Tenis

Kyrgios no falla: así ha perdido la cabeza en la final de Wimbledon contra Djokovic

El australiano ha ganado el primer set, pero cuando ha perdido los dos siguientes ha empezado su habitual show quejándose de una espectadora: “Está borracha como una cuba”

Kyrgios se queja al juez de silla en la final de Wimbledon contra Djokovic
Kyrgios se queja al juez de silla en la final de Wimbledon contra DjokovicDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

No hay partido en el que Nick Kyrgios no tenga algo por lo que protestar o llamar la atención. El tenista australiano ha mezclado, durante el torneo de Wimbledon, momentos extravagantes, quejas y minutos buenos e intensos de tenis. Nadie puede decir que no ha sido él mismo en un torneo en el que se ha sentido como nunca ypor eso ha disputado y perdido la final contra Djokovic. “No he salido mucho, he intentado dormir bien, comer bien, sin beber ni una cerveza, entrenando bien. He estado muy comprometido en las tres o cuatro últimas semanas. Si esto no es compromiso, no sé qué más puedo hacer. Para mí es algo surrealista estar aquí hablando como finalista de Wimbledon. Para mí es un honor salir ahí y luchar contra uno de los mejores. Esto para mí explica que todo es posible”, afirmó después.

Y ha empezado el partido como si no le pesase ni el escenario ni el rival. Pese a que posiblemente esté viviendo algo que ha soñado mil veces, Kyrgios ha entrado en la pista central de Wimbledon tranquilo y dispuesto a sacar el mejor tenis que es capaz. Por eso se ha llevado la primera manga 4-6.

El problema es que después no ha sabido mantener el ritmo o la tensión. O puede, y esto es lo más probable, que Djokovic ha sido mejor. Cuando el serbio se pone a jugar no hay comparación posible. Se ha encendido, no ha dado ni un paso más atrás y ha superado con claridad a su rival, pero también amigo, Kyrgios. Así, el campeón por excelencia de Wimbledon ha conquistado el segundo set y también se ha llevado el tercero 6-3 y 6-4. En el último, no ha cedido 7-6.

Ha sido, casualmente, cuando se le escapaba el partido, al final del tercer set, cuando ha salido el Kyrgios indomable, el que se deja llevar y presta atención a todo menos al partido. El peor Kyrgios, el que se ha hecho famoso, pero no ha conseguido títulos. Ha empezado a discutir con todos y con todo. Con el público, con el juez de silla, con cualquiera que pasase cerca. Ha sido con el juez de silla, principalmente, con quien ha tenido la conversación más acalorada de todas, diciéndole que una mujer del público le estaba molestando y descentrando. “Me está distrayendo cuando estoy sirviendo en una final de Wimbledon. No hay otra ocasión más grande, no me creíste y luego ella lo hizo de nuevo. Casi me cuesta el partido”, le ha dicho el australiano. “¿Por qué sigue aquí? Está borracha como una cuba y me habla en medio de un partido. ¿Es aceptable?”, insiste muy enfadado.

El árbitro le contesta que “nada es aceptable” y Kyrgios, entonces, le pide que la expulse: “Vale, échala. Sé exactamente cuál es. La que parece que se ha tomado unas 700 copas, hermano”.

El australiano se encontraba contra la pared en el partido más importante de su vida y sabía que o reaccionaba o se le escapaba un tren por el que tanto tiempo había estado esperando. Djokovic se marchó a vestuarios y durante esos minutos Kyrgios pudo reflexionar y serenarse para disputar el cuarto set, que fue el último de esta edición. Aunque Kyrgios volvió a centrarse y a encontrar su tenis, no fue capaz de derribar a un Djokovic que estaba ya muy crecido y confiado. Era su torneo y no lo iba a dejar escapar. No lo hizo.