
Polémica
Cristóbal Soria explota contra Junts: "Pero, ¿cómo?, por favor"
El tertuliano andaluz ha respondido en Espejo Público a las palabras de Turull, político catalán contra Andalucía

La reciente polémica entre dirigentes catalanes y andaluces ha reavivado un debate político y social que, aunque no es nuevo, ha cobrado fuerza por la contundencia de las declaraciones y el eco que han tenido en los medios de comunicación. Todo comenzó cuando Jordi Turull, secretario general del partido Junts, criticó duramente en televisión las rebajas fiscales anunciadas por la Junta de Andalucía, generando una oleada de respuestas desde distintos frentes políticos y sociales.
Junts, contra Andalucía
Turull expresó su rechazo a estas medidas asegurando que, en la práctica, con el dinero de los catalanes se estaban subvencionando gastos como el gimnasio o el cuidado de mascotas en Andalucía. Estas palabras desataron la indignación inmediata del gobierno andaluz, que respondió con firmeza, acusando al dirigente catalán de menospreciar a la comunidad y alimentar tópicos clasistas que dividen a la sociedad española.
Desde la Junta de Andalucía, el presidente Juanma Moreno fue uno de los primeros en salir al paso, calificando las declaraciones de Turull como un ataque directo a la autonomía andaluza. Moreno afirmó que el dirigente de Junts estaba "mirando por encima del hombro" a los andaluces, y le reprochó caer en una actitud que, según él, refleja un profundo desconocimiento y desprecio hacia la realidad económica y social de Andalucía.
La controversia no se limitó a los gobiernos autonómicos. Desde el Ejecutivo central, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, también reaccionó, rechazando rotundamente cualquier insinuación de que Andalucía viva a base de subsidios. Montero, andaluza de origen, defendió la legitimidad de las políticas fiscales adoptadas por la Junta y criticó lo que consideró una narrativa perjudicial que enfrenta a territorios y ciudadanos.
Cristóbal Soria explota
La tensión política se trasladó rápidamente a los platós de televisión, especialmente a programas de debate como Espejo Público, donde el colaborador Cristóbal Soria expresó con vehemencia su malestar ante lo que considera una actitud reiterativa por parte de ciertos sectores catalanes. “¿Sabes qué pasa? Que es que ya llueve sobre mojado”, dijo Soria visiblemente enfadado. “No es la primera, ni la segunda ni la tercera vez en la que a los andaluces nos ponen unas etiquetas. Que si nuestra forma de hablar, que si trabajamos más, que si trabajamos menos...”.
Soria fue más allá y denunció que, desde Andalucía, existe la percepción de que algunos catalanes establecen categorías entre españoles. “Ahora son los celíacos, las mascotas y el gimnasio. Pero desde Andalucía tenemos la sensación de que para algunos catalanes existen españoles de primera y españoles de segunda división”, afirmó, haciendo referencia a la forma en que se menosprecia el destino de ciertos fondos públicos.
Dirigiéndose directamente a la presentadora del programa, Susanna Griso, también catalana, Soria quiso dejar claro que estas actitudes tienen un impacto negativo en la convivencia: “Y creo que como catalana te lo tengo que decir: esa parte de los catalanes le hace un flaco favor al pueblo catalán, porque generan un rechazo”.
"Que a los andaluces no se nos entiende"
Su intervención fue una llamada de atención, no solo contra las declaraciones recientes de Turull, sino contra una línea de discurso que, según él, ha sido recurrente durante décadas. Soria recordó cómo antiguos presidentes de la Generalitat de Catalunya, como Artur Mas, ya se habían expresado en términos similares. “Esto no es de hace 48 horas ni de hace tres meses. Esto es de hace mucho tiempo. Porque acabo de escuchar en el vídeo a un señor que ha sido presidente de Cataluña [Artur Mas] diciendo que a los andaluces no se nos entiende. ¿Pero cómo? Por favor”, exclamó, evidenciando su hartazgo con este tipo de discursos.
La polémica, lejos de cerrarse, ha dejado un rastro de tensión y reproches cruzados que evidencian la necesidad de replantear el modo en que los líderes políticos se expresan cuando abordan temas sensibles que afectan al conjunto del Estado. Las palabras tienen consecuencias, y en este caso han servido para reabrir viejas heridas que, más que cerrarse, parecen seguir supurando.
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