Gimnasia
«Es un espectáculo»
Simone Biles finaliza su participación en Río con cuatro oros y un bronce. «No puedo estar decepcionada», dice sobre no haber conseguido los cinco títulos que buscaba
«Verlo es un espectáculo», cuenta la ex gimnasta Elena Zaldívar. Se refiere al elemento «biles», una parte del ejercicio de Simone Biles, que está siendo una de las sensaciones de los Juegos de Río. Con esta diagonal más muchos otros saltos y piruetas, algunos todavía más difíciles que el que lleva su nombre, la pequeña estadounidense logró colgarse ayer su cuarto oro en Brasil, a lo que hay que unir un bronce. Igualó con ello la hazaña de Larisa Latynina en Melbourne 1956, aunque no pudo con la proeza mayor que buscaba, el casi pleno (no participa en asimétricas), los cinco oros. Un fallo en barra se lo impidió. «Demostró que es humana, que también se equivoca, pero otra en esa misma situación se hubiera caído», cuenta Zaldívar. Ayer, en la final de suelo, su gran especialidad, apenas hubo errores. Y se pudo ver el famoso «biles». Se trata de una doble plancha terminada con un medio giro al final. «Es muy difícil, tienes que contrarrestar toda la fuerza que haces hacia atrás, porque si no te vas de boca hacia delante», continúa la ex gimnasta española. Biles terminó el ejercicio y el aplauso fue extraordinario. El público entra como en otra dimensión cuando ella está compitiendo. La gente estaba pasmada. Con 15.966 se colgó el oro. Sólo se quedó un poco cerca la también estadounidense Alexandra Raisman (15.500). El bronce se lo llevó la británica Tinkler, ya lejos (14.933). «Ha sido un largo viaje», dijo la multiganadora, que ha tenido que competir casi cada día. «Agotador», continuó. «Pero he disfrutado cada momento», añadió también.
«No sé cómo lo recordará la gente, pero yo no estoy decepcionada por no haber conseguido los cinco oros, no puedo estarlo. Estoy orgullosa», aseguró. «Se lo dedicó a mis padres», prosiguió. Sus padres son Ronald Biles y su segunda mujer, Nellie, que en realidad son sus abuelos. La madre biológica tenía problemas con el alcohol y las drogas y Simone fue rescatada por los abuelos junto a su hermana. Los varones se fueron a vivir con otros familiares. Pese a esta historia de drama, Biles recuerda una infancia feliz en la que parecía destinada a hacer gimnasia. Siempre le gustó dar saltos y un día que una excursión escolar se canceló por el mal tiempo decidieron visitar un centro de gimnasia. Allí, por instinto, se puso a dar volteretas y llamó la atención.
Poco después la captó Aimee Borman, que sigue siendo su entrenadora. Simone decidió dedicar su vida a la gimnasia. Incluso optó por estudiar en casa para, un año después, ganar su primer título mundial. Ya tiene diez, más que nadie, y ha conquistado tres seguidos en el concurso general, algo que tampoco se había logrado con anterioridad. No llega a esos números ni la rumana Nadia Comaneci, el eterno referente, aunque la forma de hacer gimnasia de una y de otra poco tienen que ver. «No es la típica rusa estilizada, Biles es pura potencia, pero sus ejercicios tienen una dificultad enorme», explica Zaldívar. Simone Biles mide 1,45 metros y pesa 47 kilos. Sus músculos y su morfología le permiten hacer cosas que otras no pueden. Cuando sale un fenómeno como ése rápidamente se pasa a analizar qué tiene de especial. Los estudios de ella destacan que posee muchas fibras que se contraen rápidamente, lo que le permite mantener un esfuerzo rápido y constante. Seguro que eso ayuda, pero algunas personas nacen con un don y si tienen la suerte de dedicarse a él, aparecen figuras como la de Biles.
Ya era la mujer con más títulos mundiales y ahora también ha alcanzado la gloria olímpica. «No soy la próxima Bolt o Phelps, soy la primera Simone Biles», afirma ella, una de las estrellas de estos Juegos de Río.
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