Fútbol.

La Champions sigue siendo terreno vedado para el Sevilla (1-2)

La justa derrota contra el Arsenal compromete mucho su clasificación para los octavos de final

Ramos trata de consolar a Marcos Acuña
Ramos trata de consolar a Marcos AcuñaJosé Manuel VidalAgencia EFE

Los dos puntos sumados en tres jornadas y la perspectiva de visitar Londres dentro de quince días no componen un panorama alentador para el Sevilla en esta Champions. Para variar. El equipo de Diego Alonso se inclinó con justicia frente a un rival mejor, aunque el exceso de confianza en su superioridad estuvo a punto de costarle un disgusto. De momento, el techo de los reyes de la Europa League en la máxima competición continental parece, más que de cristal, de hormigón. Sólo el empate entre Lens y PSV en Francia lo mantiene con vida.

¿El fútbol moderno se caracteriza por las rotaciones? Pues Diego Alonso debió llegar directamente desde el siglo antepasado porque repitió, tres días después, la alineación que opuso al Real Madrid. Repitieron los once, como cuando Ramón Encinas elegía a sus titulares en la concentración agosteña y sólo cambiaba por prescripción facultativa en un tiempo en el que ni siquiera estaban permitidas las sustituciones. Ya habrá tiempo de rotar en Quintanar de la Orden, quizá. También estaban repetidas las pancartas de animación, los denominados tifos, reciclados de la final de Budapest. Con esa protesta de amor infinito por la Europa League, "Nadie la quiere como nosotros", ¿no se estaba invocando freudianamente a la tercera plaza del grupo?

Aparte de la ocasión inicial de Martinelli, a quien Nyland ganó el mano a mano, la primera parte meció al público en un vaivén de pases insustanciales, como si las versiones más radicales de Lopetegui y Setién estuviesen dirigiendo. Los sevillistas corrían riesgos insensatos con el peloteo entre el portero y Soumaré detrás del punto de penalti y Arteta pretendía que David Raya mutase en Rice, lo que propició la mejor ocasión local en el primer acto, en robo de Ocampos cuyo pase no controló Lukebakio. Se asimilan a menudos estas tácticas con duelos ajedrecísticos, pero uno agradecería más que deparasen partidos de fútbol, para lo que sería imprescindible considerar la existencia de porterías. No ocurrió eso hasta el último minuto del descuento, cuando Gabriel Jesús destrozó a medio Sevilla con un requiebro y dejó solo a su compatriota Martinelli, que esta vez no perdonó.

Ese mazazo postrero noqueó a la grada, el misil a la escuadra de Gabriel Jesús nada más comenzar el segundo tiempo la mató y enseguida la resucitó Gudelj al poner el 1-2 con un remate en el primer poste un córner milimétrico de Rakitic. El Sevilla, falto de recursos, necesitaba ruido para hacer la hombrada y su entrenador sacó a Mariano para embarullar con dos puntas. Todo lo rudimentario que se quiera, pero era un plan que no obtuvo premio porque, entre otras cosas, a los centrocampistas locales les faltó oxígeno para terminar el partido en campo inglés. Raya vivió una noche tranquila, sólo alterada por un despeje de puños surrealista que estuvo a punto de convertirse en autogol. Al contrario, dio la impresión de que Arsenal habría hecho más sangre de haber apretado pero le bastó con mostrar su faz más reservona para llevarse merecidamente los puntos.