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Golf

Olazabal, entre lágrimas por la Ryder: "Seve siempre está con nosotros"

El golfista español no pudo contener la emoción tras la victoria de Europa contra Estados Unidos en Nueva York

APTOPIX Ryder Cup Golf ASSOCIATED PRESSAP

La victoria de Europa en la Ryder Cup 2025en Farmingdale (Nueva York) ha estado marcada no solo por el talento de los jugadores y la estrategia de Luke Donald, sino también por la presencia intangible, pero poderosa, de la figura de Severiano Ballesteros. El cántabro, fallecido en 2011, sigue siendo el gran icono del golf europeo, el espíritu que une generaciones distintas en torno a una causa común. Esta edición, conquistada en territorio hostil con un 13-15 final, ha vuelto a demostrar que su recuerdo continúa siendo una fuente de inspiración y motivación.

Rahm, Olazabal y Severiano Ballesteros

Jon Rahm lo expresó con claridad al término del torneo. El vasco, que ya en otras ocasiones ha reconocido lo mucho que significa Seve para él, explicó que José María Olazabal, presente con el equipo europeo, fue quien más les transmitió ese legado. "Nos dijo que ya no quería ser el último capitán en ganar la Ryder en Estados Unidos. Estoy feliz por haberlo conseguido", afirmó Rahm tras asegurar el título. La referencia de Olazabal remitía al triunfo de 2012 en Medinah, el llamado “Milagro de Medinah”, cuando bajo su capitanía Europa logró una de las remontadas más memorables en la historia del golf. Desde entonces, ninguna selección europea había vuelto a conquistar suelo estadounidense.

Rahm reconoció que la presencia de Olazabal era para él tanto inspiración como presión: "A veces casi me da presión solo por su presencia, y sé lo que está viendo y lo que espera de mí". Ese peso simbólico habla del modo en que la Ryder trasciende a los jugadores: no solo se compite por el presente, sino también por un pasado glorioso que sigue marcando la pauta.

La situación del domingo lo evidenció. Europa partía con un 11,5-4,5 que parecía definitivo: solo necesitaba 2,5 puntos para retener la copa. Sin embargo, el orgullo estadounidense encendió la última jornada, obligando a los europeos a sufrir más de lo esperado. Ludvig Aberg, Matt Fitzpatrick, Viktor Hovland y Shane Lowry fueron los encargados de cerrar los puntos necesarios, este último con un putt decisivo que pasará a la historia. "El equipo estadounidense hizo algo fantástico, lo que estaban a punto de lograr era increíble. Afortunadamente teníamos una ventaja suficiente y la gente necesaria para ganar. Es difícil describirlo, difícil describir el ambiente que ha habido, lo duro que fue para todos nosotros", resumió Rahm con evidente emoción.

Las lágrimas de Olazábal

Para Rahm y sus compañeros, ganar en Estados Unidos no era solo una cuestión deportiva: era responder a esa llamada de Olazábal y, en el fondo, al recuerdo de Seve. La leyenda cántabra, dos veces capitán europeo, dejó marcado a fuego un espíritu de lucha y orgullo que aún define a la Ryder en clave continental. Olazábal, visiblemente emocionado, lo verbalizó en Bethpage Black: entre lágrimas recordó a Ballesteros y reveló que en el interior de las camisetas europeas había un dibujo del golfista español. Ese gesto simbolizó que cada golpe, cada putt y cada celebración tenían una raíz común en la herencia de Seve. "Siempre está con nosotros", decía Olazábal entre lágrimas.

El capitán Luke Donald, consciente de la dificultad de competir en “uno de los ambientes más difíciles del mundo del golf”, como él mismo lo calificó, buscó que sus jugadores se sintieran cómodos. La unión fue la clave. Rahm lo expresó en sus palabras: "No podría estar más orgulloso del equipo, estuvimos unidos e hicimos algo que parecía imposible. Es especial". La cohesión del grupo fue la traducción práctica de la filosofía que Seve siempre defendió: el colectivo por encima de las individualidades, la fe por encima de la duda.

Incluso Rory McIlroy, uno de los líderes emocionales de este equipo, habló con crudeza de lo que había supuesto resistir en Bethpage Black. "Fue jodidamente satisfactorio", dijo sobre la respuesta del grupo ante una minoría local inaceptable. El norirlandés, que en otras ediciones había mostrado frustración por la hostilidad en suelo americano, encontró en este triunfo un alivio personal y colectivo.

"Lo más grande de mi vida"

El relato de Shane Lowry completó el círculo emocional. "Pensaba que íbamos a ganar la Ryder antes. Fue horrible, las cuatro peores horas de mi vida, pero se lo dije a mi caddie yendo al 'green' del 18: 'tengo la oportunidad de hacer lo más grande de mi vida', y lo hice". Ese putt, convertido bajo presión, aseguró los 14 puntos necesarios y liberó la tensión acumulada. En esa emoción, también, estaba la sombra de Seve: la valentía de afrontar lo imposible con determinación.

La Ryder Cup 2025 deja a Europa con un noveno triunfo en las últimas doce ediciones, y lo hace fuera de casa tras 12 años de espera. La gesta adquiere un valor todavía mayor al cumplir la promesa implícita de Olazabal de no dejar que su victoria en Medinah quedara como un hito aislado.