Miami

Martina Hingis: «De niña, el tenis significaba no tener que ir al colegio»

Ahora es entrenadora y disputa el dobles del Mutua Madrid Open

Martina Hingis: «De niña, el tenis significaba no tener que ir al colegio»
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Martina Hingis (Kosiçe, 1980) fue número uno del mundo con sólo 16 años y ahora camino de los 34 ha decidido darse una nueva oportunidad jugando en dobles. Está disputando el Mutua Madrid Open, donde luce gafas de sol de la firma hawaiana Maui Jim, junto a Sabine Lisicki, a la que entrena además de ser su compañera sobre la pista. Debutaron el domingo con victoria y hoy vuelven a la acción en busca de repetir el éxito de su estreno en Miami.

–¿Es difícil llegar a lo más alto siendo sólo una niña?

–¿Difícil? No, para nada. Yo era la mejor júnior, así que sólo fue una evolución lógica con la que aprendes a convivir. Todo pasa muy rápido y no tienes mucho tiempo para pensar en ello. En aquellos momentos estaba ganando partidos y torneos y es un progreso natural hasta llegar a ser la mejor. Siempre tienes nuevos partidos que disputar, torneos que jugar y rivales a los que superar. Entonces no tenía tiempo para pensar: «¡Oh, soy la número uno!». Realmente es ahora cuando puedes reflexionar sobre ello.

–¿Tampoco mentalmente era un problema soportar tanta presión?

–No, la presión llega cuando no ganas o no tienes comida que poner en la mesa. Lo demás es disfrutar.

–¿Qué es lo que más echa de menos de sus tiempos de jugadora?

–La verdad es que mi vida no ha cambiado demasiado. No dejé nada por hacer en el tenis, que es un deporte precioso. Cuando era niña jugar al tenis significaba no tener que ir al colegio, siempre he visto la parte buena de este deporte. Quizá lo único malo era entrenar duro y levantarte temprano al día siguiente para continuar con el cuerpo dolorido.

–¿No le falta la sensación de competir al máximo nivel?

–Cuando tomas la decisión de dejarlo es porque en ese momento no quieres seguir haciendo ciertas cosas, como entrenar seis horas diarias o viajar continuamente. Con el paso del tiempo, las vuelves a necesitar.

–¿Cuáles son las razones que le han llevado a regresar?

–Que disfruto con ello y siento que puedo ser otra vez una de las mejores en dobles, aunque seguramente ya no estoy para correr de una esquina a otra en partidos individuales.

–¿Qué opinión le merece el nivel del circuito femenino en la actualidad?

–Ha estado siempre en continua evolución. Las raquetas, las cuerdas, las jugadoras... todo cambia excepto Serena (Williams), que ha estado ahí en los últimos quince años. Sí es verdad que me gustaría ver algo más de variedad en el juego, que es demasiado uniforme.

–¿Qué podría haber hecho usted con el cuerpo de las Williams?

–Todo el mundo habla siempre de la potencia de Serena, pero también tiene muchas otras cosas, como por ejemplo una buena técnica para poseer uno de los mejores saques que he visto. Es muy efectiva y le permite mantener la iniciativa en sus partidos.

–Ahora es entrenadora...

–Sí, eso intento.

–¿Se sufre más mirando desde fuera que estando sobre la pista?

–Sí y no. Conozco el juego y sé cómo mi pupila se siente ahí fuera. Sabes el momento en el que su inercia es positiva o negativa, si puede cambiar algo, o está cansada. Veo el juego de forma muy real, con ojos de jugadora todavía.

–¿Qué le dice el nombre de Rafael Nadal?

–Es maravilloso, increíble. Admiro la energía que tiene en la pista, disfruté mucho sus finales con Roger Federer, porque son dos jugadores completamente distintos.

–¿El suizo está en la parte más dura de una carrera, cuando empieza a ver el final?

–¿¡Cómo!? Ha ganado algo así como 17 «grand slams», algo para sentirse más que bien. No tiene que demostrar nada a nadie, sólo a sí mismo, y si sigue jugando así sumará unos cuantos títulos más.

–Pero resulta complicado darse cuenta de que ya no eres el mejor...

–Ganó en Dubái con partidos increíbles, todavía tiene la calidad de los mejores del mundo, no entiendo la negatividad de muchas de las opiniones sobre él. Esta temporada está mejor que la pasada, con lo que aún le queda tenis que jugar.