Cargando...

Atlético de Madrid

El Atlético Madrid pierde en Lisboa pero alcanza las semifinales

El Sporting fue superior en el primer tiempo y Montero marcó. Torres tuvo minutos y Griezmann pudo empatar.

Bryan Ruiz del Sporting de Lisboa pelea un balón junto a Juanfran del Atlético larazon

El Sporting fue superior en el primer tiempo y Montero marcó. Torres tuvo minutos y Griezmann pudo empatar.

El ADN del Atlético tiene en el sufrimiento una de sus componentes. Y en un flojo partido, en el que apenas dio una a derechas, firmó su billete para las semifinales de la Liga Europa, donde le colocan como el gran favorito. Por los méritos que hizo ayer ante el Sporting, en la fría y desangelada noche lisboeta, el crédito no es tan alto como dicen las apuestas. Además, perdió a dos jugadores, Lucas Hernández y Diego Costa, aunque lo del francés no parece grave. Grave fue que Griezmann fallara las dos claras ocasiones que tuvo cuando el equipo se dio cuenta de que había una portería en el área rival y grave, con perdón, es que Oblak vuelva a ser el salvador de sus compañeros. Las paradas del esloveno evitaron más de un disgusto en un choque donde los portugueses fueron mejores.

Sin ser una maravilla, que no lo es, el Sporting entró enchufado, con ganas, arriesgando, con dos laterales largos y con mucha gente dispuesta al remate como Montero, Gelson y Bryan Ruiz. Achuchaba el cuadro portugués, que se hacia muy fuerte en los balones aéreos. Sufría el equipo rojiblanco con los centros laterales y de tanto ir el cántaro al área llegó el gol de Montero en un saque de esquina. Antes Oblak ya había demostrado su grandeza con un paradón a cabezazo de Coates.

El gol dejó al Atlético tan frío como había salido. Ni se motivó ni le dio una vuelta a su juego ramplón, a su transición inexistente y a esa escasez de recursos en el centro del campo. Incomprensible que Koke, Saúl y Vitolo no se asociaran, no combinaran, no se entendieran. El balón duraba poco, poquísimo y Griezmann y Diego Costa no daban señales de vida. El hispanobrasileño caía en el fuera de juego y su concurso no servía para inquietar como otras veces. No había posibilidad de errores en la defensa sportinguista porque el Atlético no presionaba y permitía la salida del balón a través de Bataglia y Bruno Fernandes.

El descanso debía de ser un bálsamo. El Sporting había sido superior, había estado cerca del segundo gol y confíaba en sus opciones, pese a sus limitaciones ofensivas y sus carencias para resolver en los últimos metros. Para Simeone era momento de reflexión, de motivar a sus peones y de intentar arreglar algunas cosas. Un paso adelante, más presión, más claridad en el toque y más intensidad necesitaba el equipo para equilibrar la balanza del juego.

Y la tormenta amainó. El Sporting ya no fue tan insistente en el segundo acto. Bajó de revoluciones y permitió que el Atlético, despacito, como la canción, se fuera metiendo en el partido. Se había marchado Lucas con un golpetazo en la cabeza y Vrsaljko, a pierna cambiada, se colocó en el lateral izquierdo. El otro damnificado fue Diego Costa. Cuando se estiró el Atlético, Koke le buscó y en un contragolpe, tras una carrera, se frenó. Pidió el cambio porque su bíceps femoral de la pierna izquierda se rompió. Simeone no se lo pensó. Fernando Torres al campo para acompañar a Griezmann. Después de no jugar en el Bernabéu, después de anunciar su marcha, le llegaban minutos para explicarse, para demostrar que puede ser útil. Y lo hizo. Esfuerzo, presión, trabajo, un remate que le amortiguó Coates, un mal control... Las cosas de Fernando cuando el equipo había espabilado, el Sporting había aflojado el ritmo cuando apareció Griezmann para ratificar que las estrellas también tienen derecho a fallar. En la primera erró el mano a mano ante Rui Patricio. En la segunda, dribló al portero, pero su disparo salió fuera.

No había lugar a la tranquilidad. El Atlético tenía que pasar sufriendo y así lo hizo. La mala noche del conjunto rojiblanco no le condenó. Al Sporting el partido se le hizo muy largo y cuando lo tuvo de cara se topó con Oblak. Un portero que nunca falla.