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Morata, el verdugo es de la familia

El delantero de la Juvuentus Morata (i) mira a Iker Casillas, portero del Real Madrid
El delantero de la Juvuentus Morata (i) mira a Iker Casillas, portero del Real Madridlarazon

Bajó el balón Pogba y sólo podía caerle a Morata, al canterano del Madrid, un equipo habituado a que sean los suyos los que le clavan los puñales mortales. Estalló la afición de la Juve, estallaron los compañeros que le abrazaban mientras el delantero continuaba serio: «Ni lo he celebrado ni lo volvería a hacer mil veces. Cuando uno marca y no le sale de dentro celebrarlo con tanta alegría, es por algo», dijo después el héroe de la eliminatoria para los italianos.

Morata jugó unos minutos de la final de Lisboa, los últimos con el Real Madrid. Llegó al club desde el Getafe, cuando aún era un juvenil, y enseguida destacó por su capacidad para hacer goles y por el optimismo que desplegaba. Sus entrenadores en la cantera del Madrid alaban su buena disposición en el vestuario y su capacidad para hacer amigos. Ayer, cuando los equipos estaban en el túnel, antes de saltar al campo, separados y concentrados, Morata cruzó del lado de la Juve al del Madrid, saludó a Carvajal, a Marcelo, a todos los que se encontraba. A sus viejos amigos, a los que ayer dejó sin final: «Ha sido una sensación extraña; al salir al campo, he mirado hacia la izquierda y he visto a tanta gente que quiero que he tenido que volverme a centrar», explicaba después el delantero. Le tocó ser profesional contra el equipo que menos quería serlo. «Ha sido raro, agridulce, extraño, pero el fútbol y la vida son así», continuó el goleador. Su venta por 20 millones parecía un buen negocio a principio de temporada; visto hoy, no parece tan bueno.

Él se quiso marchar porque sabía que no iba a tener minutos en el Madrid. Demasiada competencia sufrió la temporada pasada, en la que vivió con demasiada ansiedad.

No empezó bien en la Juve. Al llegar se lesionó y después era un suplente habitual. Pero rompió a jugar: a recibir de espaldas y a aguantar el balón, a pegarse con los defensas, a hacer goles y convertirse en decisivo. «Morata empezó siendo suplente y ahora es un jugador muy importante. Su crecimiento no ha terminado aquí», explicaba Allegri, su actual entrenador en la Juve. Ha crecido tanto que ha sido la clave para que su equipo pase a la final eliminando al campeón. «Quiero dar las gracias a la afición del Madrid, porque siempre se ha portado bien conmigo. Ojalá lo hubiera hecho contra otro equipo, pero la vida es así», decía Morata, que fue sustituido entre pitos y aplausos.