Europa

Lisboa

Duelo entre el máximo goleador y el único invicto

La final de la Liga de Campeones 2013/14 que se disputará el sábado en el estadio de La Luz será, aparte de un derbi madrileño, un duelo entre el máximo goleador de la competición, el Real, y el único conjunto invicto, el Atlético.

Cada equipo se ha plantado en la cita de Lisboa con sus armas y características. El Real Madrid lo ha hecho a base de vértigo y pegada, y el Atlético con el bloque y el trabajo solidario como argumentos de peso.

El portugués Cristiano Ronaldo además ya ha batido el récord de goles en un curso de la Liga de Campeones, con nada menos que dieciséis dianas, cifra que pretende incrementar en la final para ayudar a su equipo a conseguir la ansiada 'Décima'.

El hispano-brasileño Diego Costa, con ocho goles, ha sido la referencia del conjunto del argentino Diego Pablo Simeone en el camino a la segunda final en la historia para el club rojiblanco.

El francés Karim Benzema y el galés Gareth Bale, con cinco tantos cada uno, han contribuido también notablemente en la andadura del equipo del italiano Carlo Ancelotti, que ha sumado 37 dianas.

Son doce más que las obtenidas por el Atlético, que en cambio no sabe lo que es perder en la presente Liga de Campeones, tras ganar nueve partidos y empatar tres.

Comenzó el Real Madrid con su triunfo más amplio a domicilio en la competición, al vapulear en Estambul al Galatasaray por 1-6 con un triplete de Cristiano Ronaldo y un doblete de Benzema.

El Copenhague fue la siguiente víctima blanca, al caer en el Santiago Bernabéu con otros dos tantos de Cristiano y del argentino Ángel di María, pero ante el que selló el primer puesto del grupo B fue frente al Juventus.

El Real Madrid ganó en casa por 2-1 con un nuevo doblete del luso y beneficiado por la expulsión de Giorgio Chielini y en el Juventus Stadium alcanzó un empate a dos merced a los goles de Cristiano Ronaldo y Bale, que remontaron un marcador adverso, aunque al final Fernando Llorente selló las tablas.

Planteó batalla el Galatasaray en el Bernabéu, donde, en cambio, no pudo aprovechar la expulsión de Sergio Ramos en el minuto 26. Los de Ancelotti tiraron de orgullo y sellaron el 4-1 con dianas de Álvaro Arbeloa, Di María e Isco Alarcón.

Con los deberes hechos, el Real Madrid se impuso también en el Parken de Copenhague, por 0-2, con el noveno gol de Cristiano Ronaldo -luego falló un penalti- para cerrar un choque que había encarrilado el croata Luka Modric.

El sorteo de los octavos benefició a los blancos, que apenas dieron opción al Schalke 04. Ahí comenzó la exitosa 'vía alemana' de los de Ancelotti. En Gelsenkirchen se pasearon y golearon por 1-6, y en Madrid cumplieron el trámite (3-1).

Aprovechó en la ida de cuartos de final el Real Madrid la baja del delantero polaco Robert Lewandowski para vencer por 3-0 al Borussia Dortmund y encarrilar la eliminatoria.

Bale, Isco y Cristiano Ronaldo parecieron sentenciar la confrontación. Pero no fue así. El Real Madrid sufrió más de lo debido en el Signal Iduna Park y estuvo cerca de la eliminación. Perdió por 2-0 pero al final pudo respirar y se tomó la revancha ante el rival frente al que cayó en la edición precedente.

El sorteo de las semifinales le deparó al conjunto blanco el rival menos deseado, el defensor del título y gran favorito, el Bayern Múnich, además una de sus bestias negras.

En cambio, tras el 1-0 de la ida con un gol de Benzema, el Real Madrid salió airoso y victorioso del Allianz Arena (0-4) en una noche para la historia.

