Cerco a la corrupción

La UDEF tumba a Pina

El arresto se enmarca en una operación contra el blanqueo de capitales procedente de traspasos de jugadores y otras actuaciones irregulares

Quique Pina atiende a los medios en una imagen de archivo
Quique Pina atiende a los medios en una imagen de archivolarazon

El consejero delegado del Cádiz y ex propietario del Granada y del Ciudad de Murcia, detenido por delito fiscal y blanqueo de capitales.

Una grave lesión impidió a Quique Pina subir de la Segunda División B. Siendo una promesa del fútbol, su carrera quedó varada en el Mérida, a una humilde orilla del Guadiana. El día de su lesión, como hizo entre lágrimas Escarlata O’Hara en aquella memorable escena, el jugador se prometió a sí mismo que no volvería a pasar hambre. Y así fue, así ha sido hasta ayer. Enrique Pina Campuzano (Murcia, 1969), ex futbolista, intermediario y actual consejero delegado del Cádiz Club de Fútbol, fue detenido ayer por la Policía Nacional en el marco de la «Operación Líbero». La Audiencia Nacional, en coordinación con la Fiscalía Anticorrupción y la Agencia Tributaria, aprecia en las andanzas del hasta ahora dirigente del Cádiz indicios de, entre otros cargos, delito fiscal, blanqueo de capitales y falsedad documental en la venta de futbolistas.

Ha sido tirar la Justicia del hilo y descoserse las costuras del fútbol. La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía (UDEF) practicó registros en Cádiz, Murcia y Barcelona. En Granada, que como en Murcia también ejerció como propietario de un club, agentes de la Policía inspeccionaron las dependencias de la entidad, así como las del Cádiz, en el Ramón de Carranza y en la ciudad deportiva de El Rosal. El partido, con un árbitro pitando desde la Audiencia Nacional, se antoja complicado para Pina.

En Granada y Cádiz la detención no ha extrañado. Nadie cree ya en los milagros. Al equipo de la capital nazarí, al que Pina dirigió desde 2009 hasta 2016, lo ascendió a Primera desde Segunda B en dos temporadas, un hito que no recordaban ni los más viejos de Sacromonte. Todo iba sobre ruedas, aunque las cloacas empezaron a oler. Fue la sede del Granada Club de Fútbol de donde desaparecieron una vez, en 2010, grandes sumas de dinero del club. Y resultó lo imprevisto: una limpiadora había tirado al contenedor, por error, una cantidad indefinida de bolsas de basura con dinero en efectivo. La anécdota apestó.

No ha sido Pina un hombre de tarjetas. Mejor en billetes. Al dueño del Cádiz se le acusa de presuntos desvíos de activos de los clubes que ha regentado para recibir montantes no declarados a través de terceros y realizar compras de inmuebles. Hasta un barco consta en sus adquisiciones. Su negocio comenzó con la propiedad del Ciudad de Murcia, en 1999. Ya en sus inicios dejó clara su meta. El objeto social de aquella sociedad anónima deportiva incluía también el negocio inmobiliario.

Al Ciudad de Murcia lo elevó de la insignificancia de Regional a la Segunda División en cuatro temporadas. El meteorito de Pina dejó al equipo a dos puntos de la Primera. Por entonces hacía sus pinitos como representante de futbolistas. Iván Helguera a la Roma o Javier Saviola al Barcelona, unas compras allí, unas ventas allá y las comisiones al canto. Pina vendió el club murciano a Carlos Marsá, presidente del Granada 74, con quien se intercambió el billete de vuelta. Luego vendería el Granada al empresario chino Jian Lizhang. Y desde la pasada temporada, la 16-17, ha controlado los designios del Cádiz. Hasta ayer.

Durante estos años, Pina ha intimado con la crema del fútbol. Con Gino Pozzo, actual dirigente del Udinese italiano y el Watford inglés, congenió en Granada. De ese periodo consta otro de sus borrones, aireado por las filtraciones de Football Leaks: el traspaso del franco-argelino Yacine Brahimi que realizó la entidad granadina al Oporto costó 6,5 millones en 2014, dinero que no desembocó en el club sino en una empresa del holding familiar de los Pozzo.

También ha intimado Pina con el ex presidente del Sevilla José María del Nido, con quien compartió una sociedad común, «Locos por el balón», que en 2013 compró la mayoría accionarial del Cádiz. El ingenio gaditano los rebautizó en diez minutos: «Locos por el talón». Además de su abogado personal, Del Nido ha sido confesor áulico de Pina, al que le endosó un caballo de Troya, Manuel Vizcaíno, antiguo consejero del Sevilla y actual presidente del Cádiz. Los días de vino y rosas de Pina y Vizcaíno, consejero delegado y presidente cadistas, ya son historia. Ayer mismo, mientras Pina estaba siendo esposado por la UDEF, Vizcaíno se refrescaba el gaznate con Mágico González en un restaurante de El Salvador. Qué casualidad.