París
Nadal VIII de Francia
Histórico triunfo de Rafa, que sumó su octavo Roland Garros tras vencer a Ferrer. El español es único: nadie había conseguido ganar tantas veces el mismo «Grand Slam»
Lloraba París, una fina lluvia que empezó a caer casi desde el comienzo de la final, con apenas unos juegos del primer set. Unas condiciones malas para Nadal, pero a él poco le importó. La gloria estaba delante y no la dejó escapar. Gloria eterna para Rafa, un tenista inimitable, casi invencible cuando sus pies pisan tierra batida. Un deportista único, porque lo que consiguió ayer no lo había logrado nadie en la historia. Ganó su octavo Roland Garros y es el primero que suma tal cantidad de triunfos en un mismo «Grand Slam» desde 1968, desde la «era Open», que en resumen viene a ser como el año en el que el tenis se profesionalizó. Pero es que antes sólo había llegado hasta ahí un tenista, casi dos siglos atrás, el galo Max Decùgis. Rafa suma así su duodécimo «grande» y entra un poco más en el Olimpo del tenis. Por encima de él sólo quedan Pete Sampras (14) y Roger Federer (17). Además, se convirtió en el primero en conquistar al menos un título de este tipo durante nueve años consecutivos.
Todo eso sucedió ayer por la tarde en la capital de Francia. La lluvia se acabó fundiendo con las lágrimas de Nadal mientras sonaba el himno de España. Él sabía que no era un triunfo más y se le notó más emocionado que en otras ocasiones. A su lado había otro español, David Ferrer, otro héroe en la fiesta del tenis nacional que se vivió ayer en la Philippe Chatrier, la catedral de las pistas de tierra, protagonistas ambos del cuarto duelo fratricida en la historia del torneo. Para «Ferru», era la primera vez que estaba ante un partido de tal envergadura y además se encontró al mejor Nadal posible. Entre unas cosas y otras, apenas pudo ofrecer resistencia, sólo por momentos sacó su garra, pero su tenis machacante fue insuficiente ayer, castigado también por su mal día en el servicio. Nadie mejor que él puede resumir lo sucedido. «Rafa es el mejor», dijo «Ferru» tras el encuentro. Gloria también para el alicantino, el claro ejemplo de que año a año siempre se puede ir a más. «Vos sos el campeón de los humanos», le animó el argentino Juan Mónaco, uno de los mejores amigos de Nadal y Ferrer en el circuito.
La victoria de ayer fue la confirmación de que no ha existido en la historia de este deporte una dictadura como la suya, sólo una vez superado en nueve participaciones en Roland Garros. Ferrer aspiraba a endosarle la segunda. Llegaba sin perder un set a la cita. Fresco y con una confianza que Nadal le fue quitando a palazos. El hombre que durante muchos partidos sobrevivió defendiéndose, que tuvo dudas en las rondas iniciales, pasó ayer al ataque. La versión salvaje de Nadal fue demasiado para David. Con la pista mojada y pocas opciones de que su pelota botara alto como suele, soltó el brazo sin contemplaciones. 35 tiros ganadores coloca la estadística en la poderosa zurda de Rafa, pero el daño fue mayor porque ni las piernas de Ferrer llegaban a tiempo. El síntoma de que el rey de la tierra está a gusto en un encuentro es que le corra mucho la derecha paralela. Y ayer fue un cañón que encontraba el hueco constantemente. Profundo en sus tiros desde el comienzo, no tardó en romper el saque de su rival. Ferrer se repuso de esa primera embestida. Dominaba los peloteos largos y dio la vuelta a la situación para colocarse 3-2 y dar paso a una estampida. Rafa acumuló seis juegos seguidos desde ese momento que le metieron en el bolsillo el primer set y parte del segundo. La lluvia empapaba la pista, el ambiente era fresco y algo gélido en las gradas, decepcionadas desde el viernes al ver cómo Tsonga era eliminado por Ferrer. Nadal lanzaba el puño al aire cuando salvaba una pelota de «break», Ferrer resoplaba para llegar a una dejada y se ponía una chaqueta en los descansos para no quedarse frío. Tuvo una pequeña reacción cuando se vio 2-0 abajo en la tercera manga. Recuperó el «break» y equilibró el choque, mientras Usain Bolt, que después entregaría los trofeos, hacía fotos en las gradas. Una derecha paralela centelleante volvió a dar una ruptura de ventaja a Nadal (5-3), que la confirmó con el saque siguiente. «Vamos, vamos», decía el tío Toni en la grada, mientras la pelota de David se iba fuera y Rafa al suelo. El campeón abrazó a Ferrer, que volvía a ser amigo, y poco después lloró. «Nunca imaginé algo así», reconocía el español. «Espero volver el año que viene», decía «Ferru». Seguramente allí estará también Nadal. Su historia todavía no ha terminado.
De la peor lesióna un año inolvidable
Había mucho detrás de las lágrimas de Nadal, porque cuando uno cae da más valor a lo que consigue cuando se levanta. Y Rafa cayó hace casi un año, pero no por su tenis, sino por su rodilla izquierda, y durante mucho tiempo (siete meses de dudas y de recuperación) se conformaba con volver a jugar. El manacorense ha sabido hacer de la desgracia virtud. El parón forzado le ha ayudado a resetear su cabeza y el regreso ha sido fulminante. En todos los torneos que ha jugado en 2013 ha alcanzado la final (siete títulos de nueve) y ha ganado a jugadores como Djokovic, Federer o Ferrer. «Es el más especial junto con el primero, porque hace unos meses estábamos lejísimos de poder ganarlo», reconoció Toni Nadal. «Doy gracias a la vida por haberme dado esta oportunidad», dijo Rafa.
2El sueco Soderling debe apuntar con mayúsculas en su currículum que es el único que ha podido ganar a Nadal en París. Su única derrota en 60 partidos en Roland Garros. Impresionante. Del joven de 2005 capaz de llegar a todas las pelotas, al evolucionado jugador que es ahora, renacido tras su lesión, pasando por cuatro triunfos sobre Federer (2006, 2007, 2008 y 2011), uno sobre Djokovic (2012) y la venganza sobre Soderling en 2010. Un hazaña difícil de repetir, pero que todavía puede crecer.
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