Olimpismo

Un aval de 19 medallas

Entre los Juegos Olímpicos de Londres y los de Río de Janeiro ellas ganaron más medallas que ellos para el deporte español. De los casos excepcionales se ha pasado al superávit de estrellas en multitud de disciplinas.

Un aval de 19 medallas
Un aval de 19 medallaslarazon

Entre los Juegos Olímpicos de Londres y los de Río de Janeiro ellas ganaron más medallas que ellos para el deporte español. De los casos excepcionales se ha pasado al superávit de estrellas en multitud de disciplinas.

De la presencia por primera vez de una española en una final olímpica al último logro del deporte femenino español han pasado 50 años. Es el tiempo transcurrido entre la séptima plaza que logró Mari Paz Corominas en México’68 en los 200 espalda y el estreno de Anna Montañana como ayudante en el banquillo del Montakit Fuenlabrada de la Liga Endesa. «No se trata de demostrar nada, sólo de alcanzar la normalidad», asegura la exjugadora que lo ganó casi todo a nivel de clubes y selecciones.

«En cuanto se ha hecho caso a las mujeres, han explotado», asegura Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español. Los resultados le dan la razón tomando los Juegos de Barcelona como punto de partida y llegando hasta la actualidad. El bronce de Blanca Fernández Ochoa en los Juegos de Albertville fue el prólogo de lo que sucedió aquel verano del 92. De las 22 medallas logradas entonces, ocho, más de un tercio, fueron de ellas. Desde el oro que Miriam Blasco ganó en judo en el Palau, el deporte femenino español ha subido 49 veces al podio. Y la explosión a la que se refería el presidente del COE llegó en Londres 2012 y Río 2016. De las 35 medallas ganadas, 19 (10, con el oro de Lydia Valentín, y 9) fueron cosa de ellas. El reflejo en los resultados se constata con el crecimiento de porcentaje de mujeres como deportistas de alto nivel. Hasta 2008 no alcanzaba el 20 por ciento y hoy, de los más de 4.000 deportistas de élite, el 40 por ciento son mujeres.

De los ejemplos del siglo pasado que surgían casi por generación espontánea (Carmen Valero, Blanca Fernández Ochoa, Arancha Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Sheila Herrero, Joane Somarriba...) se ha pasado a un superávit de estrellas que abarca multitud de disciplinas: Garbiñe Muguruza (tenis), Mireia Belmonte (natación), Ruth Beitia (atletismo), Laia Sanz (trial), Ona Carbonell (sincronizada), Carolina Marín (bádminton), Maialen Chourraut (piragüismo), Marina Alabau (windsurf), Lydia Valentín (halterofilia), Alba Torrens (baloncesto)... «El deporte femenino es el sustento de la alta competición en este país. Ahora se trata tanto de potenciar la práctica de base como la de alta competición e impulsar también la dirección deportiva y técnica entre las mujeres», asegura el secretario de Estado para el Deporte, José Ramón Lete.

No sólo brillan ellas a nivel individual. En deportes de equipo, España se ha acostumbrado no sólo a competir, también a ganar. Del oro en hockey hierba de Barcelona’92 se ha pasado a ganarlo casi todo con la selección de baloncesto desde 2013, a coleccionar medallas en waterpolo, en balonmano, en gimnasia rítmica... En fútbol ya se juega el Mundial. Y por todo ello hay grandes empresas, como Endesa e Iberdrola, que se han volcado con el deporte femenino y el programa Universo Mujer. «Es imparable. En Barcelona se puso sobre la mesa la igualdad de oportunidades, las medidas para equiparar su valía y eso hace que el presente sea maravilloso y el futuro, extraordinario», dice Alejandro Blanco.