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Djokovic irrumpe con fuerza en la final de Madrid tras ganar a Thiem en un partido colosal

El serbio se impuso en dos "tie breaks"(7-6 [7/2] y 7-6 [7/4]) y alcanza su primera final desde el Abierto de Australia. Su rival será Nadal o Tsitsipas

Djokovic celebra uno de los puntos que ganó a Thiem
Djokovic celebra uno de los puntos que ganó a Thiemlarazon

El serbio se impuso en dos "tie breaks"(7-6 [7/2] y 7-6 [7/4]) y alcanza su primera final desde el Abierto de Australia. Su rival será Nadal o Tsitsipas

El Mutua Madrid Open es un torneo de contrastes, para la vida y para el tenis. En las gradas hay gente que se pide una semana de vacaciones para poder ver a sus ídolos tenísticos, y otros que son invitados que apenas saben quién está jugando. Fuera de las gradas están los que tiene que pagar ¡nueve euros! por un bocata de calamares y están los que aprovechan la desmesura de la zona VIP, con todo tipo de manjares. Y en la pista están dos tenistas fantásticos, Djokovic y Thiem, uno que aspira a demostrar que sigue siendo el mejor, que tiene hambre (deportiva) y que pretende dar guerra en Roland Garros y volver a conquistar París, contra otro que es el aspirante al trono de Nadal en tierra batida. El austriaco Thiem es de una generación intermedia entre los Nole, Rafa y compañía y los más jóvenes. Cumple 26 años en septiembre y está a punto de caramelo ya para grades hazañas. De hecho, ha conquistado su primer Masters 1.000 este curso, en Miami. Y aunque no pudo con Djokovic en las semifinales de Madrid (7-6 [7/2] y 7-6 [7/4]), promete batalla en los torneos que quedan por llegar, sobre todo en el Grand Slam francés, donde el curso pasado ya fue finalista.

Thiem y Nole ofrecieron un partido de los que merece la pena pagar por él y que seguro que satisfizo al que se ha tirado parte del año ahorrando y esperando este momento. Le hizo olvidar los nueve eurazos que pagó por los calamares. Es el poder del deporte. Es la ambición de dos tenistas que jugaron a un ritmo de vértigo desde el primer momento. No hubo un golpe del tenis que no se viera en la pista Manolo Santana de la Caja Mágica. Dejadas, voleas, cortados... Golpes planos y potentes para acabar los puntos, tiros con mucho efecto desde el fondo, sobre todo de Thiem, capaz de hacer que la pelota brinque y suba tras el bote, por eso es tan peligroso en tierra batida; reveses a una mano del austriaco, o el de dos manos de Djokovic, un hombre que parece que tiene superpoderes, como Reed Richards, el líder de los Cuatro Fantásticos que se estira como un chicle. La capacidad defensiva del serbio va más allá de lo natural y uno de esos puntos milagro que logró, salvando un remate y contestando con un globo, volvió loca a la Caja Mágica y a él mismo, que lo celebró sacando el puño a lo Rafa Nadal. Fue para ponerse 4-1 en el tie break, pero hay que rebobinar para explicar un poco la pelea anterior: eran dos colosos, ninguno jugó mal, se trataba de ver quién podía ser un poco mejor. Y Thiem logró un "break"de ventaja y se colocó 1.3, y Nole lo recuperó rápido para el 3-3, y nadie más consiguió otra rotura hasta el "tie break", por mucho que el serbio fuera amenazado en el 4-4 por su rival (15-40) y por el árbitro, que con dos "warning"casi seguidos le hizo perder un primer servicio sin sacar. Pero sobrevivió Djokovic a eso y al revés de Thiem, de los pocos que aguanta en el circuito en el cara a cara del juego cruzado contra el del número uno del mundo. No es sólo el romanticismo de que lo dé a una mano, es que es un revesón el de Thiem. Siguiendo con la temática de los superhéroes, si Nole es Mr Fantástico, su oponente en semifinales se parece a Hulk, no en el aspecto, sino en la potencia y energía que muestra en cada golpe.

Pero en este duelo de ver quién era un poquito mejor, Djokovic salió vencedor, más sólido en el "tie break"del primer set y resistente en el segundo parcial, que Thiem empezó de la mima manera: a palos, a tiros con efecto, a una batalla de frente, nada de guerra de guerrillas. Apretó el suizo, y lo hizo mucho, logró por fin la ruptura que tanto había buscado, para colocarse 4-2, con ventaja otra vez; pero la decepción fue rápida, ya que no la concretó al juego siguiente. Djokovic se puso 4-3. El coco venía, y el coco llegó con fuerza para imponerse en otro "tie break"después de que le temblara la mano cuando tenía 6-5 y saque. Hasta a los mejores les pasa. Pero el número uno del mundo dijo: aquí estoy yo. Triunfos como este le ayudan a dejar atrás las dudas que traía de los últimos torneos, desde que conquistó el Abierto de Australia. Y su próximo desafío será el gran desafío (Rafa Nadal) u otro jovencito con ánimo de derrocar reyes (Tsitsipas).