Sevilla
Una vida esperando esta noche
El Sevilla recibe al Bayern con la esperanza de repetir la sorpresa que dio en la anterior eliminatoria frente al Manchester United, aunque mermado por la baja de Banega.
El Sevilla recibe al Bayern con la esperanza de repetir la sorpresa que dio en la anterior eliminatoria frente al Manchester United, aunque mermado por la baja de Banega.
Toda la vida lleva el sevillismo esperando una ocasión como la que se presenta esta noche en el Sánchez Pizjuán, y no es una forma de hablar. La única vez que el club de Nervión, que siempre tuvo una consciencia de grandeza que excedía a su dimensión real, se vio en el trance de jugar unos cuartos de final de la Copa de Europa fetén, llámese como se llame, fue hace sesenta años justos. Toda una vida, o sea, pues son pocos los supervivientes de aquel sueño de 1958 cuyo abrupto despertar fueron los ocho goles, la mitad marcados por Puskas, que le endosó la banda invencible de Di Stéfano. ¿Es tan fiero este Bayern como aquel Real Madrid? No son malotes los muchachos de Heynckes, no.
Ningún indicio racional permite especular con un Sevilla en semifinales tras derribar al ogro bávaro, a no ser que se realice un tramposo análisis a partir de la cábala: las malas experiencias del Bayern contra rivales españoles en el último trienio –se necesitaría contar con Muriel disfrazado de Messi, Ben Yedder transmutado en Cristiano Ronaldo y Montella caracterizado como Simeone– o tal vez esa estadística histórica de los alemanes en el Sánchez Pizjuán, donde han girado diez visitas oficiales para obtener tres empates y siete derrotas. Claro que el sempiterno campeón de Bundesliga no figura en esos precedentes, aunque sí fue derrotado por 3-1 en un amistoso en el otoño de 1992, cuando fue invitado a participar en el debut de Maradona con la zamarra sevillista.
Otro «10» argentino, menos legendario que aquél pero con mucho más peso en la historia del Sevilla, marcará el partido de esta noche: Éver Banega, faro y guía del equipo en el puñado de buenos ratos que ha deparado desde la llegada de Vincenzo Montella, lo verá desde la grada debido a una sanción por acumulación de amonestaciones. Insustituible, su ausencia sumerge al técnico italiano en un mar de dudas, sobre todo porque tampoco está claro que Jesús Navas, que el sábado renqueó muchos minutos contra el Barcelona hasta que pidió el cambió, pueda ser de la partida.
La opción más natural para cubrir la baja de Banega es Roque Mesa, que para eso fue fichado. Pero Montella ni la contempla porque el canario, desde su llegada a finales de enero, ha aparecido tres ratos en el césped... desorientado como un pulpo en una gasolinera. Guido Pizarro sería la alternativa conservadora, en el entendido de que el argentino sea un mediocentro defensivo. Lo parece, vista su total incapacidad para el juego creativo, pero tampoco es lo que se dice un titán en la resta, así que siempre deja un regusto a ni fu ni fa de medianía cuya cima soñada es no dar el cante y que, a su nivel habitual, no destacaría en un campo de Segunda B.
Si Navas pudiera jugar, Montella tendría la opción de asociarlo con Mercado en la banda derecha para ubicar a Sarabia en posiciones interiores, cerca de Nzonzi y Franco Vázquez, donde se desenvuelve a la perfección. También tiene el técnico sevillista la opción de desplazar al Mudo a la izquierda, donde Escudero se basta para cubrir todo el costado, y dar entrada a dos delanteros: ese Muriel que lo hace todo bien pero que casi nunca marca y este Ben Yedder que da grima verlo entre atletas de élite pero que está tocado por la varita del gol. Casi nunca juegan juntos el francés y el colombiano, pero sus características anunciarían una interesante complementariedad a la que no parece aconsejable renunciar.
«Ya hemos hecho historia, pero no estamos saciados», dijo ayer Vincenzo Montella para terminar de galvanizar un ambiente que se antoja de gala. «Sabemos que tenemos pocas opciones pero las queremos apurar con ayuda de la gente». El entrenador sevillista lamentó que «la carga física de tres competiciones es muy grande, pero es la cabeza la que mueve las piernas, y no al revés. A todos los grandes futbolistas les gusta jugar cada tres días». La prudencia de Montella encontró cumplida réplica en la de Javi Martínez, el jugador del Bayern que atendió ayer a los medios: «En unos cuartos de final de la Champions no hay favoritos. La eliminatoria está al cincuenta por ciento».
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