Dos cabezazos de Sergio Ramos y otras dos dianas de Cristiano Ronaldo firmaron una noche de gloria madridista, que endosó al Bayern su mayor derrota en casa en Europa y de pasó saldó muchas deudas y se metió en la final.

La maldición alemana que había azotado históricamente al Real Madrid parecía una pesadilla pasada. La 'vía germana' fue en esta ocasión el camino ideal en la búsqueda de recobrar el trono europeo.

El equipo de Diego Simeone, que no partía en el primer grupo de favoritos para llegar a Lisboa, ha sido fiel a la filosofía del técnico argentino. Partido a partido ha ido creciendo, progresando y avanzando.

No ha acusado el desgaste de todas las competiciones, como muchos pensaban, y ha creído en sí mismo, en sus características y en un bloque inquebrantable.

De hecho ha dejado la portería a cero en seis ocasiones y no ha perdido partido alguno desde que comenzó su andadura en el Vicente Calderón ante el Zenit San Petersburgo, con una victoria por 3-1 que abrió el defensa brasileño Miranda.

Dejó muy encarrilado el pase con sus triunfos en Oporto (al que nunca había superado) por 1-2 tras remontar un marcador adverso gracias al uruguayo Diego Godín y al turco Arda Turan; y en Viena ante el Austria (0-3) en el regreso de Diego Costa tras cumplir su sanción. El hispano brasileño incluso obtuvo un doblete.

Certificó su presencia en octavos el Atlético con su goleada al Austria en el Vicente Calderón (4-0), y cerró la fase de grupos con un empate a uno en San Petersburgo y una victoria en casa contra el Oporto (2-0), lo que le dio incluso una ventaja de diez puntos sobre el segundo.

El Milan, en el que debutaba como técnico el holandés Clarence Seedorf, también fue presa de un gran Atlético en los octavos. Arropado en las paradas del belga Thibaut Courtois y en un tanto de Diego Costa, el conjunto de Simeone ganó en la ida por 0-1, y en el segundo encuentro, salvo algunos minutos de dudas tras el empate del brasileño Kaká, volvió a desatarse el festival rojiblanco con las dianas de Arda Turan, Raúl García y Diego Costa. Conclusión, 4-1 y a cuartos.

Ahí llegó el auténtico golpe encima de la mesa del Atlético europeo. El sorteo le emparejó con el Barcelona, uno de los grandes favoritos a luchar por el título. Pero ni así, mermó un ápice ni el discurso ni el rendimiento del equipo madrileño.

En sus primeros cuartos de final en 17 años, el Atlético igualó a uno en el Camp Nou pese a la lesión de Diego Costa y con un gran gol del brasileño Diego Ribas, su sustituto, y en la vuelta un tempranero tanto de Koke Resurrección, selló el 1-0 que certificó su clasificación.

Cualquier enfrentamiento hubiera tenido su morbo a la vista de los equipos que seguían vivos. El sorteo fue teóricamente beneficioso ante el Chelsea, club propietario de Courtois y cuyo equipo dirigía un 'enemigo' reciente como el extécnico del Real Madrid Jose Mourinho.

El entrenador del conjunto londinense se salió con la suya en la ida en el Calderón. Con una táctica ultradefensiva arañó un 0-0 que dejaba todo por resolver en Stamford Bridge, donde los 'blues' se habían hecho fuertes en la ronda precedente ante el París Saint Germain.

Pero en la vuelta, Mourinho y su escuadra, pese a adelantarse con un gol del exatlético Fernando Torres, poco o nada pudieron hacer ante un Atlético crecido, fortalecido, enorme, que volteó la confrontación al ritmo de su gran juego, su intensidad y los goles de Adrián López, Diego Costa, de penalti y Arda Turán.

Era la cuarta eliminación consecutiva en semifinales de un equipo de Mourinho -las tres anteriores con el Real Madrid- y el paso definitivo para un equipo que pasó de revelación a auténtica realidad y que luchará por su primera corona ante su eterno rival en la primera final entre dos equipos de la misma ciudad.