Fallece Di Stefano
El último tango
Los aficionados argentinos que viajaron a Brasil para acompañar y alentar a su selección en el Mundial no dejan de repetir una canción que ya cantan también Messi y compañía en el vestuario y que se ha viralizado tan rápidamente que se ha convertido, casi, en la canción oficial de la hinchada y el equipo albiceleste. Una canción en la que los hinchas y jugadores argentinos no dejan de recordar a la torcida brasileña que «Maradona es más grande que Pelé». Sea verdad o no la sentencia y, aunque las comparaciones entre el astro brasileño y el argentino son odiosas y eternas, lo cierto es que, antes que ellos dos, hubo uno que, quizás, fue más grande que ambos juntos: Alfredo di Stéfano.
Lo dicen los que saben y allí están, como prueba ante los 1.284 goles de Pelé y ante el Mundial que en 1986 Maradona ganó prácticamente solo, los 267 goles que «La Saeta Rubia» marcó en 294 partidos jugados con Millonarios de Colombia y las cinco Copas de Europa que levantó con el Madrid. Claro que semejante éxito europeo tuvo como reverso, sin embargo, que los aficionados argentinos de aquella época no pudieran disfrutar de un jugador de altísimo nivel. Fue poco, en ese sentido, el tiempo que jugó en River (suficiente para ser campeón en 1945 y 1947 y Pichichi del torneo de ese año) y muy poco, también, el que jugó en la selección argentina: sólo la Copa América de 1947, que se celebró en Ecuador y en la que Di Stéfano hizo seis goles en seis partidos.
Después ya vinieron sus años en Colombia y en Europa y su tiempo de gloria en Madrid, ciudad que terminó haciendo suya por amor y por adopción como tantos jugadores argentinos que llegaron tras él, desde Rubén «El Ratón» Ayala hasta el Cholo Simeone, desde Jorge Valdano hasta Fernando Redondo. Jugadores que trajeron con ellos el fútbol vistoso de una tierra que había recibido miles de inmigrantes españoles. Di Stéfano, en ese sentido, fue un símbolo, un puente entre el fútbol de ambos países que contribuyó a vivificar, con su enorme talento, el arte del balón que aprendió en el barrio de Barracas, en su Buenos Aires natal, y el fútbol que se jugó en la década del cincuenta en España.
«Los argentinos lo queremos mucho. Los españoles lo quieren también, pero Alfredo es argentino y es nuestro», dijo Diego Armando Maradona alguna vez, cuando le preguntaron sobre Di Stéfano, una leyenda sobre la que «el Pelusa» no admite ninguna clase de comparación. Para él, don Alfredo es y será único. Y una cosa es segura: más grande, también, que Pelé.
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