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El enigma de los goleadores
Por primera vez en su carrera Cristiano Ronaldo se ha encontrado con unos límites. Él, un futbolista acostumbrado a superarse cada día, a llegar mañana un poco más lejos, este final de temporada ha comprobado cómo su cuerpo le decía basta y como el resto de los mortales hacemos habitualmente, ha tenido que hacerle caso.
Ha sido una batalla de Cristiano contra sí mismo, pero también contra las opiniones que le aconsejaban cosas que él no pensaba adecuadas. Ronaldo conoce su cuerpo, lo cuida y esta vez le ha traicionado un poco. Ha querido jugar algunos encuentros, pero ha tenido que frenar su impulso: la final de la «Champions» era demasiado importante como para jugársela por una mala postura. El partido de hoy, el encuentro que desde que llegó al Madrid llevaba buscando el portugués, es una incógnita. El mejor futbolista de la competición, que ha sumado 16 goles, es un enigma.
Mayor es el de Costa, que ayer se entrenó e hizo un par de esprints. La semana del delantero atlético ha tenido de todo y por lo que parece mucho de drama, en el sentido de teatro, de actuar para la galería. De repente no está bien, pero después surge el milagro y ayer quiso aparentar que era un futbolista en plena forma. Había dos versiones acerca del entrenamiento que hizo ayer. Algunos pensaban que no había forzado, que se le veía renqueante. Otros opinaban que no estaba tan mal. La duda no se resolverá hasta antes del partido. Por si acaso, Sergio Ramos aseguró ayer que no le preocupa que juegue su compañero de Selección. Pero un partido sin Costa es un encuentro mucho más tranquilo para la defensa madridista. El Atlético empieza en Courtois y acaba en el delantero, que con sus carreras da sentido al juego colectivo, a la resistencia colectiva del resto de futbolistas. Adrián o Villa no son lo mismo.
Si no juega Diego Costa se pierde uno de los grande duelos del encuentro. Sólo el delantero hispanobrasileño puede intentar medirse con Cristiano Ronaldo. El resto de futbolistas sobre el campo se encuentra en un nivel inferior. Ayer, mientras el Madrid se entrenaba, en el pasillo da salida al campo, en un córner, un grupo de niños ataviados para ensayar el espectáculo que prepara la UEFA para antes del partido, esperaba su momento y vieron que al fondo se entrenaban los futbolistas del Madrid, es decir, que al fondo estaba Cristiano Ronaldo. Iban disfrazados, pero encontraron los bolsillos donde guardaban los móviles y haciendo fotos, buscando una imagen, comenzaron a corear el nombre de la estrella del Real Madrid.
Es el hombre del partido. Sabe que un buen papel hoy le acercará a su segunda «Champions» y le acercará un poco más al Balón de Oro (sí ya hay que hablar del Balón de Oro) de diciembre. No hay nada como que el mundo esté pendiente para que Ronaldo olvide la semana de pasión, el fin de Liga tan extraño que ha tenido. Es el día perfecto para que se revuelva contra todo lo que le ha sucedido y vuelva a poner en duda que es un hombre como los demás, con límites infranqueables.
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