Unión Europea
España descarta otro «rescate»
Los Veintisiete intentan llegar a un acuerdo para un «Plan Marshall» de 1,5 billones de euros. Reticencias en la UE a la propuesta española de un fondo sufragado con deuda perpetua
Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete vuelven a reunirse hoy de manera telemática para pactar un plan de reconstrucción económica que haga frente a los estragos ocasionados por la pandemia del coronavirus. Aunque las espadas no se han bajado del todo, sobre todo si nos fijamos en los polos liderados por Italia y Holanda, comienza a esbozarse un consenso en aras de convertir el próximo marco presupuestario para los años 2021-2027 en el instrumento clave de este plan de recuperación. De esta forma se evita mencionar la mutualización de deuda a través de los coronabonos –anatema para los halcones del Norte liderados por La Haya– y también se esquiva cualquier intento de crear instrumentos nuevos, línea roja de la canciller alemana Angela Merkel. Pero el diablo está en los detalles y aquí pueden emerger todo tipo de deidades diabólicas que pongan palos en las ruedas del acuerdo. El Ejecutivo comunitario contribuye al debate de hoy con la presentación de una propuesta para incrementar el techo de gasto del próximo marco financiero, con el objetivo de apalancar los fondos y movilizar más de 1,5 billones de euros gracias a la solidez de las finanzas públicas del presupuesto comunitario. Esta iniciativa, sin embargo, no incluye la emisión de deuda perpetua tal y como había propuesto nuestro país, pero sí una combinación de inversiones y prestamos.
Este pasado lunes, el Gobierno de Pedro Sánchez planteó a los socios europeos un fondo, también apoyado en el marco financiero plurianual, de hasta 1,5 billones financiado con deuda perpetua y cuyas partidas se repartirían mediante transferencias a los países más afectados (no créditos). De esta forma, se evitaría que los países socorridos tuvieran que seguir endeudándose y sólo tendrían que pagar los tipos de interés que se sufragarían con los denominados recursos propios (impuestos europeos como una tasa al dióxido de carbono). Según explican fuentes diplomáticas españolas, se tratarían «de títulos sin caducidad que se podrían recomprar y desaparecer». Una propuesta que viene avalada no sólo por el Gobierno español, sino por diferentes economistas. Desde el eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano hasta el inversor y filántropo, George Soros.
A pesar de que la propuesta española ha sido acogida como un intento loable de influir y generar consensos, ni el Ejecutivo comunitario ni el resto de las cancillerías la consideran factible. Sin embargo, para la delegación española, el papel que hoy pondrá sobre la mesa la Comisión no es oficial ni definitivo. Fuentes diplomáticas españolas consideran que aún queda camino por delante, ya que el encuentro de hoy es tan sólo el comienzo de las negociaciones. Según las mismas fuentes, nuestro país tiene tres condiciones principales sobre este nuevo fondo de recuperación: dimensiones suficientes para hacer frente a la situación; rápidamente ejecutable con el objetivo de que esté disponible lo antes posible y con una «dinámica propia» que permita realizar las inversiones necesarias.
Aunque se abre un consenso básico entre Francia, España y Alemania a nadie se le escapa que aún es necesario mucho trabajo y que es difícil –casi imposible– que hoy llegue la fumata blanca de este Plan Marshall. A pesar de esto, los ánimos se han calmado y tanto Roma como La Haya han relajado su retórica incendiaria de semanas precedentes. En los último días, España y Francia han defendido la necesidad de un instrumento común como modo de no dinamitar el mercado común, uno de los logros del proyecto de integración europeo y del que La Haya es el cuarto país más beneficiado tras Luxemburgo, Irlanda y Bélgica, según las últimas cifras de Eurostat. «En un país que vive del mercado interior, quizás el arrebato populista te dura lo que te dura», resumen fuentes diplomáticas a la hora de calibrar la nueva posición holandesa.
París y Madrid temen que el mercado único llegue al colapso, en un momento en el Ejecutivo comunitario ha dado carta blanca a los Estados para incumplir los límites de déficit y para ayudar a las empresas europeas sin cortapisas, mientras la capacidad de endeudarse y de hacer frente a estos desafíos es muy diferente entre los Estados miembros.
Como primer plato en el menú, se espera que los Veintisiete den la luz verde oficial al acuerdo alcanzado por los ministros de Economía y Finanzas por el que establecían una red triple de seguridad para trabajadores, empresas y Estados de más de medio billón de euros en préstamos ventajosos. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte ha asegurado esta semana en el Senado de su país que España estaría interesada en acudir a la línea disponible del fondo de rescate (MEDE) y que, por eso, no vetará el acuerdo. Unas palabras que contradicen la versión de las autoridades españolas, que en ningún momento sopesan esta opción ya que nuestro país tiene siguiendo acceso a los mercados financieros. Fuentes diplomáticas tachan estas palabras como un asunto de «pura política interior sin ningún recorrido». La Liga de Matteo Salvini acorrala al Ejecutivo italiano para que no recurra a este fondo y considera que el acuerdo alcanzado sobre las condicionalidad del MEDE no es lo suficientemente beneficioso para el país trasalpino.
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