Fútbol
Piqué, el rey de la fiesta
El central, el más silbado, hizo un partido impecable en defensa. «Me gusta que el ambiente esté caldeado», aseguró.
El central, el más silbado, hizo un partido impecable en defensa. «Me gusta que el ambiente esté caldeado», aseguró.
Messi despertó ante el Madrid. En el primer clásico de este año no jugó por lesión. En el segundo, la ida de semifinales de Copa, entró en la segunda parte, también tocado. Hizo poco. Y en la vuelta, pese al 0-3, estuvo ausente. La actitud era otra ayer: corría a los demarques, participaba, se enfrentó con Ramos tras recibir un codazo en el que el defensa se jugó la roja... «Es una jugada puntual. No fue adrede. Se lo tomó mal y queda en el campo», afirmó el defensa. Leo se retorció en el suelo y la primera parte acabó con los dos capitanes enfrentados cabeza con cabeza y mucho ruido en el estadio. La acción calentó a Messi, que volvió del vestuario muy activo.
Y así estuvo hasta el final, pero no fue el futbolista determinante para los suyos. Piqué, en cambio, sí. Al menos atrás. Se multiplicó. El central está en su salsa en el estadio del Madrid. Siempre es el más silbado y así lo quiere él. Sus declaraciones, en ocasiones fuera de tono, como la última vez por meterse a político y juez, buscan ponerlo en la diana. «Es música para mis oídos», ha dicho alguna vez de lo que le gritan en Chamartín. «Me encanta que el ambiente esté caldeado, lo paso mejor», admitió ayer. «Me llevo genial con los jugadores del Madrid. Luego, cada uno defiende lo suyo», añadió, para después atizar a Carvajal: «Hay jugadores que oyen patadas desde 25 metros, pero yo no tengo esa capacidad», aseguró sobre lo que dijo el lateral del penalti a Casemiro el pasado domingo ante el Levante. También ironizó con la acción de Ramos: «Para mí es expulsión, pero ni el árbitro ni mi amigo Mateu [el colegiado que estaba en el VAR] lo han visto». A veces le sobra todo eso al central, pero en el césped está en un momento dulce. Mejoró el Barcelona respecto al duelo de Copa. Pese a que esta vez el resultado fue mínimo, sufrió menos el conjunto de Valverde y creó más peligro. Cuando le tocó refugiarse, Piqué fue su seguro. Cada balón colgado lo despedía con su cabeza. Por tierra, lo despejó todo. Vigiló a Vinicius y la meta del Barça se quedó de nuevo a cero en el Bernabéu.