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Pérez de Vargas: «La gente sólo ve que nos dan pelotazos»

Portero de España

Pérez de Vargas: «La gente sólo ve que nos dan pelotazos»
Pérez de Vargas: «La gente sólo ve que nos dan pelotazos»larazon

Con un 42 por ciento de paradas es el mejor guardameta del Mundial

El esloveno Luka Zvizej bromea con Gonzalo Pérez de Vargas (10-1-1991, Toledo) mientras éste habla de Barrufet, Hombrados... «Estamos grabando», le dice el español. «Tú eres mejor que ellos», responde el extremo balcánico. Se ríe y se va. Entonces, el portero de España, que ha detenido el 42 por ciento de los lanzamientos, más que nadie, sigue contando a LA RAZÓN quién es y cómo ha llegado hasta aquí.

–¿Cuándo se puso por primera vez bajo una portería?

–En el segundo o tercer entrenamiento que hice, de niño, el entrenador preguntó que quién quería ponerse en la portería. No me preguntes por qué, pero ese día o nadie levantaba la mano o yo la levanté demasiado pronto.

–¿Y por qué balonmano?

–Nadie de la familia lo había jugado nunca, pero coincidí en preescolar con los hijos de un entrenador que quería crear un club para que sus hijos pudiesen jugar a su pasión. Al principio no llegábamos a diez, y por desgracia ese club ya no existe, pero hubo un momento en el que había 300 o 400 niños jugando a balonmano en Toledo. Ahora ése es mi grupo de amigos de toda la vida.

–¿Cuándo le llama el Barcelona?

–Me llama por primera vez con 15 años y digo que no. Fue en 2006. Llaman a mis padres y se lo comentan; lo pensamos y creímos que era pronto. Dudábamos si esa oportunidad se iba a volver a presentar, y por suerte lo hizo al año siguiente. Preguntaron: «¿Ahora ya no es tan pronto?». Lo pensamos más en serio y fuimos a que nos enseñasen todo.

–Y se fue a la Blume...

–Fue más duro para mi familia que para mí. Yo allí coincidí con un montón de deportistas con los que compartía 24 horas. Nunca tuve la sensación de estar solo, al contrario. Me divertía, habían cambiado mis costumbres, la tele para mí no existía allí y no tenía ningún problema en no verla.

–Y luego una experiencia fuera, en Toulouse. ¿Todo eso curte?

–Son experiencias gratificantes, al final cambias muchas cosas, el idioma, aunque francés aprendí rápido, la cultura, la liga... Me integré rápido, pero el Barça me llamó y no pude decir que no. Es donde he querido estar siempre.

–La sombra de Sterbik le persigue. Ha ocupado su puesto en el Barça, él es baja con España...

–Es alargada... Es de los mejores o el mejor, pero igual que él han estado allí Barru, Lorenzo Rico, Svensson... En el Barça siempre están los mejores y hay presión, pero la lista es larga y no puedes pensar en que estás sustituyendo a alguien. No me puedo comparar con Arpad, él ha ganado un montón y tiene una trayectoria más larga.

–¿Se imaginaba aquí?

–Lo piensas, lo sueñas. Tenía la espinita clavada del último Europeo, porque pese a conseguir medalla no me solté, no acabé de desplegar mi juego ni de soltarme. También es verdad que era mi primer torneo importante, pero este año me siento más tranquilo. Estoy disfrutando y eso hace que las cosas parezcan más fáciles.

–¿Hubo preocupación por el arranque de Mundial?

–Sabes que hay muchas cosas que mejorar. Del primer al segundo partido no vimos casi cambios, entonces dices: «Chicos, hay que apretar un poco más, que ahora llega lo bueno y no estamos como deberíamos». Si hubiésemos perdido, las dudas hubiesen sido mayores. Pero ganamos.

–Y ahora Dinamarca...

–Lleva un Mundial parecido a nosotros. Empezó más floja y ahora ya es una Dinamarca más reconocible. Pero tras estos partidos estamos con confianza y podemos plantar cara a cualquiera.

–¿Cómo os tratan a los jóvenes?

–Tenemos algunas cosas que hacer, como llevar los balones, que es una tradición, pero creo que las cosas han cambiado mucho en los últimos diez años y los jóvenes son mejor tratados, por lo que cuentan, de lo que los hacían antes. Les agradecemos que nos traten como a uno más.

–¿Hay que estar loco para ser portero?

–Somos diferentes. La gente dice eso porque sólo ve los pelotazos, porque nos tiran muy fuerte. Pero si te fijas en un partido los jugadores reciben golpes increíbles. Prefiero que me den un pelotazo a 110 por hora que un puñetazo en la cara. Se nos cataloga de raros, pero Sierra y yo somos tranquilos y normales

–¿Es un problema que sea daltónico?

–Es más divertido que otra cosa. Para nada es un problema. Yo al final tengo bromas con Saric. Por ejemplo, en el Barça le digo: «¿De qué color jugamos?», y es él el que me saca la camiseta.