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Gvardiol, el central que iba para pescador y es el mejor defensa del Mundial de Qatar

Quería seguir los pasos de su padre, que vende en un mercado de Zagreb lo que pesca horas antes y fue un futbolista sin éxito. Él sí ha triunfado con el balón. Busca los cuartos de final con Croacia ante Japón

Josko Gvardiol, durante el partido de Croacia contra Bélgica
Josko Gvardiol, durante el partido de Croacia contra BélgicaAbir SultanAgencia EFE

Cuando Luka Modric debutó con la selección de Croacia en marzo de 2006, Josko Gvardiol apenas tenía cuatro años. Todavía no soñaba con ser futbolista, pero no tardaría. Dio sus primeras patadas al balón de forma más seria en el Tresnjevka, un modesto equipo de Zagreb donde le llevó su padre y donde encontró las primeras dificultades al no encontrarse con niños de su edad: eran más mayores, pero no dudó en jugar con ellos y en hacer que la diferencia de edad no se notara. Su padre se llama Tihomir y es pescador, una vida dura de trabajo nocturno y después ir a vender lo capturado al mercado. Gvardiol admitió alguna vez que hubiera seguido los pasos de su padre, al que a veces ayudaba. En cierto sentido, lo hizo, pero no con la red. Porque Tihomir también había sido futbolista, sin éxito.

Amigo de Dani Olmo

El ascenso del joven Gvardiol fue rápido y no tardaron en fijarse en él algunos de los clubes más importantes de la capital de Croacia. Sus padres terminaron aceptando la oferta del Dinamo de Zagreb, donde llegó en 2010. También muy pronto le llegaron ofertas de grandes potencias europeas como el Inter, pero todavía era muy niño y lo que quería su familia era que fuera paso a paso. Poco a poco fue cambiando de ídolo: primero era Messi, pero cada vez se fijaba más en Van Dijk, el líder del Liverpool, que juega en su posición. El salto lo dio en 2021, para jugar en la Bundesliga, en el Leipzig, donde volvió a coincidir con el español Dani Olmo, que ya había sido su compañero en el Dinamo. Todo apuntaba a que iban a ser rivales en los octavos del Mundial, pero la machada de Japón hizo que sean los nipones quienes se crucen con Croacia.

También Croacia tenía pinta de pelear con Bélgica por el primer puesto de su grupo, pero su partido terminó siendo por la supervivencia, ya que Marruecos fue mejor que ambas. Resistieron los balcánicos en un duelo en el que Lukaku falló mucho, pero que también dejó la imagen defensiva en lo que va de campeonato: cuando Gvardiol se lanzó al suelo, con la posición perdida, para tocar con la puntera el balón y quitarle al gigante belga lo que era un gol cantado. La imagen de después, con la clasificación asegurada, fue la del central abrazándose con Sanja, su madre, que estaba en la grada: los dos lloraban. El defensa es inconfundible porque está jugando todo el torneo con una máscara protectora. A falta de apenas una semana y media para que empezara el Mundial chocó de forma violenta con su compañero Willi Orban y se rompió la nariz y se le puso el ojo de un morado oscuro preocupante. Su presencia en Qatar parecía peligrar, pero tres días después del accidente jugó completo el último partido del Leipzig contra el Werder Bremen.

El conjunto ajedrezado sólo ha encajado un gol en todo el Mundial y Gvardiol tiene mucha culpa. Su seguridad atrás está llamando la atención de algunos de los mejores equipos de Europa, o la está reactivando, porque el Chelsea ofreció en verano 90 millones por él. El último nombre en salir ha sido el Real Madrid, con el que se enfrentó y al que marcó un gol en la fase de grupos de la Champions. Ya ha dicho que claro que estaría encantado de jugar allí, donde podría coincidir con Modric. «No hace falta que Luka me diga nada del Madrid: es el club más grande del mundo», admite Gvardiol, que en Qatar está con Modric. Ocupan los dos extremos de Croacia: el defensa es el más joven, 20 años, y el medio el más veterano, con 37.