Golf
La nueva sonrisa de Tiger
El ex número uno del golf, libre de dolor y de su adicción a los medicamentos, vuelve a la competición en Bahamas a los 41 años.
El ex número uno del golf, libre de dolor y de su adicción a los medicamentos, vuelve a la competición en Bahamas a los 41 años.
«Ahora sí amo la vida», dice Tiger Woods. De la frase, la palabra clave es «ahora», porque indica que hubo un tiempo en el que no la amaba, y viendo las fotografías que acompañan a esta información es fácil distinguir cuándo. El antes (foto de la izquierda, por si quedan dudas) es en el mes de mayo: así encontraron a Tiger Woods durmiendo en el volante de su coche. En la prueba de alcoholemia dio negativo, en la de drogas se le detectaron en sangre una mezcla de un sedante para la ansiedad, medicinas para el insomnio y THC, una sustancia encontrada en la marihuana. Todo tenía receta. Lo tomaba para aliviar los dolores de espalda y los problemas de sueño que tenía. El cóctel fue una imprudencia que pudo costarle cara, y Tiger se declaró culpable. Incluso, estuvo el pasado mes de junio en una clínica de desintoxicación.
Durante los últimos tres años, la espalda ha sido el calvario del que muchos consideran el mejor golfista de la historia. Primero le arruinaron los líos extradeportivos, de faldas, en 2009, la primera vez que decidió parar tras un escándalo y una pelea con su ex pareja. Volvió al año siguiente y en 2013 tuvo un repunte recuperando el número uno del mundo y conquistando cinco títulos, aunque ninguno de ellos «Major» (el último título «grande» de los 14 que figuran en su palmarés es el U.S. Open de 2008). Fue la última vez que ganó. Las lesiones tomaron el control desde ese momento. Ha sido operado cuatro veces de la espalda, la última en abril de este año, pero entre 2015 y 2016 ya estuvo sin jugar por el mismo motivo durante 15 meses. Si Woods sonríe ahora (foto de la derecha) es porque hoy va a regresar a la competición, en el Hero World Challenge, torneo perteneciente al PGA Tour. «Estoy emocionado por volver al golf competitivo», afirmó el estadounidense, emocionado. Con 41 años, parece que esta vez su regreso es definitivo, para quedarse y volver a ganar, una vez dejada atrás la pesadilla. «A medida que mi espalda iba mejor, he logrado dormir de nuevo, porque no sentía molestias en los nervios de la pierna y no he tenido más espasmos en el resto del cuerpo», explicó. Desde octubre pudo volver a entrenar y ahora jugará con la intención de hacer memoria poco a poco. «No sé cómo estoy, con qué fuerza puedo dar a la bola ni qué me deparará el futuro para que aprenda a controlar este cuerpo», confesó.
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