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Hípica
La equitación, la mejor manera de alejar a los niños de las pantallas
Las ventajas de la iniciación temprana son múltiples y van desde el desarrollo de la empatía, a la mejora del equilibrio pasando por el aprendizaje en la toma de decisiones

Es sabido que la equitación no es un deporte que discrimine sexo o edad, que no hay una edad fija para dejar de competir, y mucho menos para dejar de montar. Es igualitario y muy longevo. Una buena muestra de ello son los jinetes más veteranos, ejemplos como Ruth McMullen, que a sus 80 años ha seguido montando forma activa. John Whitaker es el mayor exponente que se puede ver hoy en día, a sus 69 años todavía salta en los mejores escenarios posibles. Y por supuesto, no podemos olvidarnos de la Reina Isabel II del Reino Unido, que durante aquel temido confinamiento nos regaló unas imágenes montando a caballo a sus 94 años.
En el otro extremo está la duda de cuál sería el mejor momento para iniciar a los niños en el mundo del caballo, aunque la realidad es que no existe un mal momento para ello. Los niños son capaces de absorber conocimientos desde muy temprana edad, y está demostrado que los vínculos más fuertes se crean en los primeros años de vida.
Las ventajas de la iniciación temprana en la equitación son múltiples, desde el fomento del amor y el respeto hacia los animales, hasta el desarrollo de la empatía, el trabajo en equipo o la confianza. Aspectos claves que todo adulto debe manejar.
Desde el punto de vista físico, montar a caballo ayuda a mejorar el equilibrio, la coordinación y la postura. Los movimientos del caballo obligan al jinete a mantener una posición erguida, lo que proporciona una correcta higiene postural que en el futuro les ayudará a evitar dolores de espalda. El movimiento del caballo también perfecciona el equilibrio al tener que realizar ajustes constantes para mantener la estabilidad y conseguir fluir con los aires del caballo.
Uno de los aspectos más importantes que los caballos pueden fomentar en los niños es el desarrollo de la corteza prefrontal, una parte del cerebro que a edades tempranas está completamente inmadura. Esta parte del cerebro se encarga de la toma de decisiones, la planificación, el control de impulsos y la regulación de las emociones. Cuando se comienza con la equitación, se aprende a tomar decisiones rápidas. Debes guiar al caballo, anticipar sus movimientos, controlar los nervios, transmitir calma y aprender a sentir todo aquello que él nos quiera transmitir.
Otro de los grandes beneficios es la autoconfianza, ya que aprender nuevos ejercicios, subir de altura o participar en competiciones refuerza la autoestima y la sensación de logro en los pequeños de la familia. Y no olvidemos que, al tratarse de una actividad al aire libre, la equitación permite disfrutar del entorno natural, alejando a los niños de las pantallas y fomentando un estilo de vida más activo y saludable.
Familiarizarse con los caballos
También hay que tener en cuenta que no es necesario que los niños monten para iniciarse en este mundillo. Desde muy pequeños pueden empezar a tener contacto con los caballos mediante diversas actividades; alimentarlos, cepillarlos, pasearlos, o simplemente verlos pastar, son experiencias tempranas que ayudan a los más pequeños a desarrollar confianza y a familiarizarse con los caballos de manera natural, sin miedos y sin presiones. Esto hará que cuando cumplan la edad adecuada para poder soportar el esfuerzo físico que supone una clase completa de equitación −en torno a los 5 años de edad−, los niños ya estén más que familiarizados con los caballos o ponis.
Un ejemplo de centro hípico comprometido con la iniciación infantil es Ríos Eq, situado en La Alcayna, una urbanización perteneciente a Molina de Segura, en la Región de Murcia. Este centro no solo ofrece clases adaptadas a cualquier edad, sino que también se presta servicio a los más pequeños. Este año han decido dar una gran sorpresa a los niños de la escuela infantil El Principito de La Alcayna. Llevaron hasta las instalaciones de esta escuela a Romeo, un simpático poni que enamoró y emocionó a los más pequeños, y cautivó el corazón de los más adultos. Gracias a la predisposición de esta escuela, todos pudieron disfrutar de una mañana ecuestre, desde los bebés de 6 meses que miraban a Romeo con una expresión de máxima curiosidad hasta los más mayores, que con apenas 2 o 3 añitos ya pudieron dar su primer paseo en poni. La educación no es solo enseñar a leer o escribir, los valores también se aprenden en las buenas escuelas.
Esto nos recuerda que, para tener una primera experiencia positiva, es importante elegir un centro ecuestre adecuado, con profesionales y caballos preparados para trabajar con niños. Los niños deben aprender a tratar a los caballos con respeto y paciencia, entendiendo que son seres vivos con emociones y necesidades.
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