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Los grupos mexicanos, al rescate de las constructoras españolas

Carso y Caabsa, propiedad de Carlos Slim y los hermanos Amodio, respectivamente, se han hecho con el control de FCC y OHL, dos empresas que atravesaban por graves problemas financieros

Las fortunas de Carlos Slim y los hermanos Amodio son de las más grandes de México
Las fortunas de Carlos Slim y los hermanos Amodio son de las más grandes de MéxicoPlatónLa Razón

FCC y OHL tienen mucho en común. Ambas empresas fueron «buques insignia» de la época dorada de la construcción. Ambas han estado intrínsecamente unidas a sagas familiares. Ambas han estado al borde de la quiebra y ambas han sido rescatadas por sendos grupo mexicanos. Recientemente, Carlos Slim ha elevado su participación en FCC, a través de Inversora Carso, hasta el 76,6%, mientras que Caabsa, propiedad de los hermanos Amodio, se ha hecho con el 16% de OHL, aunque su intención es aumentar su participación hasta el 25% antes de que finalice el año y no descartan ampliarla hasta el 29,9%, participación máxima en una sociedad sin necesidad de lanzar una OPA.

La operación de FCC responde a la cancelación de la deuda que Esther Koplowitz mantenía con el magnate mexicano después de que en 2015 asumiera los préstamos que la empresaria había contraído con BBVA y Bankia para adquirir la participación de su hermana Alicia en la empresa familiar, y cuya garantía eran las propias acciones. Este es el último capítulo de una historia que comenzó en 2014, cuando Slim entró en la compañía en un momento crítico. Con una deuda financiera de 5.000 millones de euros, el grupo estaba en serio peligro de desaparecer. Sin embargo, el magnate rescató a la compañía cubriendo gran parte de sus ampliaciones de capital, con lo que le inyectó 1.700 millones de euros. Tras esta última operación, la participación de Koplowitz se sitúa por debajo del 5% (4,6%), aunque mantiene cuatro puestos en el consejo de administración, entre ellos la presidencia, que recae en su hija Esther Alcocer Koplowitz. También mantiene una opción de compra sobre el 5% de las acciones.

Por su parte, con la toma de control de OHL por parte del grupo mexicano culmina un proceso de desinversiones que el Grupo Villar Mir comenzó en 2015 con la venta de Torre Espacio, y que ha continuado con la de Ferroatlántica y Fertiberia.

Halo de misterio

Los nuevos accionistas de referencia en OHL están envueltos en un halo de misterio. Los hermanos Luis y Mauricio Amodio serán el nuevo presidente y consejero dominical, respectivamente. Son reservados, alejados de los focos y muy celosos de su imagen, con escasas apariciones en los medios de comunicación. Una «rara avis» en el ecosistema del dinero mexicano, donde los grandes magnates suelen llevar una vida pública intensa y tienden a mostrar su cercanía con el poder político.

Luis y Mauricio Amodio son ingenieros civiles de formación, estudiaron en sendas universidades privadas y católicas de Ciudad de México y en 1979 fundaron una constructora que sería el germen del imperio actual, grupo Caabsa, que aglutina una treintena de empresas de la construcción, inmobiliarias, concesiones públicas y servicios.

No es fácil encontrar referencias sobre ellos de primera mano. A pesar de ser empresarios importantes, han mantenido un perfil bajo y es ahora, con el gran salto a OHL, cuando se ponen bajo los focos. Una fuente que los ha tratado personalmente dice a LA RAZÓN que son «extremadamente trabajadores y discretos, no como muchos ricos mexicanos a los que les gusta exhibir lo que tienen».

En el origen de su fortuna hay dos hitos clave. En 1993 entraron en el enorme y lujoso desarrollo urbanístico de Santa Fé, con el que el gobierno de entonces levantó sobre un basurero un exclusivo distrito financiero. Ahí construyeron el Centro Comercial Santa Fé, que todavía gestionan. Es su máquina de hacer dinero, su gran flujo de liquidez.

Un año después se hicieron con la concesión del servicio de basuras de Guadalajara, la segunda ciudad del país, que mantienen a día de hoy y también les ha generado muchísimo dinero. En 2016 el entonces alcalde se quejaba de que la factura a los Amodio era la más alta que tenía que pagar a cualquier proveedor de servicios, unos 20 millones de dólares anuales.

