Motociclismo

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¡Qué vergüenza!

La Razón
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La guerra entre Rossi y los españoles Márquez y Lorenzo está convirtiéndose en un auténtico esperpento. En Sepang, donde todo empezó con aquella patada de Valentino a Marc, se ha vivido el último capítulo desagradable: caída de Márquez y estruendo de júbilo en la grada. Faltaban los fuegos artificiales, el confeti y el champán. Una vergüenza, vaya. Escuchar al público jaleando la caída de un piloto, de un tipo que se juega la vida a 300 kilómetros por hora, es como si en el fútbol o el baloncesto se celebrase la lesión de la estrella rival.

Simoncelli

Una falta de cultura deportiva alarmante, más aún en el circuito en el que hace cinco años murió Marco Simoncelli. Que el Mundial ya esté decidido a favor de Márquez les da exactamente igual, claro. La leyenda de Rossi alcanza casi todos los rincones del mundo y sus seguidores viven de manera pasional los mensajes de su ídolo. Y si ese ídolo sigue echando leña al fuego («Pienso igual que hace un año», dijo en la previa), seguirá ardiendo la rabia contra sus enemigos.

El poder de Rossi

Márquez no fue el único en sufrir el desprecio del público de Sepang. Ya en la presentación, tanto él como Jorge Lorenzo, el que se acabó llevando el título el año pasado, recibieron la primera ración de pitos. El mallorquín, tercero tras Dovizioso y el propio Rossi, fue de nuevo abucheado al subir al podio. Esto sólo se entiende por el poder de seducción de Valentino Rossi, seguramente el mejor piloto de la historia. Entre otras cosas, por su extrema competitividad. De ahí la guerra psicológica que ha desarrollado todo el año contra un Márquez que, más maduro tras tanto palo, ha resistido con suficiencia para acabar llevándose el título.

Rossi tendrá que conformarse con su tercer subcampeonato consecutivo. Demasiado poco para una leyenda que no acepta la derrota.