Natación
Otra plata para Ona Carbonell: del miedo a ahogarse a ser la mujer con más medallas de la historia de los Mundiales
Y ahí fue Ona Carbonell dispuesta a comerse el mundo, a lograr una nueva medalla en un Mundial (que fue de plata en el solo libre) para sumar en sus siete participaciones 23 metales, más que ninguna otra mujer en una disciplina de la Federación Internacional de Natación, sólo por detrás de dos hombres, y ¡vaya dos! Michael Phelps, el mito de los mitos (33 preseas); y su amigo Lochte (27). En la natación sincronizada, ahora llamada artística, todo cuenta, desde el principio. Mirada seria de la catalana, abajo primero, al frente después, unos cuantos pasos con decisión, el giro, al suelo, los brazos arriba... Y todo eso todavía fuera del agua. Chapuzón y empieza la música: esta vez sí había música, no como en su arriesgado ejercicio del solo técnico, con el discurso de Nelson Mandela. Cantan James Brown y Pavarotti “It`s a man’s world”, el secreto mejor guardado por Ona, que no había mostrado el ejercicio hasta este Mundial de Corea. Pero no, no es un mundo de hombres, como el título de la canción, es también de ellas (como viene decir, a su manera, el fondo de la canción), y Carbonell se mueve al ritmo de las notas: cuando éstas aprietan, ella sale del agua con fuerza, medio cuerpo fuera, las dos piernas arriba, patadas por aquí, giros boca abajo, barracudas... Mucha dificultad en la actuación de la española. Ya queda menos y todo va bien, es lo que tiene el control del cuerpo, conocerse a una misma. “Puedo mejorar el final”, había dicho en la preliminar Carbonell. Y lo hizo: acabó con media cara metida en el agua, un brazo doblado y le dio tiempo a sonreír. Mayuko Fujiki, la seleccionadora española, le dice que sí cuando se cruza con ella. Y sí: 94.5667, seis décimas más que en la ronda previa. Se superó. Invencible para todas menos para la rusa Romashina, la reina, que impactó con 97.1333. El bronce se lo quedó finalmente la japonesa Inui, con un ejercicio fantástico que la llevó a los 93.2000 puntos. Se repitió el podio del solo técnico.
La gloria fue para Ona Carbonell, historia de su deporte. Su esfuerzo le ha costado, vencer a sus miedos. Cuando empezaba, siendo apenas una niña de 11 años, siempre la misma duda: “¿Me ahogaré?”. Es la angustia que le provocaba tener que estar varios segundos sin respirar bajo el agua, el primer obstáculo a superar, un temor que tarda en irse, pero que ya forma parte del pasado. De esa niña salió esta mujer multicampeona.
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