Ginebra
Casillas, un problema mundial
La onda expansiva del terremoto que ha generado la suplencia de Casillas no se limita únicamente al Real Madrid y al Santiago Bernabéu. Los «daños» del seísmo ya han llegado a la Selección y tienen muy preocupado a Del Bosque cuando sólo quedan tres partidos oficiales y 289 días para el encuentro inaugural del Mundial de Brasil.
El técnico tiene claro que Iker ha sido y es su elección número uno para la portería, primero por su calidad, que está fuera de toda duda, y después por todo lo que representa y ha dado al fútbol español. Nunca ha habido debate en el combinado nacional respecto al meta titular, ni siquiera en los mejores momentos de Víctor Valdés. «Mourinho tiene que entender que tanto Casillas como yo somos hijos del Real Madrid», dijo al ser preguntado en plena guerra entre el capitán blanco y el técnico portugués. Vicente nunca dijo que Iker debía ser titular, pero sí reclamaba un tacto especial para él, algo que repitió en su visita a Granada el lunes: «No es igual que los demás por la cantidad de internacionalidades que tiene. Hay que ser afectuosos y respetuosos con él. Ser más de 140 veces internacional es la leche, sin que ello suponga discriminar a otros jugadores ni dejar de respetar las decisiones de los entrenadores», insistía el seleccionador, que el viernes incluirá a Casillas en la lista de convocados para los dos compromisos ante Finlandia (viernes 6 de septiembre) y Chile (martes 10).
El madridista será seguro titular en el primero de ellos, válido para la clasificación del Mundial, y también tendrá minutos en el amistoso en Ginebra ante el equipo suramericano. Mirando un poco más allá, Iker sí podría empezar a ser un problema para Del Bosque, que no puede garantizarle nada si se prolonga su suplencia en el tiempo. Todos los futbolistas saben que es clave jugar en sus equipos para ser indiscutibles con sus países y mucho más en el caso de los porteros, un puesto muy especial. Si Diego López se mantiene en la titularidad e Iker en el banquillo, Vicente tendría que replantearse las cosas y ser justo con los otros guardametas, que tienen un nivel muy alto y sí llegarían a la cita mucho más rodados y en forma.
Con el paso de los días, el abanico de posibilidades de futuro se va ampliando. El capitán blanco ha decidido no expresar públicamente su opinión ni su situación anímica, con lo que el debate va a seguir en los medios y en la grada. Hasta ahora, una salida inmediata era algo totalmente descartable, pero si Ancelotti sigue confiando en Diego cualquier cosa es posible. Un adiós en los próximos seis días, antes del cierre del mercado, sería la decisión más radical, mientras que la de esperar a enero y tratar de ganarse el puesto parecería más lógica. El problema es que el Mundial de Brasil está cada vez más cerca.
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