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Fútbol

Carrasco alivia la siesta del Atlético

Un polémico gol de penalti con el tiempo cumplido dio la victoria a los rojiblancos ante el Espanyol, que había empatado gracias a una falta que no era

Los jugadores del Atlético celebran el segundo gol de Carrasco
Los jugadores del Atlético celebran el segundo gol de CarrascoGonzalo Pérez MataLa Razón

El Atlético salvó otro tostón con la ayuda del VAR y del acierto de Carrasco, que marcó los dos goles de su equipo. El segundo de ellos, con el tiempo ya cumplido y desde el punto de penalti. Una jugada incomprensible en la que el árbitro, Figueroa Vázquez, señaló los once metros por un rebote en la mano de Raúl de Tomás, que trataba de protegerse la cara.

Una acción ridícula. Tanto como la jugada del empate del Espanyol. El árbitro transformó un rebote involuntario en falta al borde del área por mano de Kondogbia, que fue expulsado por ver la segunda amarilla en esa jugada. Hasta Oblak falló en esa acción, incapaz de atrapar el balón que mandó De Tomás a su sitio y sin demasiada fuerza.

El Atlético volvía a empezar el partido con un jugador menos por la equivocada decisión del árbitro, que consiguió que hubiera tres goles donde era un milagro que hubiera uno. Hizo más que nadie por sacar a los espectadores de la siesta a la que invitaba la hora, el calorcito de la tarde y el final de las vacaciones de Semana Santa.

Aunque acabó ganando, la reflexión en el Atlético tiene que ser mucho más profunda que quedarse con el resultado. Porque otra vez, aunque se equivocara en el gol, tiene que dar las gracias a Oblak, que salvó un remate de Cabrera en la primera mitad y un disparo de Darder en la jugada inmediatamente anterior al primer gol de Carrasco.

El disparo del belga era el único del Atlético entre los tres palos hasta ese momento. Hubo otro poco antes, pero Cunha estaba en fuera de juego cuando recibió la pelota. Carrasco fue el único que comprobó si Diego López, el portero del Espanyol, se había puesto las manos. Obligó a esforzarse al portero del Espanyol antes de que le dieran la oportunidad de lanzar desde los once metros.

La polémica alargó el partido hasta el minuto cien, el límite que parece marcado para los partidos entre el Atlético y el Espanyol.

El penalti era la última jugada del partido. Así lo había advertido el árbitro y así fue. No había más opción para el Atlético que el gol de Carrasco para disimular otro partido espantoso y seguir enganchado en la pelea por la Liga de Campeones. Contrasta la intensidad de la celebración con el juego visto sobre el césped.

El Atlético se ha instalado en una rutina intrascendente, de la que sólo sale cuando encuentra una motivación especial, como le sucedió en el partido de vuelta contra el Manchester City. Un dejar pasar la vida que no le lleva a ningún sitio y que le complica la clasificación, aunque de momento va salvando los partidos.

Aunque el coste es alto. En el último tramo del primer tiempo perdió a Lemar, que se echó la mano atrás después de una carrera. Una lesión muscular que puede despedirle de la temporada. El francés se quedó en el banquillo en la segunda mitad, igual que Joao Félix, que estaba dolorido.

Y sin ellos fue capaz de ganar un partido en el que apenas tuvo oportunidades, fueron más las del Espanyol. Joao Félix, como es habitual, parecía el único capaz de sacar a su equipo del aburrimiento mientras estuvo en el campo.

Pero se fue él, entró Carrasco y el Atlético encontró la vida y los tres puntos que necesitaba. A los rojiblancos ya sólo les queda la Liga como objetivo. Un objetivo menor porque hace tiempo que dejó de contar como candidato al título. Lo suyo es la supervivencia. Y para eso aún puede confiar en Oblak y, además, ha encontrado a Carrasco. Un buen «fichaje» para las últimas jornadas de Liga.

El Atlético se agarra a los resultados y, aunque no encuentre argumentos que los sostengan, está más cerca de regresar a la Champions la próxima temporada.