Natación

Tormenta en la piscina

No faltaba España en la competición olímpica por equipos desde Atenas 2004 y en las dos últimas ediciones no se había bajado del podio

Las nadadoras españolas durante el Campeonato Preolímpico de Natación Sincronizada
Las nadadoras españolas durante el Campeonato Preolímpico de Natación Sincronizadalarazon

No faltaba España en la competición olímpica por equipos desde Atenas 2004 y en las dos últimas ediciones no se había bajado del podio

Puede ser la mala gestión de la regeneración, no haber trazado la hoja de ruta adecuada o no haber elegido a las personas ideales para ello, pero quedar fuera de los Juegos Olímpicos de Río del próximo verano ha supuesto un mazazo para la sincronizada española que no hace tanto era una gran potencia en la materia.

España ha quedado fuera de los Juegos y no por poco. Había tres plazas en juego y ha quedado quinta. La han superado, como era previsible, Ucrania y la emergente Japón, pero también selecciones hasta ahora muy por debajo en el escalafón Mundial, como Italia o incluso Canadá.

No faltaba España en la competición olímpica por equipos desde Atenas 2004 y en las dos últimas ediciones no se había bajado del podio. Fue plata en Pekín 2008 y bronce en Londres 2012, después de la última cita olímpica, el equipo tomó otro giro.

Decidió entonces, el presidente de la Real Federación Española de Natación (RFEN), Fernando Carpena, despedir a Anna Tarrés, que había dirigido la etapa gloriosa del equipo, y España se fue alejando de la elite.

El objetivo era "buscar la medalla de oro", según comentó Carpena entonces para justificar la decisión, pero desde entonces España ha ido perdiendo peso competición a competición. De aquel equipo que era, junto con China, la única alternativa plausible a la inalcanzable Rusia, se ha pasado a un equipo inmerso en problemas de identidad.

El equipo vivió de la inercia durante el Mundial de Barcelona 2013, en el que consiguió siete medallas (3 platas -todos ellos en la competición por equipos-; y cuatro bronces); en el Europeo de Berlín (2014) sumó dos platas y dos bronces; el botín descendió en el Mundial de Kazán, con dos medallas, pero ninguna por equipos.

El resultado del preolímpico de Río demuestra el momento en el que está el equipo. El próximo verano, en los Juegos Ona Carbonell y la repescada Gemma Mengual, en la competición de dúos, serán las únicas representantes españolas en la disciplina, pero siempre quedará el resquemor de no participar por equipos, la disciplina que da prestigio en este deporte.

En septiembre de 2012, España sustituyó a Tarrés con Esther Jaumà y Ana Montero, que han formado un equipo basado en Ona Carbonell, con la presencia de nadadoras veteranas y otras jóvenes promesas.

Uno de los principales problemas fue gestionar la renovación de un equipo ganador, en el que prácticamente de un día para otro se quedó sin su referente (Andrea Fuentes) y otras experimentadas nadadoras (Crespí, Montrucchio, Pons) también abandonaron el equipo.

Fue el momento de que Ona Carbonell, hasta entonces pareja de Andrea Fuentes en el dúo, liderara el equipo. La extraordinaria Carbonell no encontró una pareja estable que le diera continuidad y los intentos con marga Crespí, Paula Klamburg o Clara Camacho no dieron sus frutos.

Por eso, el equipo técnico decidió repescar a Gemma Mengual, ya retirada con la idea de al menos, reflotar el dúo. Ona y Gemma estarán en Río, aunque su puntuación en el preolímpico no les otorga demasiadas opciones de podio en una competición exigente donde rusas, chinas, japonesas y ucranianas marcarán la pauta.

España necesita reinventarse y la tarea no es nada fácil. Tiene que reconstruirse, pero sobre todo tiene que tener una idea y una hoja de ruta, seguramente lo que le ha fallado en esta última etapa.

Han sido doce años prodigiosos, un sueño que nació aquel verano de 2003 en el Mundial de Barcelona y que murió el verano pasado en Kazán o tal vez antes, cuando se decidió sustituir la dirección técnica en manos de Anna Tarrés para emprender un nuevo camino que no ha llevado a ninguna parte.