Atlético de Madrid
Tira tira: El divorcio con Griezmann
La afición del Atlético le bajó el pulgar a Griezmann, lo que vengo advirtiendo hace tiempo en «El Chiringuito» y en estas páginas. El francés se ganó a pulso su condición de estrella e ídolo de la hinchada, como a pulso está tirando a la basura todo ese cariño. El sábado, en el Wanda, Simeone volvió a sustituirle con 0-0, como ya hizo en Riazor. Y Antoine se llevó la pitada mayoritaria del estadio. «Alea iacta est», divorcio consumado.
Pitos justificados
Los pitos estaban más que justificados. El aficionado colchonero está harto de la falta de respeto que ha mostrado el jugador desde el pasado verano. Cada vez que abre la boca fuera de España, se regodea con algo más que sonrisas y bromitas sobre su evidente deseo de irse del Atlético y dejar de vestir de rojiblanco. Que si el United, que si le gustaría jugar con Neymar y Mbappé, que si el Barça está al acecho... Ni un guio al Atlético, el club y el equipo en el que ha crecido hasta llegar a sentarse hace dos años con su Balón de Bronce en la misma mesa en la que estaban Cristiano Ronaldo y Messi.
Atenuantes
No hay atenuantes que le salven de la hoguera, por mucho que el discurso oficial gire hacia la búsqueda de la redención, algo así como «Salvemos al soldado Antoine». Su rendimiento es mejorable, más allá de que cumpla a veces con esas obligaciones defensivas en el repliegue del equipo. Se justifica al francés diciendo que está muy solo arriba, lo que en ocasiones es evidente, pero para eso están los «cracks» que cobran como tales, para decidir partidos. Y en este Atlético y con este mismo entrenador ha crecido desde que llegó de la Real Sociedad. El problema es que Griezmann está con la cabeza en otro sitio...
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