«Se mueven muy familiarmente, varios hijos trabajan en la empresa», dicen las mismas fuentes. No se les conocen aficiones llamativas ni excentricidades. «Viven para la empresa y la familia, ese es el entorno en el que se mueven. Ahora dan el paso de lo local a lo internacional, tienen olfato para los negocios y suelen acertar», añaden.

Con la compra de OHL, los hermanos Amodio diversifican unos negocios que no les han ido tan bien desde que Andrés Manuel López Obrador es presidente de México, sobre todo en la obra pública. La construcción del tren México-Toluca del que Caabsa posee un tramo, se ha ralentizado lastrada por los retrasos y sobrecostes.El nuevo aeropuerto internacional de México (NAIM), el gran proyecto del pasado sexenio donde habían conseguido el contrato de la terminal, fue cancelado y se han quedado fuera del Tren Maya, el emblema en infraestructura pública del Gobierno actual. Los Amodio también deberán lidiar con la dañada reputación de OHL en México, envuelta en casos de corrupción y señalada casi a diario por López Obrador de haber recibido trato de favor del presidente anterior.

Mucho más conocida es la figura de Carlos Slim, el hombre más rico de América Latina y un habitual de las listas de multimillonarios de Forbes y Bloomberg.

Las inversiones de Slim en España no han parado de crecer en los últimos años, principalmente en el sector inmobiliario, donde posee millonarias participaciones en Metrovacesa, Quabit y Realia, además de una posición cada vez más fuerte en el Grupo Prisa.

Slim tiene una vasta cartera de negocios que pasan por el sector de telecomunicaciones, financiero, minería, medios de comunicación y un largo etcétera, aunque el origen del imperio que le llevó a ser el hombre más rico del mundo hace una década está en la telefonía. En 1990 se quedó con Teléfonos Méxicanos (Telmex) en el proceso de privatización de las grandes empresas públicas mexicanas y una década después fundó su división más exitosa, América Móvil, que hoy da servicio de telefonía móvil a cerca de 300 millones de usuarios.

Cercano al poder

Siempre ha estado cercano al poder, desde el PRI de Carlos Salinas de Gortari con el que inició su imperio hasta López Obrador, con quien ha llegado a una entente cordiale después de muchas desavenencias tras la cancelación del NAIM en el que Slim tenía mucho protagonismo. Según el periodista Diego Enrique Osorno, con quien compartió horas de conversación para la publicación de su biografía, Slim «ha buscado armar la narrativa de sí mismo (…) el hijo de un inmigrante libanés, muy trabajador y genio en matemáticas que logró ser el primer latinoamericano en la lista de Forbes», le dijo a la BBC, pero lo cierto es que «viene de una familia que le ayudó a tener una base económica importante, tener un interés por el poder y las relaciones políticas» y su mayor virtud ha sido «saber adaptarse» en un entorno de oportunismo. Ahora parece que la oportunidad está en España.

Dos empresas, dos familias
La historia de FCC y OHL ha estado intrínsecamente unida a dos familias, los Koplowitz y los Villar Mir. En el caso de la primera compañía, fue el padre de Alicia y Esther Kopliwitz, Ernesto, un inmigrante procedente de la Alta Silesia, quien en 1952 compró una pequeña empresa llamada Construcciones y Reparaciones, el germen de lo que luego sería Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). La prematura muerte de Ernesto en un accidente de equitación dejó a sus dos hijas al frente de los negocios familiares.
Esther y Alicia crecieron en la discreción, de la que disfrutaron hasta que ambas protagonizaron sonados divorcios de los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer (los famosos «Albertos»).
Por su parte, el patriarca de los Villar Mir, Juan Miguel, fue ministro de Hacienda y vicepresidente para Asuntos Económicos del primer Gobierno con Juan Carlos I, presidido por Arias Navarro. En 1987, adquirió a Altos Hornos de Vizcaya, empresa de la que había sido presidente, Obrascón por una peseta. Posteriormente, sumaría Huarte y Laín, dando lugar a OHL, la joya de la corona del Grupo Villar Mir.
A largo de su vida Juan Miguel Villar Mir ha recibido numerosos reconocimientos, pero, tal y como él mismo ha confesado, del que se siente más orgulloso es del título de marqués que le otorgó el rey Juan Carlos en 2011. Amante del mar (con 66 años cruzó el Atlántico en un velero), reparte sus veranos entre Sotogrande, urbanización de lujo de la también fue artífice, y Mallorca, donde tiene su base el «Blue Eyes London», su yate de 60 metros de eslora.