Restringido

Rosberg derrota a Maquiavelo

La Razón
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Llegó a tener el Mundial ganado hace meses, pero Nico Rosberg ha tenido que esperar hasta la última vuelta del último gran premio del campeonato más largo de la historia. Una epopeya. Y todo por culpa de Lewis Hamilton, un Maquiavelo de las cuatro ruedas, un tipo capaz de someter a su rival a una tortura psicológica brutal, propia de un estratega militar. Sí, de un sensacional competidor. Porque lo que hizo Hamilton fue competir para ganar su cuarto Mundial y así igualar a Vettel. Quizá por eso el alemán de Ferrari habló de «trucos sucios». Es absurdo, el piloto británico hizo lo que tenía que hacer en Abu Dabi: usar sus armas para lograr el objetivo. No tenía otra opción que ganar y provocar el error de su rival ralentizando la última carrera de la temporada para generar un barullo por detrás. Rosberg no falló y entró segundo, pero yo aplaudo el afán competitivo de Hamilton, sus ganas, su ingenio. Las reglas lo permiten, ¿por qué no usarlas hasta el límite? Las lágrimas de Rosberg estaban más que justificadas. Había soportado una presión brutal para alcanzar su sueño: ser campeón del mundo como su padre.

w Otro año perdido

¿Y qué pasa con Fernando Alonso? Pues otra vez perdido en mitad de la carrera, compitiendo con los Force India y los Williams, lejos de la lucha por el podio y a un mundo de poder ganar. Su mejor resultado del año, un quinto puesto, lo dice todo sobre su temporada. Fernando insiste en que fue un acierto dejar Ferrari, pero los resultados dicen otra cosa muy diferente. Quizá al tercer año en McLaren vea la luz y pueda luchar por el que sería su tercer campeonato, pero hasta ahora ha sido un fiasco. Se mire por donde se mire. Mejores sensaciones ha dejado esta temporada para Carlos Sainz. Otro año de aprendizaje, ahí hay madera para convertirse en el segundo español en ganar un Mundial de F-1.