País Vasco
Triunfo antes de la batalla final
El portugués Rui Costa logró hoy la victoria en la decimosexta etapa del Tour, en Gap, al culminar en solitario una larga escapada que se formó antes de que el pelotón afronte los Alpes.
En realidad, Rui Costa no iba a ser ciclista. Iba para atleta... así de alto, así de zancudo y con esos ojos tan felinos y tan agresivos que de una mirada matan. Pero a los once años su padre le convenció para que se subiera a la bicicleta, que le iba a gustar, le insistía. Que probara, que a él le hacía mucha ilusión. Y Rui se enamoró de aquello. Su ascenso fue fulgurante, con 20 años ya era profesional, en el Benfica, y dos años después daba el salto al PRO-Tour, al Caisse d'Epargne. Pero por veloz que fuera su enamoramiento, las historias de pasión verdadera no se entienden sin dolor y sufrimiento.
El de los puños, primero. Rui Costa y Carlos Barredo libraron una batalla campal en la meta de la séptima etapa del Tour de 2010, querían tirarse hasta la rueda el uno al otro. Dos semanas después acabaron juntos celebrando el final del Tour en la noche parisina. El amor. El odio. A Rui Costa una barrita energética casi le deja sin su prometedora carrera ciclista. Fue hace tres años, semanas después del Campeonato de Portugal de crono, que ganó. La UCI testificó un positivo por un extraño estimulante, metilhexaneamina, un suplemento alimenticio que no aparecía entre los ingredientes de nada que hubiese ingerido. Eusebio Unzue lo apartó del equipo, tampoco lo quería de vuelta, era demasiado individualista, demasiado egoísta en un equipo como el suyo, donde la fuerza reside en la unión. Pero Rui insistió, amor propio, él se sabía inocente.
Y lo demostró. Mandó analizar una barrita energética y se comprobó que estaba contaminada. Así logró rebajar su sanción a cinco meses, pero de esa mancha no se librará nunca. Ayer, en la meta de Gap que hizo suya, se lo volvieron a preguntar. Y su sonrisa, plena, la de una segunda victoria en el Tour después de la de Super Besse en 2011. «Una sensación incomparable, imposible de explicar », decía entre sonrisas antes de que le recordaran el pasado y hundiera esa mirada fiera. Pero recuperó la sonrisa, su victoria hace respirar al Movistar después del descalabro de Saint Amand Montrond y los inspira para ascender posiciones con el escalador Nairo Quintana y pelear por el podio. Hay terreno. La crono de hoy, muy parecida a la que le dio el triunfo en País Vasco, 32 kilómetros con dos puertos; Alpe d'Huez, el jueves; Grand Bornand, Glandon, la Madeleine, Tamié, l'Épine y la Croix Fry y el inédito Annecy Semnoz entre viernes y sábado. Montaña para la batalla final.
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