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Hípica

Seabiscuit: el caballo descartado que se convirtió en un gran campeón

Protagonizó la Carrera del Siglo contra "War Admiral" y hasta el presidente Roosevelt interrumpió una reunión para seguir su hazaña por la radio

Seabiscuit, montado por George Woolf Seabiscuit Heritage Foundation

En la década de 1930, cuando Estados Unidos intentaba recuperarse de los estragos causados por la Gran Depresión, surgió un "héroe" poco convencional que conquistó corazones en los hipódromos del país. Su nombre era "Seabiscuit".

Nacido en 1933 en Kentucky, "Seabiscuit" no parecía destinado a la grandeza. No tenía una gran alzada, era corpulento, con algunas partes de las extremidades asimétricas, y sobre todo, mostraba una actitud apática hacia el entrenamiento. Hijo de "Swing On" y "Hard Tach", y nieto de "Man O’ War", parecía haber heredado pocas cualidades de sus progenitores. En sus primeros años, "Seabiscuit" fue mal entrenado, participando en carreras con demasiada frecuencia y sin un plan claro. Fue relegado a otras funciones, muy lejos de lo que más tarde se convertiría.

Todo cambió cuando Charles Howard, empresario visionario que también buscaba una segunda oportunidad en la vida, compró en 1936 a "Seabiscuit" por una suma relativamente modesta dado sus orígenes; 8,000 dólares. Howard veía en él algo especial que otros no supieron apreciar. El nuevo propietario confió en Tom Smith, un vaquero conocedor del lenguaje de los caballos y peculiar en su hacer; era tradicional, intuitivo y silencioso, lejos del mundo moderno de aquella época. Y para montarlo, eligieron a Red Pollard, un jockey con un pasado tan abrupto como el del propio caballo, tuerto de un ojo (hecho que mantenía en secreto porque de lo contrario, no le habría sido permitido competir) y con una vida marcada por el sacrificio.

Esta fue una combinación improbable, un caballo descartado, un jinete con un secreto, un entrenador algo excéntrico y un dueño visionario, la que forjaría una de las historias más conocidas y gloriosas del turf estadounidense.

Smith entendió que "Seabiscuit" necesitaba tiempo, cuidado y, sobre todo, confianza. Con paciencia, transformó un animal ansioso y desmotivado en un gran competidor. Ajustó sus entrenamientos, horas de descanso, alimentación, tiempo en el "paddock"… Incluso Tom le puso de compañero a un caballo llamado "Pumpink" y un perro callejero llamado Pocatello. Bajo su tutela, y con la complicidad de Pollard, "Seabiscuit" encontró su ritmo y un vínculo con el mundo competitivo de las carreras.

Pronto, el turf notó el cambio. Entre 1937 y 1940, "Seabiscuit" comenzó a ganar con frecuencia. Lo que lo distinguía no era solo su velocidad, sino su carácter, parecía entender la importancia que tenía cada carrera, y luchaba a capa y espada para no ser vencido.

En 1938, ya convertido en un fenómeno nacional, "Seabiscuit" fue convocado para enfrentarse al caballo más sobresaliente del momento: "War Admiral", el campeón de la Triple Corona en 1937. Se trataba de una especie de David contra Goliat moderno. Fue denominada la Carrera del Siglo. Celebrada en Pimlico, capturó la atención de miles de personas, incluso el presidente Franklin D. Roosevelt interrumpió una reunión para poder seguir la hazaña por radio. Contra todo pronóstico, "Seabiscuit" no solo venció a "War Admiral"; lo humilló ganando por nada más y nada menos que cuatro cuerpos. Fue un momento de catarsis colectiva debido a lo improbable de esta victoria.

Sin embargo, la historia de "Seabiscuit" no terminó ahí. En 1939, una lesión en una mano amenazó con retirarlo definitivamente. Pollard, a su vez, también había sufrido una serie de fracturas complicadas, y ya se especulaba sobre su retiro. Pero ni el caballo ni el jinete estaban dispuestos a rendirse. Ambos se recuperaron contra todo pronóstico, y en 1940 volvieron a competir unas últimas veces.

En el Santa Anita Handicap "Seabiscuit" ganó su última carrera. Con Pollard en la montura, este veterano guerrero dio una última muestra de valor, superando a sus rivales en los metros finales.

El 10 de abril de 1940 "Seabiscuit" se retiró y vivió tranquilamente en la finca de Charles Howard, en California, engendrando numerosos potros hasta su muerte en 1947. A lo largo de su carrera, ganó 33 de sus 89 carreras, y acumuló más de 430.000 dólares en premios, una cifra muy interesante para la época. Se dice que, durante su retiro, el caballo fue visitado por 50.000 personas.

El mítico caballo tiene varias estatuas repartidas por Norteamérica, además de contar con fundaciones en su nombre, entre otros logros y distinciones. Su historia ha sido llevada a la gran pantalla en varias ocasiones, siendo "Seabiscuit" en 2003 la más reciente.