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El precio ofrecido por BBVA por debajo del valor contable acabó con la fusión con Sabadell

Sabadell seguirá en solitario a golpe de desinversión en Reino Unido y México y BBVA se abre a compras en el exterior

Rehúse, marcha atrás y caída al tercer obstáculo. Apenas dos semanas ha durado el «matrimonio por poderes» entre BBVA y Sabadell, que ha hecho saltar por los aires la que hubiera sido la segunda entidad financiera española. Un divorcio inesperado que ha descolocado de nuevo al mercado. ¿Las razones? Las obvias en una ruptura: el dinero, la posición de poder y el respeto financiero –o la falta de él en este caso–, y no precisamente en el orden que presentan estos denominadores.

Todo parecía ir sobre ruedas, como en un noviazgo primerizo. El primer obstáculo, el de romper el hielo y coger confianza, quedó superado después del verano, tras el primer acercamiento en los que se sentaron las bases para anunciar el inicio de una relación que debía terminar con un anillo en el dedo. El segundo obstáculo, el del reparto de sillones, se había pasado sin grandes discusiones. Butacón presidencial para el máximo dirigente de BBVA, Carlos Torres, y la butaca de vicepresidencia para Josep Oliu. Pero en el tercero, en el que ya se entraba en el detalle y en el reparto de poder, la montura descabalgó y el cónyuge que llegaba con menos dote decidió romper la baraja al no lograr la consideración que entendía se merecía con una oferta por debajo del valor contable.

En la madrugada de ayer, las dos entidades comunicaron al supervisor español, la CNMV, que daban carpetazo a las negociaciones «al no haber alcanzado las partes un acuerdo sobre la eventual ecuación de canje de las acciones de ambas entidades». O lo que es lo mismo, que una de las partes, en este caso Sabadell, ha entendido que el reparto de poder no era el que merecían sus cuentas, activos y previsiones. Así que borrón y cuenta nueva.

Más borrón que cuenta nueva para la entidad que preside Oliu a tenor por la reacción del mercado bursátil, que castigó esta ruptura con la mayor caída del Ibex en la última jornada de la semana, un -13,58%. Sin embargo, los inversores premiaron sin reparos a BBVA, que se apuntó la mayor subida, un 4,99%. Todo lo contrario de lo que ocurrió hace justo 15 días, cuando el anuncio de las conversaciones de la futura unión entre ambas entidades disparó a BBVA un sorprendente 15,25%, nada comparable con el subidón de la entidad catalana, que se catapultó un 24,59%. Entendió el mercado que la operación convertía a Sabadell en un objetivo más que preciado. Hoy, la situación para uno y otro es completamente distinta.

El banco catalán se apresuró a anunciar que seguirá en solitario con un «nuevo plan de negocio» que priorizará el «mercado doméstico». De momento, va a optar por la ampliación del «programa de eficiencia y transformación en el mercado retail» en el mercado nacional y analizará con sus asesores «alternativas estratégicas de creación de valor respecto a los activos internacionales del Grupo, incluyendo TSB». Esto pone en el disparadero de las desinversiones tanto a la filial británica –que tantos quebraderos de cabeza le ha dado– como a su negocio en México, centrado en el ámbito de la empresa y en un modelo de banca móvil para particulares. Allí, registró en el tercer trimestre del año un beneficio neto de 14 millones de euros, y sumaba una inversión crediticia viva de 3.543 millones de euros, así como recursos de clientes en balance por valor de 1.629 millones.

Por su parte, BBVA no tiene prisa. Su desinversión en Estados Unidos le ha proporcionado 9.700 millones de euros y, sobre todo, «tiempo y flexibilidad», reconocía ayer la entidad, que defiende que la ruptura con Sabadell se debe exclusivamente a «razones económicas». Niegan que tenga que ver con disensiones en el reparto de cromos del banco resultante. Simplemente, no están «obligados a hacer compras en España», como dijo premonitoriamente esta semana el propio consejero delegado, Onur Genç, que ya decía que estaban «analizando todas las oportunidades que se puedan plantear», pese a que todo parecía ir viento en popa.

Según fuentes de BBVA, se mantiene la opción de llevar a cabo «una compra relevante» con el exceso de capital logrado en Estados Unidos, y no descarta la posibilidad de poner el punto de mira en otros mercados, preferentemente en el turco, en el que podría tomar el control total de Garanti, donde ostenta el 49,85% del accionariado. O puede lanzarse a por otros objetivos. De este modo, el mercado bancario español vuelve a descolocarse entre las desinversiones y las oportunidades perdidas .