Brasil

«Un comportamiento de manual de imputado»

El presidente erró en su estrategia jurídica al pedir «confidencialidad» o que la Audiencia se inhibiera

La Razón
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Desde que la querella contra Sandro Rosell por apropiación indebida en el fichaje de Neymar se presentó el pasado 5 de diciembre en la Audiencia Nacional, el ya ex presidente del Barcelona ha venido desarrollando en el último mes y medio lo que las fuentes jurídicas consultadas definen como «un comportamiento de manual de un imputado». Primero, reclamando «confidencialidad» sobre los documentos aportados por el propio club en relación al traspaso. Después, pretendiendo llevar la iniciativa en el procedimiento al reclamar al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, horas antes de que acordase admitir a trámite la denuncia, que le citase a declarar «enseguida» para demostrarle que «no hay nada que tapar» y conseguir que el magistrado no «haga durar mucho» la investigación. Y, por último, aireando que el club iba a pedir de forma inmediata que Ruz se inhibiera del asunto para que se instruyese en los juzgados de Barcelona, según esas mismas fuentes «un auténtico disparate» que sólo persigue «marear la perdiz», pues al tratarse de un posible delito cometido por un español en el extranjero (Brasil) la competencia de la Audiencia es incuestionable.

La insólita petición de inhibición (el Barcelona ni siquiera está personado en el procedimiento, una posibilidad que rechazó Ruz en su resolución del pasado miércoles) no había llegado ayer a la Audiencia Nacional, según confirmaron fuentes del tribunal.

Cuando el juez todavía no se había pronunciado sobre la admisión a trámite de la querella, el Barcelona remitió un escrito a Ruz pidiendo «confidencialidad» en la tramitación del procedimiento, después de que trascendieran los argumentos de la Fiscalía a favor de la investigación al apreciar la existencia de «contratos simulados» en el traspaso de Neymar. El magistrado le recordó entonces que la ley le obliga a dar traslado a las partes (en este caso la Fiscalía y el socio culé que presentó la querella, Jordi Cases) de la documentación incorporada a la causa y que ya había advertido al querellante del «uso correcto» que debe hacerse de la misma.

Horas antes de que Ruz admitiese a trámite la querella, a instancias del fiscal José Perals (a quien en la Audiencia Nacional se tiene por seguidor del Sporting de Gijón), Rosell comparecía ante los medios de comunicación para pedir al juez que admitiese la denuncia y le llamase a declarar. Al presidente del Barcelona se le olvidó precisar que su comparecencia ante Ruz llevaría aparejada la condición de imputado. «Si alguien se querella contra ti y el juez admite a trámite la denuncia, en el mismo momento que te cite a declarar es en calidad de imputado», subrayan las fuentes consultadas.

Pese a que Rosell intentó tomar la delantera curándose en salud ante una hipotética citación del juez (que, llegado el caso, siempre podría interpretar ilusoriamente como una respuesta a su petición de declarar), Ruz sólo tardó unas horas en recordarle que es el juez instructor quien tiene la última palabra sobre la comparecencia de un imputado (una condición que Rosell ni siquiera tiene, pues a día de hoy es simplemente un querellado). Tras admitir a trámite la denuncia por apropiación indebida y solicitar abundante documentación sobre el fichaje, Ruz aplazó la decisión de citar o no a Rosell y calmó su ímpetu colaborador apostillando que su comparecencia no es ahora «urgente».

El último traspié llegó con la negativa del magistrado a aceptar la personación del Barcelona en el proceso en calidad de «perjudicado», incompatible –recalcó– con defender que no existe perjuicio alguno para el club y con la negativa a ejercer la acusación.