Atletismo

Milésimas para reír como la de Asier Martínez o para llorar... como la de Reyes Estévez

El oro del vallista navarro contrasta con la plata con la que se tuvo que conformar el mediofondista catalán en los 1.500 hace 20 años en el mismo escenario

Pascal Martinot-Lagarde, con Asier Martínez
Pascal Martinot-Lagarde, con Asier MartínezCHRISTIAN BRUNAAgencia EFE

Pascal Martinot-Lagarde se tomó con deportividad su destronamiento como campeón de Europa de los 110 metros vallas: “Fue horrible y magnífico. Hice mi mejor tiempo de la temporada, pero perdí contra un tipo que mejoró su mejor marca de siempre en la final, en el momento adecuado. ¿Cuánto es una milésima? ¿Un centímetro? Quizás ni eso. Hace cuatro años le gané yo el oro por cuatro milésimas a Shubenkov. Así es la competición. Asier Martínez es un gran campeón, un atleta que progresa cada temporada y que va estar muchos años en la élite”. El francés, de 30 años, es uno de los monumentos de la distancia y ganó en Múnich su duodécima medalla internacional.

En el juego incierto de las milésimas, le tocó perder igual que le tocó ganar hace cuatro años en Berlín. Es como si Alemania, y en concreto el Olympiastadion de Múnich, tuviese un magnetismo especial para los finales en el alambre. Hace veinte años, en el mejor Europeo de la historia del atletismo nacional, España y Francia también pugnaron por un oro dirimido en el canto de un euro. En aquella ocasión, fueron los galos quienes se beneficiaron del guiño del destino que privó al equipo dirigido por José María Odriozola del séptimo título continental en un campeonato que consagró a Manolo Martínez (peso), Alberto García (5.000), Chema Martínez (10.000), Antonio Jiménez Pentinel (3.000 obstáculos), Paquillo Fernández (20 kilómetros marcha) y Glory Alozie (100 vallas). Además, la delegación española sumó otras nueve preseas.

El 6 de agosto de 2002, pasado un decenio día por día de la consagración olímpica de Fermín Cacho en Montjuic, Reyes Estévez y Mehdi Baala eran los dos grandes favoritos para el título continental de los 1.500 metros. En una carrera lentísima, como la que salió, tenían motivos para temer el embalaje del portugués Rui Silva, finalmente bronce, pero el título se lo jugaron ellos en un esprint agónico que cerraron, casi hombro con hombro, en 3:45.25. La informática dio campeón a Estévez en primera instancia, tras diez minutos de espera sobre la pista, pero la photo-finish le concedió media hora después la victoria a Baala por un puñado de milésimas. “Lo más justo habría sido compartir el oro”, declaró el catalán tras recibir su medalla de plata. Muchos años después, el mediofondista español insiste en que no termina de tener claro quién cruzó antes la meta aquella noche también Múnich.