Sin pólvora
El Atlético muere en la orilla ante el City (0-0)
La expulsión de Felipe le cortó el ritmo cuando estaba más cerca del gol que necesitaba para igualar la eliminatoria contra el equipo de Pep Guardiola
El Atlético se quedó al borde de una remontada que parecía inalcanzable. Le faltó el gol, pero esta vez no se puede decir que no lo intentara. Tenía otro espíritu el equipo de Simeone, diferente al de la ida. Arropado por su estadio y por la necesidad, fue a buscar más arriba al Manchester City, aunque hay cosas que no cambian, como la soledad de Joao Félix. El portugués estaba rodeado de piernas enemigas cada vez que recibía la pelota. Le costaba la vida aguantarla hasta poder ver a un compañero liberado y el City, poco a poco, iba metiendo al Atlético en su campo. Sin la profundidad del encuentro anterior, pero cada vez más cerca del área. Y con más facilidad para encontrar huecos, como demostraron Mahrez y Walker en la primera mitad, que cogieron la espalda a Reinildo y a Lodi antes de que Gundogan acabara rematando al palo.
Guardiola no ofrecía a la defensa del Atlético una referencia fija en el área. Por allí circulaban Foden o De Bruyne. O nadie, esperando que llegara alguien a ocupar ocupar la zona de remate por sorpresa. Pero no llegaban las oportunidades más allá de ese disparo al palo de Gundogan.
El Atlético esperaba una señal, que sonara el despertador para buscar la remontada. Y ése fue un disparo de Griezmann desde fuera del área que se marchó cerca del poste. Se llevaban unos minutos de la segunda mitad y fue como si en el Metropolitano se encendiera la calefacción.
La grada se animó a cantar y el Atlético entendió que era el momento de apretar. Koke acompañaba a Joao Félix en la presión a la salida de la pelota. Y con él, todos detrás. Se trataba de no dejar respirar al City, de asfixiarlo y mantenerlo cerca de su portería para aprovechar cualquier error.
El City era incapaz de hacer su juego y el Atlético se dejaba la vida en la presión. Koke dejó su sitio a De Paul para que no bajara la intensidad de la presión. Y lo primero que hizo el argentino fue disparar a portería. Salió desviado el disparo, pero era un recordatorio de lo que necesitaba su equipo. Repitió poco después, pero sin que tuviera que parar Ederson, que hasta entonces sólo se había tenido que esforzar en un lanzamiento de Kondogbia en la primera mitad.
Simeone buscó el gol con la entrada de Luis Suárez en el campo y el uruguayo tuvo su oportunidad, pero le sobraron cinco años para llegar con ventaja a la pelota y poder rematar en condiciones.
Todo empujaba hacia el gol del Atlético hasta que a Felipe se le cruzó el cable. El brasileño decidió desde el comienzo del partido que su único objetivo era pegar a Foden. Y lo cumplió. En la primera parte le golpeó en la espalda en un salto de cabeza. Un ejercicio de violencia innecesaria del que el árbitro no se enteró porque el brasileño se marchó sin la tarjeta amarilla que había buscado y el delantero del City, con puntos en la cabeza y un vendaje que recordaba a los defensas de comienzos del siglo pasado.
Felipe demostró no entender nada de lo que necesitaba su equipo. A Foden tardaron tiempo en recomponerlo y con esa falta cortó el ritmo de su equipo. Y tampoco entendió que la tarjeta quedaba pendiente para la siguiente patada. Y no se le ocurrió otra cosa que dar una patada por detrás a De Bruyne en el centro del campo en una jugada que no iba a ningún sitio. Ya tenía la amarilla.
Peor fue lo del final del partido. Fue a cortar una arrancada de Foden en el costado derecho de la defensa de su equipo. Despejó la pelota con la derecha y, cuando ya había salido, le dio una patada con la izquierda. El inglés quiso ganar tiempo metiéndose otra vez en el campo. Savic fue a sacarlo y se armó una tangana descomunal que volvió a frenar al Atlético. Savic se llevó una tarjeta amarilla y otra, Aké.
El partido volvía a empezar de cero, resumido en los nueve minutos de prolongación. El Atlético tenía un jugador menos, pero no dejó de intentarlo. Y en esa «prórroga» que le dio al partido la estupidez de Felipe, al que tuvo que sacar Koke del campo después de dar una patada a un micrófono, llegaron más oportunidades que en los anteriores noventa. Ederson despejó primero una falta de Carrasco y después, un disparo de Correa. Oblak tuvo que detener otro intento de Gundogan.
Le faltó poco al Atlético. Le sobraron el planteamiento del partido de ida, que le obligó a jugárselo todo en noventa minutos pero un gol por debajo, y la actitud de Felipe, que le robó a su equipo un jugador y el ritmo que necesitaba para la remontada. El enemigo estaba en casa.
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