Real Madrid

Japón

Zidane llega al final del viaje

El 3 de enero estaba entrenando en La Roda al Castilla en Segunda B. Hoy, se ha convertido en campeón del mundo en Yokohama

Zidane, ayer, entre Varane y Benzema, los otros franceses
Zidane, ayer, entre Varane y Benzema, los otros franceseslarazon

El 3 de enero estaba entrenando en La Roda al Castilla en Segunda B. Hoy, se ha convertido en campeón del mundo en Yokohama

En su primera conferencia de prensa, el día después de que le presentaran en el Santiago Bernabéu, Zidane estuvo locuaz, sonriente, como si usara todas las palabras que se había estado guardando durante todos sus años anteriores en el Real Madrid. Los que le conocían más íntimamente no se lo podían creer. Era el 5 de enero. Dos días antes, Zizou estaba sentado en un banquillo en La Roda, cerca de Albacete, en un partido de Segunda B. Su Castilla peleaba en esa categoría, en campos que recibían más gente ese día para ver al francés en el banquillo, lugares en los que ni siquiera tenía un despacho para estar a solas. El 9 de enero, se sentaba en el banquillo del Santiago Bernabéu, en su debut como entrenador de la primera plantilla. No era un lugar fácil porque ya había devorado a Benítez y el equipo era un volcán. Goleó al Deportivo.

Enero. 12 meses no es tanto tiempo. Hoy, en Yokohama, Zidane se sentará en el banquillo del Real Madrid para aspirar a convertirse en campeón del mundo de clubes. Es decir, que ya no hay nada más por encima. Es difícil subir tanto y tan rápido. Es complicado que en algún momento no te dé un ataque de vértigo. «Mi idea cuando llegué era intentar hacer grupo y ganar partidos. Soy positivo, aunque no lo parezca, y sí me esperaba un Real Madrid así. Teniendo estos jugadores es más fácil», explicaba ayer, dando un paso atrás. Cuando le anunciaron que era uno de los tres nominados al entrenador del año por la FIFA, también se puso de perfil. Cuando era futbolista, lo que más le agobiaba era la exposición mediática, rehuía los encuentros con la Prensa y ni siquiera en los vestuarios, con los compañeros era mucho más expresivo.

Por eso sorprendió un Zidane tan extrovertido en enero. Pero él llegó con un plan claro: había que levantar el ánimo del club (desde la plantilla hasta la grada) y había que recuperar la confianza de los futbolistas. Muchas veces a los entrenadores se les mide por sus conocimientos o innovaciones y no se valora algo más fundamental como es la gestión de los egos de las estrellas, el conseguir que todos te escuchen y te crean.

Es verdad que era un entrenador novato, pero pocos como él podían conocer cómo es un vestuario lleno de estrellas. «He aprendido muchas cosas en este año. Y es que llevo poco tiempo entrenando a un equipo de alto nivel. Todos los días aprendo algo, sobre todo en los partidos, que son los que te hacen mejorar. Viendo todos mis partidos, mis jugadores... Veo cosas de ellos de las que aprendo, porque el rival es importante, pero mi obligación es mejorar sus prestaciones», explicaba ayer. Un año en el Madrid, en el centro del mundo, no puede pasar en balde. La presión se nota en la cara de los entrenadores que han pasado por el banquillo. Todos los días hay una batalla, pero Zidane sigue con el mismo carisma de antes.

Y ya no es sólo el gestor de grupos. Ha sido en este último mes cuando ha mostrado su versión de entrenador más estudioso, con soluciones tácticas. «Me preguntáis siempre si he visto al rival», decía ayer. «Vimos muchos partidos del Kashima y es un equipo que corre mucho, muy disciplinado y organizado», contestaba sin perder la calma ni la sonrisa. La misma que se colgó en enero y que le ha llevado al éxito.