Copa del Rey

Buenos Aires

Simeone y la cábala

El Atlético se concentra en Los Ángeles de San Rafael, como hizo el año pasado antes de ganar la Copa y como el equipo del Doblete con Antic

Simeone, durante el entrenamiento de ayer en Majadahonda
Simeone, durante el entrenamiento de ayer en Majadahondalarazon

Lo que algunos llaman superstición, la cábala que dicen los argentinos, Diego Pablo Simeone prefiere llamarlo método. Y en esa categoría entran decisiones como la de concentrar al equipo en Los Ángeles de San Rafael. Allí se llevó el equipo Radomir Antic antes de ganar la Liga el año del Doblete y allí se fue Simeone con sus chicos el año pasado antes de disputar la final de la Copa del Rey. «Es donde empezó todao, es un regreso a los orígenes», explicaba el Cholo. Y a Los Ángeles de San Rafael regresaron ayer para comenzar a pensar en la final de la Liga de Campeones del próximo sábado.

Al técnico del Atlético le gusta que sus jugadores entiendan los éxitos como la consecuencia del trabajo que se ha hecho durante todo el año. Por eso, igual que concentra al grupo en el mismo lugar donde se prepara en la pretemporada, hace unos días les enseñaba los vídeos con el trabajo de aquellos días para motivarlos.

Simeone no abandona el lugar de concentración, igual que no abandona su uniforme para dirigir al equipo desde la banda. Siempre con el mismo aspecto, traje negro a medida, camisa negra y corbata fina. «Es el uniforme de ganar», dice. Y se lo pone también aunque la victoria no llegue, porque todo forma parte de un ritual, como el de entrar siempre al campo con el mismo pie o nunca hacerse fotos en el césped. El campo sólo se pisa cuando hay que pisarlo.

Simeone tiene rituales y costumbres que lo acompañan cada día, como el trabajo en el gimnasio, donde se castiga más que sus futbolistas, o la creencia en los signos del zodiaco. «Creo que las personalidades son parecidas entre las personas del mismo signo», ha confesado en varias ocasiones. Otra parte de la cábala que acaba convirtiéndose en método. Porque esas coincidencias las utiliza para adivinar cuál es la mejor manera de tratar a cada jugador.

Algunas de esas supersticiones las comparte con su equipo de colaboradores. «No es casualidad. Siempre vino conmigo», decía el «Mono» Burgos al aterrizar en Madrid después de ganar la Liga Europa hace dos años. Iba agarrado a un abrigo que hacía sudar con sólo verlo, con casi 30 grados en la calle. El abrigo era el amuleto del «Mono», el que le acompaña en las grandes finales, como la del próximo sábado.

La superstición ha llegado incluso al presidente del club, Enrique Cerezo, que ya ha conseguido adivinar las victorias en los goles en contra. «Cuando ha marcado Torres sabía que íbamos a ganar», decía después de eliminar al Chelsea en las semifinales de la Liga de Campeones. Y algo parecido dijo el sábado pasado después de ganar la Liga en el Camp Nou. «Hasta que ha marcado el Barcelona no me he quedado tranquilo», confesaba divertido. Aunque aún no ha confesado que espera un gol del Madrid para ganar en Lisboa.

La cábala acompaña al Atlético, pero hay una que Simeone procura no romper, la cena junto a sus tres hijos, Giovanni, Gianluca y Giuliano. Los separan miles de kilómetros, de Buenos Aires a Madrid, pero cada noche se conecta al ordenador para compartir con ellos las vivencias del día.