Bolsa

La bolsa española es la peor del mundo desde el estallido del coronavirus

El Ibex acumula una caída del 32% desde febrero y es el mercado que menos terreno ha recuperado desde los mínimos de marzo

Pantallas con las cotizaciones en el interior del Palacio de la Bolsa, en Madrid
Pantallas con las cotizaciones en el interior del Palacio de la Bolsa, en Madrid"Jesús Hellín "Europa Press

La pandemia ha devuelto a la vida a todos los viejos fantasmas de las crisis económicas y financieras que han lastrado la prosperidad de cientos de países y derrumbado sin distinción tanto los grandes patrimonios inversores como hecho desaparecer buena parte de los fondos de los pequeños ahorradores. Esta crisis del coronavirus ha trascendido el ámbito sanitario para derrumbar sin contemplaciones las puertas de bolsas, empresas y familias. La crisis del 29 abrió las puertas a la Gran Depresión; la del petróleo del 73 marcó el primer parón económico serio tras la II Guerra Mundial; la pérdida de tejido industrial y las reconversiones acabaron con la presunta prosperidad económica en la España de los años 80, situación que se reprodujo a principios de los 90; con la entrada del nuevo siglo y el estallido de la burbuja inmobiliaria llegó una crisis financiera global que tardó un lustro en dar señales de recuperación.

Ibex 35 2020
Ibex 35 2020José Luis Montoro

Ahora, en 2020, la crisis del coronavirus se ha convertido en una catástrofe económica y un hoyo financiero, en el que la mayoría de bolsas apenas se asoman al borde el agujero –pero se asoman– ocho meses después del «Gran Confinamiento», mientras que el Ibex 35 español apenas ha escalado unos centímetros por la pared. El principal selectivo de la bolsa española alcanza los 6.893 puntos al cierre de ayer, 22 de octubre, frente a los 10.083 puntos que marcaba el 19 de febrero, cuando los mercados estallaron por el virus. El 16 de marzo el Ibex alcanzó su desplome máximo del 39%, al caer hasta los 6.107 puntos, cuando el Gobierno ordenó las restricciones totales de movilidad y la posterior hibernación económica. Después, ni siquiera ha recuperado una cuarta parte de lo perdido y arrastra aún una caída del 31,6%.

Recuperación más lenta

Nada que ver con el mejor comportamiento del resto de bolsas mundiales. Pese a que las caídas máximas en primavera fueron muy similares para todas, algunas de ellas ya han recuperado casi todo el terreno perdido y otras están a medio camino. De hecho, el Ibex español es la peor bolsa de todo el globo desde que estalló el coronavirus. Por ejemplo, Milán llegó a hundirse un 41% pero ahora solo cae un 24%; Londres cayó un 33% y está ya por el 21%; París se desplomó en su peor momento un 38%, pero ya solo cede un 19%. Pero con diferencia la mejor evolución es la de Alemania y Estados Unidos: Fráncfort cayó un máximo del 39% y ya solo tiene que recuperar un 8% para volver a la situación de partida. En el caso de Nueva York, el Dow Jones sufrió un hundimiento del 37% y sin embargo ahora sólo cae un 3%. Pero es que el Nasdaq, índice que aglutina a las empresas tecnológicas, está mejor ahora que antes del coronavirus y acumula unas ganancias del 19% respecto a antes de la pandemia.

Para Borja Ribera, profesor de bolsa del EAE Business School, la actual crisis sigue un patrón de recuperación similar al de la crisis de 2008, aunque en un tiempo más corto. Esto significa que los valores españoles se han despeñado igualmente y siguen pendientes de recuperación, mientras que en el resto de bolsas han recuperado con rapidez buena parte de lo perdido. «En 2008, mientras la bolsa española apenas recuperó el 50% del valor de 2007 –alcanzó el récord de 15.731 puntos en noviembre de 2007, un 57% más que en la actualidad–, el resto de mercados recuperó lo perdido y algunos lograron situarse hasta un 40% por encima. En el caso español, la crisis la vamos acarreando desde 2007. Ni siquiera la habíamos superado y ahora el Covid ha tenido unas consecuencias aún peores».

Entonces, ¿cuál es el problema del Ibex 35? ¿Por qué el resto de mercados evolucionan mejor, pero el índice español sigue estancado y con malas perspectivas? La respuesta de expertos y analistas es clara: demasiada concentración sectorial de valores en banca, construcción y turismo; la ausencia de confianza en un Gobierno central sin un plan definido y el miedo a los rebrotes y a las nuevas restricciones y confinamientos por culpa de la segunda oleada del virus.

La excesiva dependencia de bancos, constructoras y turismo impide la recuperación del Ibex

La banca, el sector eléctrico y el de la construcción tienen un peso superior al 50% del Ibex. Las constructoras han agravado en parte sus problemas de deuda; la banca tiene que hacer frente a un entorno complicado de tipos muy bajos y poca rentabilidad, y solo las eléctricas, pese a ser un sector extremadamente regulado, parecen haber superado las incertidumbres políticas y aprovechado el tirón verde para mantener el tipo. Si a esto le unimos la amenaza de una nueva paralización económica por los rebrotes y la incertidumbre en torno a una vacuna eficaz en un tiempo razonable, las posibilidades de recuperación se alejan.

