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J. A. Corbalán: «Cuanto mejor vivimos, peor para nuestro organismo»

J. A. Corbalán / Médico y ex baloncestista. Acaba de publicar un libro en el que nos enseña a conocer y cuidar nuestro cuerpo

«La plata de Los Ángeles no fue por generación espontánea; recogimos el premio al trabajo anterior»
«La plata de Los Ángeles no fue por generación espontánea; recogimos el premio al trabajo anterior»larazon

Juan Antonio Corbalán (Madrid, agosto de 1954) fue el cerebro del Real Madrid y de la Selección de baloncesto en los años 70 y 80. Médico cardiólogo, ejerce de director en el Instituto de Rehabilitación Funcional y Ciencias Aplicadas al Deporte La Salle. En su despacho cuelgan los diplomas olímpicos de Moscú 80 (cuarto puesto) y el mítico de Los Ángeles 84 (plata). Con su libro: «Tu cuerpo: manual de instrucciones» (Espasa) intenta ayudarnos a entender nuestro cuerpo para poder disfrutarlo.

–¿Entendemos nuestro cuerpo?

–Por eso creo que este libro hacía falta. Me llamaba la atención que gente con una formación más que aceptable, al hablar de términos médicos decía: «Me ha dicho el médico no sé qué de...» y no paraban a entender cuando deberíamos conocerlo, porque así es mucho más fácil cuidarlo y entonces tenemos la capacidad de disfrutar de un cuerpo en lugar de sufrir de un cuerpo.

–¿Qué consejos da para disfrutarlo?

–Tendrían que enseñarnos a comer bien desde la escuela. Tenemos que saber dónde están los nutrientes, pero no a los 60 años, a los 15. Porque en una gran medida somos lo que comemos. Nuestro organismo no es más que un organismo hecho para coger energía química de los alimentos y transformarla en energía mecánica a través del movimiento. Después está la importancia de hidratarnos. Y el tercer elemento fundamental es hacer ejercicio. Nuestra vida ha cambiado de hábitos recolectores a sedentarios. Fuimos capaces de almacenar alimento y, por lo tanto, nos quedábamos en casa y ese elemento de sedentarismo evita que te tengas que mover tanto y se acaba produciendo una gran facilidad para almacenar energía y una menor para gastarla. Es una paradoja: cuanto mejor vivimos, peor es para nuestro organismo por los malísimos hábitos de vida que tenemos y eso produce hipercolesterolemia, diabetes, obesidad... Es como una cadena de elementos negativos que viene de lo listos que somos: sin movernos puedes subir el volumen de la televisión, arrancar el coche... Y son cosas que nos están «matando» porque nuestro organismo está hecho para moverse.

–¿Hay un déficit de enseñanza en los niños en este sentido?

–En los niños y en la pubertad, la edad en la que esos hábitos se acaban afianzando. Igual que a los 40 mucha gente tiene una necesidad como de vivir sano, hay una etapa anterior en la que parece que somos indestructibles y lo que estamos hechos es para destrozarnos. Vivimos 40 años en los que nos destrozamos el cuerpo y otros 40 en los que estamos tratando de solucionarlo.

–¿Hay mucho mito falso con las dietas?

–No son falsos, pero no se pueden sostener. ¿De qué vale una dieta si no la puedes convertir en un hábito? ¿Para matarte quince días, perder «300» kilos y que luego la dejes y vuelvas a los hábitos anteriores? No. Las dietas valen para que se conviertan en hábitos y sepamos manejarlas en nuestro interés. Hacer una dieta de 1.300 calorías es muy difícil y te destroza la vida; vas por ahí y no te puedes tomar nada. Es mejor una de 1.800 en la que puedes comer muchas cosas, y después hacer ejercicio. Tenemos que pensar que 7.000 calorías son un kilo. Un sedentario que no se mueve en toda la semana y tiene un exceso calórico de 500 calorías, que no es bestial, quiere decir que en 12 días ha engordado un kilo. Afortunadamente, sólo en vivir solemos gastar 2.000 calorías en un día.

–¿El deporte es salud?

–Yo cambio la palabra deporte por actividad física. El problema es que el deportista amateur no evoluciona hacia una actividad física lúdica, lo hace hacia una agonística, en la que nadie te paga, pero tú destrozas tu cuerpo, que es lo que hace normalmente un deportista profesional. Si ya una maratón es un destrozo fisiológico, aunque entiendo que suponga un reto, pues ahora se buscan pruebas en las que se corren cinco en días seguidos... En el deporte compites, y está bien competir, pero cuando la competición sobrepasa tu capacidad de decir hasta aquí, ya es un deporte profesional, y por él se pagan precios altísimos en salud.

–¿Le gusta el baloncesto de ahora?

–Es un baloncesto más igualado, más romo en cuanto a grandes genialidades, porque lo grande está en la NBA. Es como si en épocas anteriores hubieran quitado a Brabender, Delibasic, Meneghin, Luyk... verías un baloncesto más pobre. También ha subido un poco por abajo, la clase media es mejor y el baloncesto en sí es agradable de ver. Antes se jugaba un baloncesto más artesanal y por intuición porque no había un conocimiento tan universal. Ahora todos saben cómo juegan los Lakers o Chicago.

–¿Qué recuerda de la plata del 84?

–El día a día de cada uno es tan intenso que se va olvidando. Aquello fue muy importante porque era la primera vez que un equipo colectivo de un deporte extendido en el país llegaba a algo serio. No salió por generación espontánea; para que nosotros ganáramos, hubo muchas selecciones que aportaron mucho antes y nosotros recogimos el premio.

–Ganar a EE UU era imposible...

–Lo era.

–¿Y ahora?

–Ahora también. Aunque la diferencia ha bajado, el baloncesto está tan sistematizado, tan hecho para que allí jueguen los buenos y aquí los demás, que es imposible. Si lo mejor de toda Europa se va allí a jugar con lo mejor de ellos, y los que van de aquí no son los mejores de allí, pese a que digamos que son muy buenos todos, es impensable que el mejor de aquí pueda ganar al mejor de allí. La raza negra americana es el morfotipo ideal para jugar al baloncesto, un deporte en el que se corre, se salta, y son magníficos en ambas; y se lanza, en lo que tienen un alto porcentaje de acierto porque es puro entrenamiento.

–Defiende usted la cerveza como bebida hidratante...

–Es verdad que tiene un poquito de alcohol, pero el resto de contenidos y sustancias de la cerveza son una bebida isotónica perfecta. Todas las bebidas isotónicas de la actualidad, que se supone que son buenas, están copiadas de la composición de la cerveza, menos el alcohol. A mí me gusta y no pasa nada por tomar una buena cerveza, o vino de forma inteligente, y tener los mejores resultados deportivos.

–Amén.