Vuelta a España
Sólo Froome y Contador
El español es el único que resiste el ataque del líder en el Xorret del Catí. Sacaron tiempo a todos sus rivales. La victoria fue de Alaphilippe
El español es el único que resiste el ataque del líder en el Xorret del Catí. Sacaron tiempo a todos sus rivales. La victoria fue de Alaphilippe.
Contador y Froome están condenados a entenderse, convencidos como están de que el objetivo es eliminar rivales para que la Vuelta se reduzca a un mano a mano entre los dos. Eso parece de momento, aunque sólo es una pelea desde la distancia. Alberto tiene más prisa, paga los más de dos minutos y medio que perdió en Andorra por culpa de problemas digestivos. Froome mide los tiempos. No necesita atacar, pero ataca. Sabe que la contrarreloj de Logroño es suficiente para decidir la carrera, pero ayer atacó. «No tengo nada que demostrar», dice. «No tengo miedo de quedarme sin fuerzas», añade.
Froome se siente fuerte. Advierte de que es la primera vez que ha podido preparar la Vuelta. Otros años llegaba con las fuerzas que le sobraban del Tour. Este curso decidió retrasar su preparación, empezar a competir más tarde y no estar en plena forma antes de comenzar la carrera francesa. Ganó en París y, de momento, no hay nadie tan fuerte como él en la Vuelta. Sólo Contador parece capaz de competir con él en su último duelo. «Tengo esa sensación», dice el británico. Es el adiós a una rivalidad, pero competirán hasta el final. «Alberto no está aquí para hacerse selfies», asume Froome.
Por eso fue el único que lo aguantó cuando el líder atacó en las rampas del Xorret del Catí, un puerto no muy largo, pero con rampas exigentes, de ésas que sueldan las ruedas al asfalto.
Se fue el británico y Contador, detrás. Hasta que Alberto decidió relajar el ritmo, respirar y no asfixiarse para poder cerrar el hueco que había entre ellos. Llegaron juntos a la meta, aunque el español entró primero. Igual que en Alcocebre.
Es un detalle que le sirve para demostrar que tiene fuerzas y que está en condiciones de pelear. «Nunca me he ido», dice Alberto Contador, todavía con la respiración acelerada después de cruzar la meta cuando le preguntan si ha vuelto. «Seguimos confirmando que lo de Andorra fue un espejismo, que el estado de forma es bueno», asegura. «Son cosas que pasan, fue un virus de estómago y el ciclismo es así», reflexiona Jesús Hernández, su amigo, su compañero inseparable, que llegó junto a él y a Froome a la meta. Contador no se fija objetivos, pero peleará por todo hasta el final. «El día que Alberto no piense en subirse al podio es que ya se ha retirado», explica Jesús. Tampoco se olvida de las victorias de etapa. «Si hubiera una a punto, quiero luchar por ella», dice.
Ayer no era el día. El triunfo estaba entre los que marchaban por delante. Se lo jugaron entre Polanc, Majka y Alaphilippe. Ganó el francés.
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