Para Natalia Aguirre, directora de análisis y estrategia de Renta 4, el factor diferencial es que los índices internacionales tienen un peso muy superior de sectores ganadores en el contexto actual, como son el tecnológico o el farmacéutico –por ejemplo, en el caso norteamericano–, frente a una ponderación de sectores con dificultades para rentabilizar su negocio, como es el caso del sector bancario en el Ibex». Añade además que «nos pesa la exposición a Latinoamérica, tanto por el frenazo de aquellas economías como por la depreciación de sus divisas. De la misma opinión es Joaquín Robles, analista de XTB, aunque también ve un componente coyuntural que hace a nuestros valores bursátiles y a nuestra economía más vulnerables. «Somos unos de los países más golpeados por la pandemia en el ámbito sanitario, el que más ha descendido en términos de PIB de los países desarrollados; tenemos un alto desempleo estructural, una alta exposición al sector servicios y un tejido empresarial dominado por empresas de pequeño tamaño». Este panorama y una situación política siempre en discusión provocan que los inversores exteriores «pierdan su confianza», ya que les preocupa, por ejemplo, «la dificultad para aprobar unos Presupuestos Generales o la incertidumbre sobre las nuevas regulaciones fiscales o del mercado del trabajo», critica.

En este sentido, Miguel Ángel Bernal, economista y profesor en la Escuela de Negocios IEB, cree que es precisamente la falta de liderazgo político y el errático plan de recuperación del Gobierno de Pedro Sánchez –incapaz de subir al mismo barco a los gobiernos autonómicos– una de las razones principales para el hundimiento del Ibex y su incapacidad para recuperarse. «Nuestros políticos han demostrado no estar a la altura. Están haciendo de la pandemia un asunto político y de urnas, no de Estado, y eso siempre repercute de manera negativa en la economía y en la confianza de los inversores. Si pierden la confianza, el dinero se va a otra parte. España tenía que haber llevado a cabo una auténtica reforma y reestructuración de la economía y, sin embargo, se ha hecho muy poco y de una forma muy tímida, si lo decimos finamente».

Las empresas españolas, a tiro de OPA

Para los analistas, la afección de la crisis sanitaria en el comportamiento del mercado de inversión español ha provocado que se generen unas «capitalizaciones muy bajas y sin volumen» que hacen «muy poco atractivas las inversiones», explica Borja Ribera, que advierte de que ya «empieza a preocupar» el bajo valor en bolsa de las grandes empresas españolas. Y eso es «muy peligroso» por dos razones: porque «los fondos de las gestoras no pueden invertir en ellos porque su baja capitalización se lo impide» y porque el bajo valor de las compañías las convierte en «objetivo asequible» para que grandes corporaciones de otros países tengan la opción de hacerse con el control de su competencia a precio de saldo. «El problema en España es que las empresas no son capaces de generar valor, es decir, que ni sus beneficios ni su tamaño se corresponde con su capitalización –mucho menor de su valor real–. Esto ya ha provocado que grandes compañías extranjeras se hayan empezado a interesar por firmas españolas, dado su pobre valor de capitalización. «Sus precios son ahora muy atractivos, incluso con volúmenes abultados de deuda. Son operaciones que no se pueden descartar en los próximos meses», avisa Miguel Ángel Bernal.

¿Hay solución?

A poco más de dos meses para el cierre del año, surgen tres inevitables preguntas: ¿Hay solución a esta crisis? ¿Habrá recuperación? ¿Hay buenas previsiones? Los analistas no lo tienes claro. “Depende de tantos factores que es difícil hacer un pronóstico. La situación está en modo pánico y los únicos atractivos del mercado español para los inversores extranjeros son lo barato que estamos, y eso no es nada positivo”, entiende Ribera. Pero las cifras de inversión al cierre de septiembre pueden dar una pista sobre lo que puede pasar. La Bolsa española negoció 31.440 millones de euros en renta variable en el pasado mes de septiembre, lo que supone un descenso del 3,3% respecto al mismo mes del año anterior, pero un incremento del 57,9% frente a agosto, según los datos oficiales facilitados por BME. En septiembre se registraron 4,5 millones de negociaciones, un 46,8% más que en septiembre de 2019 y un 35,2% por encima del número de agosto, mientras que las negociaciones acumuladas entre enero y septiembre ascendieron a 41,2 millones, un 47,7% más que en el mismo periodo de 2019.

Tampoco se descarta que la inminente resolución del Brexit determine el sentido que tomen los mercados bursátiles europeos de aquí a final de año. “La dependencia de nuestras empresas con el Reino Unido puede ser determinante para muchas de ellas ante un Brexit muy complicado. Este un aspecto que se debería tener muy en cuenta porque sus consecuencias son imprevisibles”, reitera Bernal. Lo que parece claro es que las previsiones para la bolsa española estarán muy ligadas a las perspectivas económicas y a la evolución de los rebrotes. Si la actividad empresarial no se recupera, tampoco lo harán el PIB ni la capitalización bursátil, y ello lastrará la recuperación. “El fuerte nivel de incertidumbre mantendrá la volatilidad sufrida durante los próximos meses. Ahora, el mayor temor es enfrentarse a una segunda ola de contagios, que pueda provocar nuevas paralizaciones y frene la recuperación esperada para el último tramo del año. A pesar de que podamos ver fuertes rebotes impulsados por nuevos tratamientos farmacéuticos o nuevos estímulos monetarios, recuperar los niveles previos a la crisis sanitaria será un proceso que necesitará de varios años”, auguró Joaquín Robles.