Modric. Benzema y Courtois fueron las únicas de sus estrellas sanas que no pisaron el campo.
No quería riesgos Ancelotti, pero sus jugadores no tuvieron más remedio que disputar el triunfo una vez que el Atlético le dejó con vida. Pero sin Benzema todo es más difícil.
Simeone puede descansar, aunque cada partido le acabe por quitar años de vida. La necesidad del Atlético pudo más, pero le cuesta ganar incluso a un equipo que no quería estar allí.
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