El nuevo Fernando Torres

Fernando Torres parecía dispuesto a firmar una repetición de su final de la temporada pasada en la que se ganó su renovación. Dejó de marcar en las mismas fechas y recuperó el gol al tiempo que lo hacía el curso pasado. Conseguía, además, tantos espectaculares, como el que marcó al Celta de espaldas a la portería. Hasta que cayó inconsciente sobre el césped de Riazor y se vio obligado a parar. El golpe no le ha dejado ninguna secuela, pero en los últimos partidos ha aparecido un nuevo Fernando Torres, que no marca, pero reparte asistencias. Ha dado tres en los últimos dos partidos, tantas como goles marcó el Atlético contra el Málaga y la Real Sociedad. Y ya suma cinco en toda la temporada, su mejor marca como rojiblanco. Sólo en sus dos primeras campañas completas con el Chelsea repartió más, seis en cada curso.

Torres ha aprendido a encontrar recursos cuando se le niega el gol, como en el partido contra la Real, cuando estrelló su mejor ocasión contra el poste y el rechace lo mando al lateral de la red. Fernando sigue trabajando y sumando para el equipo sin pensar en su renovación. Igual que sucedió el año pasado.

Es Simeone quien decide sobre el futuro de Torres, pero él, de momento, no se plantea escuchar otras ofertas. Su intención es continuar en su casa, en su ciudad, en su club al menos un año más, sin provocar otros ofrecimientos.

Es el cuarto jugador que más goles marca con el equipo y también el cuarto que más remates intenta. Ha marcado cinco tantos y ha disparado veinticinco veces. Pero sobre todo es el jugador al que más aplaude el Calderón. En el partido contra la Real volvió a marcharse ovacionado por una afición que no quiere verse obligada a elegir entre sus dos grandes ídolos, el Cholo y el «Niño».

Simeone administra con cuidados sus minutos. En casa y fuera. Ha disputado 23 partidos, seis menos que Griezmann. Pero mientras el francés suma 2.475 minutos, Fernando se queda en 1.038, casi un 42 por ciento de los que juega el «7». Son pocos, pero se esfuerza por aprovecharlos.